Lo que viene en los próximos meses va a ser parte de una ficción

Quizás sea la primera vez en mucho tiempo en la que sepamos cómo terminarán estas elecciones, por lo tanto, nada de lo que se haga en términos de campaña va a tener como eje ganar o algún atisbo de realidad. La población va a asistir a un simulacro, donde no faltarán fotos, impostaciones, instantáneas con bebés y abuelas y caras de circunstancia de ambos lados de la grieta.
Repito: lo que vendrá en los próximos meses va a ser una ficción. El Frente de Todos o lo que quede de esta Alianza va camino a una derrota segura a manos de Juntos por el Cambio, pariendo una vez más una nueva tragedia y otra década infame.
La política en general (oposición incluida) hace rato que no habla el idioma de la gente de a pie que – como quien escribe – tiene tres, cuatro y hasta cinco laburos para poder vivir con dignidad.
A esta altura son una cáscara vacía, por lo que va a ser muy complejo que la dirigencia, esa que cada vez representa a menos individuos, le transmita a la militancia algo claro para explicarle a aquel laburante cansado, agobiado, desesperanzado, que lo que viene ahora va a ser mejor, probablemente en manos de quienes ya están en el gobierno y nada están haciendo.
«Sabemos lo que falta», «Más y mejor», «Somos conscientes de que es doloroso» y toda esa condescendencia que venimos escuchando hace rato es palabrerío que contribuye al hartazgo.
Pocas cosas producen tanta indignación y son tan ridículas como el político explicándole al ciudadano las razones por las que está mal o que si no los acompaña con su voto, estará aún peor.
Nadie quiere ser tratado como un pelotudo, por lo que ya no sorprende que el ministro de este gobierno tenga este mensaje aliancista del estilo «sabemos lo que falta». Bueno, no parece.
Más bien se ve desde muy lejos la rosca y la ninguneada a los que alguna vez pudimos haber tenido cierta confianza y hasta puesto el cuerpo en más de una ocasión.
Aquí están los principales creadores de los Milei, los Espert, los revividores de López Murphy, Patricia Bullrich y toda la basura liberal que cada día está más cerca de tener la sartén por el mango, porque los gobiernos no se pierden, se entregan o se pactan.
Nadie arriba «pierde» nada y menos un gobierno. En todo caso yo puedo perder una birome en el cansancio diario de hacer 5 cosas distintas para poder comer, vestirme, asearme y tener esparcimiento con familia o amigos, hoy el único refugio verdadero que ofrece este presente que es – a todas luces – una cagada.
Hoy no hay nada en juego porque el pueblo ya la está pasando para el orto, no representan cosa alguna y todo pasó a ser una entelequia. Tampoco será de extrañar que les revoleen algún huevazo en distritos que – hasta hace poco – creían que eran amigos y resulta que se desayunarán que no quieren escuchar ninguna retórica porque la economía y la seguridad son los únicos asuntos públicos que mueven el amperímetro.
Vendrá la derrota, llegarán los plenarios, militancia llorando, dirigencia mostrando cara de compungidos explicando que la culpa es de la gente que vota mal y – fundamentalmente – cayendo parados como pasó en 2015.
Se armará un megagabinete en La Matanza en un caso y en la provincia de Buenos Aires si se logra retener para hacer plazas del aguante y demás porongas declamativas con el insultante objetivo de explicar porqué no tuvieron el coraje de hacer lo que había que hacer cuando se tuvo la oportunidad y «resistiendo» desde la comodidad que ofrece un jugoso contrato, porque tampoco irán a bancar la parada al sector privado que en el fondo desprecian.
Todo lo que venga a partir de ahora va a ser culpa de ustedes.
Que ni se les ocurra venir a dar clase de moral después.
Santiago Alonso
santialonso@huellas-suburbanas.info