Litio en Argentina: Más extractivismo en los países del sur para lavar la conciencia de las empresas y los consumidores de los países más desarrollados

Nuestro país, y por extensión al resto de los países de Latinoamérica, parecería estar condenados al modo de vinculación con la naturaleza, seres humanos incluidos, basado en el extractivismo. Si antes fue el desmonte con destino a la exportación de madera, la minería a cielo abierto vinculada al oro y la plata, la extracción de petróleo, la agricultura de tipo minero, en la actualidad las promesas están basadas en la extracción del litio. Son promesas renovadas, hoy disfrazadas en la necesidad de producir baterías para almacenar energía en autos eléctricos, como un modo de reducir la emisión al ambiente de los gases de efecto invernadero.

El extractivismo constituye, y representa, un modo antiquísimo, pero que se resignifica   y realimenta permanentemente, de percibir a los bienes comunes naturales como recursos económicos, a los territorios como zonas de conquista y sacrificio, y sobremanera a las personas y comunidades como sujetos de explotación. De esta cosmovisión, impregnada de colonialismo e individualismo, emergen sistemas productivos desaprensivos, alteradores del ambiente, aspecto que deriva en contaminación de ríos, aire, suelos, junto a pérdida de biodiversidad  e intoxicación de seres humanos.

El cambio climático, que muestra cada vez más sus consecuencias entre nosotros, demanda modificaciones en nuestras prácticas, estrategias y tecnologías a fin de reducir la eliminación de gases de efecto invernadero, en especial aquellos que se emiten durante el transporte de personas, sustancias y mercancías. Dentro de las propuestas aparece una opción muy cuestionable, constituida por la fabricación de autos que en vez de utilizar combustibles en base a petróleo, utilizan energía eléctrica. En este caso, si bien no se elimina dióxido de carbono durante el proceso de combustión, sí requieren de la utilización de litio para la fabricación de  baterías  donde se almacena la electricidad.

Según poderes políticos dominantes, y los representantes de los grupos económicos con más acumulación de capital, se presenta  una nueva “esperanza productiva” basada en la extracción del litio que traerá desarrollo y bienestar a los territorios y comunidades. Nada más falso y para demostrarlo la historia nos muestra muchos ejemplos.

Ahora bien ¿Qué es litio?

 Se trata de un metal que en la naturaleza no se encuentra libre sino vinculado a otros elementos, formando deferentes sustancias. Es de color blanco, similar a la plata, de textura blanda, con elevada capacidad de reaccionar con otras sustancias y de baja densidad. Dadas estas características físico químicas, se lo utiliza en aleaciones para conducir el calor y en baterías eléctricas. Como mencionamos, en la naturaleza se encuentra vinculado a otros elementos, formando diferentes tipos de rocas. Junto al aluminio, forma tipo especial de minerales tipo micas, que se llama lepidolita. También aparece de manera natural formando parte de la petalita, un mineral del tipo de los feldespatos. Por último, se halla en la espodumena, otro tipo de silicato y la ambligonita mineral del tipo de los fosfatos. A partir de reacciones químicos se pueden obtener hidróxido de litio, un sólido blanco cristalino que absorbe rápidamente la humedad, el cual se utiliza en la producción de baterías de litio. También se puede obtener estearato de litio que  se usa como lubricante, debido a la alta resistencia al agua.

Según estimaciones en nuestro país, junto con Chile y Bolivia, se hallan las mayores reservas de este mineral con una cifra cercana al 85 % de las existencias mundiales. Se lo presenta como un recurso estratégico, dado que el litio es un insumo imprescindible para la producción de celdas de acumulación de energía en celulares, computadoras, autos (híbridos y eléctricos). Según las proyecciones, las exportaciones de nuestro país alcanzarán en este año la suma de 27.500 de toneladas con ingresos por 700 millones de dólares. Generación de riqueza, promesas de exportaciones y desarrollo local, ampliación de las fuentes de trabajo, mitigación y adaptación al cambio climático. ¿Cuánto de esto es real, y cuál es el costo socioambiental de la extracción de litio?

El primero se halla asociado al consumo de agua en los procesos de extracción del mineral y separación de la salmuera para la obtención del carbonato de litio. Agua que no estará disponible para el consumo familiar, y especialmente para el riego en las unidades agrícolas de gestión familiar. Además queda como residuo agua contaminada, que es necesario acumular o tratar de manera específica.

Se produce la ruptura de los lazos de solidaridad y ayuda comunitarios, dado que en general las promesas de un desarrollo local, la generación de empleo, el dinero aportado discrecionalmente por las empresas, crea pujas dentro de las comunidades, produciendo división al interior de las familias y asociaciones y grupos ya establecidos.

Los cloruros y carbonatos, sales de litio, pueden afectar al sistema nervioso central constituido por el encéfalo y la médula espinal. Se trata de un sistema muy complejo, ya que se encarga de percibir estímulos procedentes del mundo exterior, procesar la información y transmitir impulsos a los nervios y músculos del cuerpo de los seres vivos.

La producción desenfrenada, basada en el extractivismo,  produce una  gran acumulación y descarte de baterías, que sin prever procesos de reciclaje, genera procesos de contaminación ambiental.

Como país, una vez más exportamos materiales, en este caso minerales, a fin de recrear soluciones aparentes respecto al cambio climático para que los países del primer mundo, los mayores extractivistas, continúen con sus niveles de consumo, pero con la conciencia tranquila dado que sus autos producirían menos gases de efecto invernadero.

Claro está, la contaminación queda en nuestros países. A nivel de la dirigencia política, sólo se discute el canon pagado por las empresas como aporte de la actividad realizada y de los derechos de exportación (promesas de recaudación) o si se debe exportar sin procesar o darle cierto valor agregado mediante la recreación de condiciones económicas que posibiliten la instalación de empresas (promesas de desarrollo local y de generación de empleo). En realidad, debería darse una verdadera discusión sobre si queremos continuar, como desde la llegada de los españoles, favoreciendo al colonialismo que se apropia de los bienes comunes naturales, los cuerpos, las almas y espíritus, o si planteamos sistemas de integración realmente sustentables que nos lleven hacia el buen vivir.

Javier Souza Casadinho
javier@huellas-suburbanas.info