Meta-metáfora del artículo: “Juan Grabois, una metáfora de la argentina”

Al terminar de leer el artículo escrito por Laura Di Marco, mi condición intrínseca de peronista eyectó una simple y poderosa exclamación: “¡Qué gorila!”. Y sí, no lo niego. Esa primera reacción es más verdadera que todo este artículo, pero socialmente inaceptable. Tengo que tomarme el trabajo de argumentar, de ponerme el trajecito y forzar los botones, para que me tomen en serio: pero no se olviden, detrás de todo esto solo resplandece la expresión que condensa el cipayismo y la ceguera, la necedad y la soberbia, la iracundia y el desamor de un grupo de la sociedad: los y las gorilas.

Para ponerme elegante hablo de meta-metáfora. Laura Di Marco plantea que Juan Grabois es una metáfora de la Argentina. Bueno. Yo planteo que ella, tomándola como voz y excediendo su individualidad, denigrando la figura de un dirigente social (representante de los intereses populares) y estipulándolo metáfora de la Argentina, es otra metáfora de nuestro suelo. La meta-metáfora.

El prefijo “meta” propone analizar “más allá”: por ejemplo, el metalenguaje es el “lenguaje que se usa para hablar de aspectos propios de una lengua o para describirla”. En este caso un lenguaje para describir otro lenguaje. En mi propuesta: una metáfora para explicar otra metáfora, la suya.

Juan Grabois es dirigente social de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). En él, Laura Di Marco personifica al campo nacional y popular atribuyéndole falacias de poca seriedad periodística. Dispone que en Grabois se cifran componentes propios del pensamiento K y peronista que son productores del fracasado estado del país. O sea, Grabois es metáfora de nuestro suelo porque sostiene banderas (“Esas que sustentan el ataque al talento genuino, al que puede, al que logra» dice Di Marco) que nos han llevado a nuestro fracaso económico. La Argentina es fracaso.

Me subo a la terraza y observo, desde un poquito más arriba, el dibujo de otra alegoría ¿No será una real metáfora de la Argentina el hecho de atribuir la culpa de nuestros problemas económicos a las ideas que impulsan las mayorías populares? El miedo a lo popular, metáfora de la Argentina. La oculta y siempre latente ¿Será esa la meta-metáfora? Tendré que comenzar por el final, como toda vuelta, para desandar este artículo correctamente.

Dice, apoyándose en el psicoanalista José Abadi, que en la Argentina falta una “épica colectiva”. Escuchar esto genera en mis adentros la misma angustia que se presenta cuando vemos a quien, ante una mesa tambaleante, coloca en el piso un libro y así solventa la inestabilidad. Abadi y Di Marco en vez de leer un libro de historia lo ponen en el suelo para intentar solucionar su desequilibrada postura. Prescinden de la historia, olvidan nuestras epopeyas, para estructurar su relato.

Una cita de María Eugenia Estenssoro, incorporada en el artículo, esclarece todo: “no existe una épica que cuente de dónde venimos, cómo estamos y adónde queremos ir desde el campo liberal-republicano, que sentó las bases de nuestra Constitución y desarrollo”. Es decir, ni de un lado ni del otro existe épica alguna. Se equivoca. La Campaña del Desierto es su épica; el bombardeo de 1955 es su épica; la dictadura cívico-militar-eclesiástica es su épica. Y sí, plantean desde su visión, “desde el campo liberal-republicano”, “de dónde venimos, cómo estamos y adónde queremos ir”. Esbozan cómo lograr la concentración de recursos, cómo perfilar la Argentina para algunos pocos, cómo es nuestra oligarquía, etc. Su épica jamás será colectiva, pues ese concepto no se arraiga a sus corazones, sino a otros. A esos que se pusieron en juego un 17 de octubre de 1945, ¿Leyeron ese hecho histórico? ¿O de nada vale? ¿No es épica de nuestra Argentina ni es más que una manifestación aislada?

Eludir el 17 de octubre, aquella explosiva manifestación donde los obreros llevaron sus patas a la fuente de Plaza de Mayo, donde evitaron el encarcelamiento de su líder hasta nadando, porque habían levantado los puentes, y así dieron inicio al proceso político más importante de nuestro país, es dejar de creer en nosotros. Obviar un hecho como éste, es desmembrar la historia nacional.

¿Será que no creen en la Argentina, sino en modelos extranjeros? Por eso Laura Di Marco cita a Abadi diciendo que: “La Argentina no tiene la Ilíada, de los griegos, o la Eneida, de los romanos. Es decir, carece de la mística que le permite al pueblo formar su identidad». Síntesis de su pensamiento: no tenemos lo de Europa. No somos Europa porque ganó la Argentina de los cabecitas negras, de los descamisados. No tenemos identidad. Triunfó la barbarie en vez de la civilización. Se frustró nuestro destino de ser Europa y ahora somos esto: una falla insalvable.

Claro que tenemos nuestras épicas colectivas, como la del 17 de octubre, pero no somos Europa. Es que, como Argentina, y latinoamericanos, somos una dualidad; somos este residuo resentido de no poder ser lo que nos imponen, la América europeizada, y nos constituye, también, el descubrimiento de eso que somos, aquella reacción (¡Qué ontológico! Se me acomoda la corbata). Entonces, traigo a Rodolfo Kusch que supo ver esta dualidad y concluyó: “Por eso nuestro resentimiento y por eso nuestro mestizaje, y por eso, también, nuestra fascinación ante el peronismo como una propuesta que nos invierte el sentido” Sí, el peronismo invierte el sentido y nos sorprende. Es el peronismo quien nos enseña la meta-metáfora, señalando la debilidad de la pequeña metáfora que nos presentifica Laura Di Marco. Con el peronismo identificamos nuestras carencias, pero no para anhelar hacia afuera, sino para construir desde adentro.

Descreer en lo popular, en nuestras épicas y en nuestra identidad, es peligroso. Porque esas conductas son las que promocionan la gente poderosa de la Argentina, quienes han condicionado la historia nacional desde sus principios. Ese sector que con Grabois aborrecemos. Ese sector que el peronismo desviste (la oligarquía, lxs gorilas) para tender una nueva metáfora más totalizante. Esta que yo decidí llamar meta-metáfora.

Entonces, para problematizar a la Argentina y llegar a su núcleo, nos sirve la meta-metáfora. La metáfora de Di Marco es apenas una segregación de la gran metáfora.

Un claro ejemplo del cambio de foco que propone la meta-metáfora, se ve en el caso del concepto de “descamisado”. Primeramente, desde la clases medias-altas, nace como insulto, tomado desde la óptica de la pequeña metáfora (la de Di Marco), y luego es elevado en el discurso peronista como meta-metáfora: reivindicando ese sector metaforizado y no discriminándolo. Es decir, en la segunda instancia se usa “descamisado”, la misma palabra, para hacer referencia al “insulto” pero de manera positiva. El concepto “descamisado” se invierte, se revitaliza, se vuelve más consciente y termina mutando en una exaltación de la dignidad.

Entonces, ni Grabois ni “descamisado” como insulto, son efectiva metáfora de las debilidades de nuestro país, sino que son medios para vislumbrar la voz de terribles sectores de la Argentina profundamente más constituyentes de nuestros fracasos. Es decir, a través de ellos, Grabois y “descamisado”, se escucha la reminiscencia de una voz, un eco. La meta-metáfora es retrucar, es alertar que lo que escuchamos es un eco y señalar la voz originaria. ¿Cómo lo hacemos? En el caso del concepto “descamisado”, invirtiendo la connotación del insulto en reivindicación, exponiendo y desarmando a los insultantes. En el caso de Grabois, entendiéndolo como diáfano vocero de las mayorías populares y, por esa cualidad, víctima atravesada por un discurso históricamente temeroso de la voluntad del pueblo. Así estaremos posicionados en ese “más allá” que nos propone el prefijo “meta”.

Capaz ir en búsqueda de la meta-metáfora sea la oportunidad de trascendernos y no quedarnos con lo dicho. Tal vez es el momento de agarrar lo que se dice para mirarlo desde el cenit y ver todo ese contexto que lo envuelve. Capaz así llegaremos a ser más audaces y menos gorilas…

Felipe Melicchio
felipemelicchio@huellas-suburbanas.info