
07 Feb Los ruidazos nuestros de cada viernes
Combatiendo a los tarifazos impuestos en cada semestre…
A propósito de los ruidazos de cada viernes, que hemos venido cubriendo y deslizando análisis semana tras semana en nuestro sitio digital. ¿Son instancias rumbo a una cándida persistencia en una acción que podría estar marchando hacia el agotamiento y la dispersión? ¿O es el flujo activista inicial, rumbo a una renovación y multiplicación de la masa crítica necesaria para un reordenamiento con base política, es decir, una instancia organizativa superadora? ¿La orgánica política aparece, inexorablemente, como indispensable para dar cauce a los grupos que se aglutinan en la actualidad desde la bronca y el descontento por la marcha general de la economía nacional? ¿Existe algún espacio de construcción política que esté en condiciones, y le interese, asumir dichas responsabilidades?
Repasemos lo fundamental del conjunto de ruidazos acaecidos durante el mes de enero y primer viernes de febrero.
Algunos cientos de vecinos marcharon, viernes tras viernes, por las principales cuadras del centro comercial de Morón, y en menor medida, Haedo y El Palomar. Como suele suceder, contaron con la adhesión de automovilistas y colectiveros haciendo bocinazos, la habitual indiferencia tanto de transeúntes como de una nítida mayoría de los comerciantes.
Salieron a las calles para manifestar su repudio al feroz aumento del costo de vida en general que continúa desencadenando el gobierno presidido por Mauricio Macri y coadyuvado por todo el espectro que constituye la alianza Cambiemos: Esto es, además del Pro, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica (aclaramos por si más adelante algunos se quieren hacer los distraídos).
Resulta saludable observar que, dentro de los actores intervinientes en estos ruidazos, fluye una renovación de vecinos; algunos que anteriormente no expresaban su malestar sí lo hacen ahora, y otros, por el contrario, pueden haberse agotado de esta dinámica, por los motivos que fueren. Considerando que estas protestas se están llevando a cabo en plena temporada estival, y que Morón es un distrito en el que aún el frente Cambiemos ostenta una importante aceptación, las actividades pueden sintetizarse como efectivas, y cuyos objetivos básicos están cumplidos.
El cronista camina, habla y por sobre todas las cosas, escucha. Asimila datos, hilvana conceptos, intenta rearmar el rompecabezas. En dicho marco, y fruto de la conversación con varios participantes de estas acciones de protesta pacífica, emerge nítida la voluntad de transitar unidos desde la bronca y el reclamo, pero en simultáneo afloran marcadas dificultades –cuando no abiertas discrepancias- para avanzar en acuerdos superadores de la mera movilización callejera opositora, y en particular cuando surge la cuestión de las candidaturas en pugna, con mayor dramatismo si se quiere, en lo referido al ámbito municipal que al debate específico de los lineamientos a escala provincial o nacional.
Las desconfianzas inter-sectoriales, en no pocas ocasiones, le aportan un telón de fondo no deseado a estas movilizaciones, y no pasan inadvertidas entre muchos de los vecinos que asisten a las mismas.
Por su parte, y consultado al respecto, Diego Di Santi, del Partido Solidario local, sostuvo que “Venimos a acompañar y a ser parte con los vecinos y vecinas del ruidazo en Morón, Haedo y Palomar contra el aumento de tarifas, y estaremos la próxima semana en la convocatoria de los gremios. Es fundamental que tanto Macri como Vidal y Tagliaferro entiendan que el vecino ya no puede más: Los están obligando a decidir entre comer o pagar los impuestos. Así no se puede seguir”.
El concejal por Unidad Ciudadana Morón, Hernán Sabbatella, conversó con Huellas Suburbanas durante una de estas movidas vecinales, y denunció que “Morón está cada vez más sucio, con menos políticas públicas de salud, descuidan áreas sensibles, incluyendo a la seguridad, pero la gente de Cambiemos está convencida que éste es el camino. Ellos vinieron a hacer esto… y por su parte, el pueblo entiende que esto nos lleva al 2001… acá estamos teniendo un tarifazo municipal del orden del 50% de aumento, la gente no puede pagar los servicios. Es fundamental que el vecino esté en la calle, que sean cada vez más, y que el gobierno aplique políticas que respete a la ciudadanía. La verdad es que así ya no se puede vivir”, disparó.
Y el tiempo no para…
El tiempo es acuciante; el cronista observa que ya transcurrieron tres largos años donde se podría y se debería haber debatido lo que ahora ya está siendo tarde para organizar en profundidad, en un contexto donde prima la celeridad para conformar una oposición competitiva de cara a una auténtica campaña electoral viciada de mugre e irregularidades alarmantes de parte del frente oficialista –no dispuesto a la entrega del poder en caso de caer derrotados, al menos sin ejercer la mayor y más encarnizada resistencia que les sea posible-.
Este contexto seguramente taponará, una vez más, a los objetivos y proyectos de fondo, para dejar lugar a negociaciones de emergencia y sin grandes acuerdos programáticos, más que el “juntarse para ganarle a Macri”. Que no es poco. Pero que hay que ver si alcanza. Y en caso que así sucediera, habrá que ver si, a posteriori, ese bloque que se haya podido conformar, posea la suficiente cohesión para enfrentar al vendaval del mundillo financiero y del neoconservadurismo tan violento como voraz, que tronará contra nuestro territorio, llegados a esa hipotética situación.
Cuidado
Muchas veces, con la reiteración de determinadas estrategias de acción callejera, sobreviene el cansancio o la desilusión en muchas personas que concurren en un principio a tales actividades, si es que no se logran sintetizar dichos esfuerzos en un proyecto concreto que aglutine y motive una instancia organizativa superior.
Está claro que la manifestación es legítima y necesaria. También está claro –creo que todos lo asumimos, guste o no- que el objetivo de máxima de estas dinámicas ciudadanas, es decir, forzar al gobierno central a que dé marcha atrás con los tarifazos, muy difícilmente llegue de la mano de protestas simbólicas pero a las cuales les falta, por un lado, mucha mayor concurrencia de compatriotas, mucha menor indiferencia entre la mayoría, y una conducción fuerte desde lo político que encauce toda esta potencia antes que comience la lenta, dolorosa pero consabida dispersión.