Los sacerdotes Palotinos asesinados “concluyeron que tenían que seguir a Dios y no a los poderosos de la Tierra”

Entrevista al Dr. Francisco Chirichella, laico integrante de la comunidad San Patricio, de Belgrano.

Por: Roberto Coluccio y Daniel Chaves

Los sacerdotes de la congregación de los Palotinos que fueron masacrados allá por el 4 de julio de 1976, en la parroquia San Patricio, del barrio porteño de Belgrano, ya son un ícono de la dignidad de un sector eclesial que, al día de hoy, prosigue su marcha en reclamo de justicia y solidaridad con los compatriotas más desfavorecidos por un sistema socioeconómico tan injusto como despiadado e inmoral.

Nos acercamos hasta la oficina donde trabaja el Dr. Francisco Chirichella, quien en aquel aciago momento a tan sólo cuatro meses de iniciado el Proceso de Reorganización Nacional, contaba tan sólo 18 años de vida, y era miembro de la comunidad de la citada parroquia, por lo cual, fue uno de los tantos integrantes de la feligresía que seguían a quienes resultarían asesinados: Los religiosos Alfredo Leaden, Alfredo (“Alfie” como lo llama Chirichella) Kelly y Pedro Duffau, y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. Ha integrado toda su vida dicha comunidad parroquial. A continuación, y en un ambiente tan sereno como lleno de momentos donde brotó la emoción, brindamos los testimonios de Francisco, recuerdos de aquellos sucesos y cómo sigue la causa hasta nuestros días.

¿Por qué tanta crueldad contra los cinco?

Por decir la verdad. Yo formaba parte de esa comunidad parroquial en julio de 1976, integraba un grupo misionero, y el 4 de julio nos conmovió esa noticia de que habían matado a tres sacerdotes y dos seminaristas sobre un total de ocho que conformaban esa comunidad. Eso nos marcó de por vida, porque de inmediato supimos que eran mártires de la Iglesia. Fue la masacre de religiosos más grande de la Argentina en un solo hecho, en un mismo lugar. Vivían su vocación religiosa, y los mataron en un momento donde hablar de justicia y de la verdad era muy complicado, y mucho más en ese barrio, ya que vivía gente muy cercana al poder imperante de aquella época.

¿Habrán irritado las homilías?

Hay una homilía que genera el quiebre, pero no era solo por eso. Hay una “homilía de las cucarachas”, hay testigos de la misma y se logró reproducir textualmente algunas partes, en la cual el párroco, Alfredo (“Alfie” lo sigue denominando) Kelly, le habrá llegado por comentario de algún feligrés, que hay gente de la parroquia que iba a subastas que se estaban haciendo en algunas casas donde habían hecho desaparecer a los miembros de esa familia. Enterado de eso, lo denuncia en su homilía en un marco multitudinario. Y ahí dijo que para él, quienes medraban en esas circunstancias, dejaban de ser ovejas y pasaban a ser considerados por él como cucarachas. Para muchos, haber dicho eso en aquel momento fue firmar su propia sentencia de muerte, porque esto sucedió un mes antes del asesinato.

¿Sufrían amenazas?

Hay evidencias de que estaban amenazados, había uno o dos autos vigilándolos con desconocidos en el interior de los mismos. Se sentían observados constantemente. Y en los últimos días todos tenían la sospecha de que estaban frente a un peligro muy grande. Alfie Kelly escribe el 1° de julio en su diario una hoja que es memorable. El habla de que está en un momento de muchísima tristeza interior porque llegó a sus oídos que peligra su vida, que se había difamado mucho lo que hacía. El pensaba que su vida corría peligro, pero no la de los demás. Creo, conociéndolo a Alfie, que si hubiera sabido el riesgo que corrían los demás, les hubiera pedido que se vayan. Era muy pastor de sus compañeros. Y en ese escrito termina diciendo que su felicidad y su alegría es indescriptible, porque después de estar en oración siente que, finalmente, está en manos de quien quiere estar.

En su momento comentó que unos feligreses lo acusaban de ser comunista, y estaban pidiendo su pase. A un párroco en Belgrano, en esa época, señalarlo como comunista, era como… listo, ya está. En la misa vespertina del sábado anterior, habló de la muerte, y habló de cuando Jesús fue a resucitar a la hija de Jairo…

Con respecto a los otros mártires, ¿Qué recuerdos tenés?

Alfredo Leaden era el superior de Alfie, pero en la parroquia el párroco era Kelly. Leaden, como Delegado de la Congregación, estaba invitado para ir a la inauguración del Obispado de Zárate – Campana. Estaba invitado para quedarse ahí, y Leaden sintió que debía volverse a Belgrano “porque allá las cosas no están bien, y tengo que estar con mis hermanos”. Pedro (Duffau) también tiene un comentario similar con Rolando, que era el organista de la parroquia y que es el joven que encuentra los cuerpos el domingo a la madrugada. Emilio, el más joven que matan, le escribió una carta a su madre. Emilio participaba en Cristianos para la Liberación; de hecho, hay actas que dicen que Emilio se iba a ir de la comunidad porque ésta le había pedido que si él quería seguir con Montoneros, hiciera una opción. Entonces les escribió a su madre que, en cualquier momento, lo iban a encontrar con tres balas en el cuerpo. Eran realmente conscientes de lo que estaba pasando. Roberto Killmeate, el único sobreviviente, siempre recuerda que Alfredo le planteó a sacerdotes y estudiantes que las cosas se estaban poniendo muy pesadas, que estaba desapareciendo mucha gente, y qué hacer ellos con el camino trazado, con el compromiso social que tenían. Y todos concluyeron que tenían que seguir a Dios y no a los poderosos de la Tierra. Ellos tomaron esa decisión. Esa sangre de los cinco, derramada sobre la alfombra es la expresión más grande que tenemos de lo que fue esa comunidad unida tanto en la vida como en la muerte.

¿Sería bueno que la Iglesia también los reconozca como a los mártires riojanos?

Así es; hoy el mundo necesita esta imagen, no tanto ya del santo individual. El mundo necesita de la imagen y ejemplo de hombres que supieron vivir y morir en la unidad, a pesar de sus diversidades. Podemos pensar distinto, pero estamos convocados por un solo Dios a vivir y llegar a un fin en unidad. Sería un ejemplo muy válido para estos tiempos en que padres e hijos no pueden estar juntos por pensar de distinta manera.

¿La famosa grieta…?

Sí. Yo no creo que se la pueda evitar, porque forma parte del ser humano. Pero tenemos unos niveles de intolerancia enormes. El mensaje de estos hermanos es que supieron vivir en comunidad, aún con sus diferencias.

¿Existen indicios acerca de una posible beatificación de los cinco?

Formamos un grupo para que colabore en la causa de la beatificación de los cinco. Ya llevamos 11 años yendo todos los sábados a clasificar la documentación y demás, en forma voluntaria, ahí en la parroquia San Patricio. La causa tiene una primera instancia. En 2006, Jorge Bergoglio abrió la causa siendo Cardenal. Se relevaron y documentaron testimonios valiosos. Ahora hay que desarrollar el proceso de instrucción. Para eso se requiere una consulta de obispos. Bergoglio la realizó en su momento, pero el resultado no lo terminó de convencer. La mayoría estaba de acuerdo, pero unos pocos miraban esta causa desde una visión muy conservadora. Además, en aquellos tiempos, los vientos que soplaban en Roma no eran los más propicios. De todos modos, la causa, ahora que los vientos son favorables para la misma, sigue avanzando lentamente.

Suponemos que esta causa podrá generar opiniones muy diversas al interior de la Iglesia, ¿O prima el consenso?

No, claro, estas causas despiertan siempre signos de contradicción. Lo mismo pasó con la causa de los Mártires Riojanos, o con la de San Arnulfo Romero… y el perseguir a los mártires después de muertos también forma parte de nuestro folclore.

Hoy en día, la comunidad de Belgrano, ¿Apoya? ¿Preguntan por el estado de la causa, se interesan?

No existe el nivel de oposición que teníamos antes. Era muy fuerte al principio. Había una feligresía que juntó firmas para que los echen, y sabían perfectamente lo que ello podía implicar. Los tiempos ahora no traen esos niveles de virulencia que existían en los años 70, pero de otras formas más sutiles, todavía hay y están ahí. Nosotros consolidamos un grupo de oración que se reúne el día 4 de cada mes, y las lecturas que legaron estos hermanos nos muestran una Iglesia distinta, mejor en muchos aspectos que la actual, más jugada, auténtica, más pura. Esa comunidad va a ser muy difícil que la repliquemos…

Entonces se ampliaron los vínculos…

Es parte del proceso. Una vez consolidados, decidimos empezar a tener otro tipo de compromiso, y nos vinculamos con Paco (Olveira), con Pepe (Di Paola), que son dos expresiones de curas que trabajan en un compromiso concreto y real con la gente muy humilde, en villas. Y nos recibieron con los carteles de Mártires Palotinos. Hacemos un trabajo social con ellos, en José León Suárez, en Isla Maciel, en comedores. Luego con Paco surgió la oportunidad de construir casas para personas en situación de calle. Las llamamos “las casitas de los mártires”. Ya inauguramos la primera, que se llama Pedro Duffau, con una familia de 8 personas residiendo allí. La idea ahora es construir las otras cuatro en el mismo predio. A través de estos hechos queremos demostrar que esa comunidad mártir está viva, y que hoy sigue siendo luz y vida. Nos gustaría integrar la obra como un proyecto de la Iglesia, así que sería bueno también poder reunirnos con el obispo de Avellaneda. No hay que romper con la institucionalidad, en todo caso hay que luchar desde adentro. Buscamos trabajar en aquellas cuestiones que nos unen. Ese es el gran desafío.

Sabemos que hay dos caminos para la santificación. Una es a través del martirio, que no necesitan ningún milagro. Y la tradicional, que requiere al menos de 1 o 2 milagros. ¿Hubo indicios de milagros en el caso de los mártires palotinos?

Probados, no. Hay una situación que se provocó en Areco, con una niña ya desahuciada por los médicos: La abuela fue a la tumba de Emilio (Barletti), y en cuestión de días los médicos recibieron el resultado de los estudios diametralmente opuesto de los informes anteriores. Nadie lo puede explicar. Pero los padres no quisieron exponer a la nena. Hay algún otro relato interesante de sacerdotes chilenos, pero no tuve contacto con ellos. De todas maneras, no estamos a la pesquisa de milagros; queremos que la causa sea por martirio, y que incluya a los cinco.

El resto de la Congregación, ¿Qué actitud tomó al respecto?

Se tomaron su tiempo. Pero el gesto de presentarse la congregación como querellantes luego de 40 años, fue muy importante. Porque, si a vos te matan a tu hermano y sabés que es inocente, o no pero querés saber la verdad, vas y te presentás como querellante. Si no lo hacés, el mensaje que le das a una sociedad que es mediocre, que duda… es que vos también dudás de tu propio hermano. Por suerte eso ya se efectuó. Está dentro de la causa de la ESMA, que en su momento la llevaba el juez Víctor Torres. Esta es la única de las cuatro causas que integran la Megacausa ESMA que se trata de un hecho que sucedió fuera del ámbito de la ESMA. Y eso hizo que también cueste mucho avanzar. La Armada fue la única fuerza que se hizo cargo de los curas y monjas al menos en Buenos Aires. Algunos señalan que Emilio Massera le quiso con esto, demostrar a Jorge Videla que él también “pisaba fuerte”, y eligió a los Palotinos porque eran todos de Mercedes, y por ende, muy conocidos de la familia de Videla.

Judicialmente se comprobó que los mataron.

En esta causa canónica, la causa judicial fue muy importante para que la primera se destrabe y avance. La causa de San Patricio no hay pruebas de que haya sido un accidente: fue una masacre. Acá no tenemos que probar nada. Ceferino Reato hizo un libro en donde le tomó testimonio a Videla, y éste dijo en referencia a la causa de los Palotinos, que solamente en relación a los mencionados y al asunto de las monjas francesas, reconocía que había sido un acto de una gran torpeza. Si alguien tuviera dudas de quién los mató, el Presidente de facto reconoció la autoría. O sea, ya es tiempo de que, judicialmente, podamos llegar a algo.

Roberto Coluccio
roberto@huellas-suburbanas.info