
08 Dic Latinoamérica Patriarcado y Feminismo
La nueva ola progresista latinoamericana incorpora como motor a su desarrollo el movimiento feminista. Si bien la participación de las mujeres en las luchas populares se pueden rastrear desde el nacimiento de la resistencia a la colonización, la integración de reivindicaciones específicamente feministas a los programas populares y progresistas son algo relativamente nuevo y no es general, y es más, muchos movimientos progresistas y revolucionarios rechazan la legalización del aborto.
Si las demandas feministas más clásicas muchas veces son rechazadas o “subalternadas” por los movimientos y partidos populares, ni hablar de lo que sucede con los derechos reclamados por las disidencias LGTB+, como son el matrimonio igualitario o la ley de identidad de género.
Hagamos un poco de historia
La derecha y la ultraderecha repetirán hasta el hartazgo su defensa de la llamada “familia natural” entendiendo esta como la familia patriarcal hetero-normativa.Lo real es que tal cosa “natural” no existe, el llamado patriarcado es producto del desarrollo histórico de la humanidad.
Lewis Henry Morgan (Nueva York, 1818–1881) considerado el padre de la antropología moderna, divide la familia en cinco tipos según el parentesco: la consanguínea (incesto), la punalúa (del tipo hawaiano varios hermanos casados con varias hermanas), la sindiásmica (unión de un hombre y de una mujer sin cohabitación exclusiva), la patriarcal (un hombre con diversas esposas, con las que cohabita) y la monogámica.
A pesar de su concepción claramente evolucionista, Morgan pensaba que en algunos aspectos los pueblos primitivos eran superiores a los civilizados, por sus formas colectivas de propiedad, su hermandad, sentido de comunidad y cooperación, y concluía que podría existir en el futuro de la humanidad un nivel de civilización más alto, al restablecerse la propiedad colectiva de los recursos fundamentales.
Esto último suena bastante contradictorio con un hombre que fue diputado por el Partido Republicano, podemos decir entonces que Morgan era un republicano atípico.
Las investigaciones de Morgan tuvieron gran influencia en la teoría marxista, pues fueron tomados por Engels como eje para su texto:“El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. En este texto, Engels subraya la importancia de las relaciones sociales de poder y el control de los recursos materiales, hechos relacionados con el desarrollo de nuevas tecnologías; el énfasis de Engels pone a un lado el desarrollo psíquico del ser humano como fenómeno que permitiría explicar la evolución.
O sea, para sustentar su poder y desarrollar el mismo de las distintas familias posibles y conocidas, la burguesía va a adoptar la “familia monogámica hetero-normativa” como base de un sistema de opresión de género que llamamos patriarcado, y va a perseguir y proscribir toda relación entre sexos que no se ajuste a ese modelo. Muchos se preguntaran porque el desarrollo de la propiedad privada necesariamente lleva al patriarcado. Sabiendo que el tema requiere una profundidad superior al posible abordaje en este artículo, diremos que el modelo patriarcal es el que mejor garantiza la “prole” necesaria como mano de obra disponible. Y también la herencia para garantizar la reproducción ampliada del capital a través del tiempo.
El género en cuestión
La división sexual del trabajo, creando un género masculino con determinadas atribuciones y tareas; y uno femenino subordinado con otras tareas, tampoco es una cuestión natural.
Simone de Beauvoir había escrito que no se nace mujer sino que “se llega a serlo”. La palabra “género”, aunque no sea suya en origen, cuadra bien con su tesis principal, porque designa esa percepción subjetiva de lo que “nos hace” hombres o mujeres. Es lo que la sociedad determina sobre los cuerpos, una línea divisoria, socialmente impuesta y difícil de traspasar. En definitiva, es la palabra que sirve para explicar cómo se construye (culturalmente) una identidad sexual (biológica).
Volvamos a nuestra América
La conquista y colonización fue feroz en cuanto a la imposición del patriarcado y la hetero-normatividad.
Las sociedades americanas precolombinas eran muy tolerantes en cuanto a las prácticas sexuales alternativas, y ante este hecho los confesores españoles reaccionaron con horror, exigiendo represión de los “herejes”. La cual se ejecutó con una crueldad sin límites.
La primera independencia y el patriarcado
Las luchas por la independencia tuvieron amplia participación femenina, las mujeres lucharon a la par de los hombres por el fin del colonialismo. Pero las nacientes patrias nunca les reconocieron su justo lugar, es más, se crearon códigos civiles como el argentino, que rompió con la tutela religiosa sólo parcialmente, y que reprodujo el sistema patriarcal a ultranza. Para Dalmasio Vélez Sarsfield (autor de nuestro código civil): “Las personas católicas, como las de los pueblos de la República Argentina, no podrían contraer el matrimonio civil. Para ellas sería un perpetuo concubinato, condenado por su religión y por las costumbres del país”.
O sea que nuestro país nació negando derechos a sus mujeres y disidencias.
En definitiva, la nueva ola progresista latinoamericana no es homogénea, pero en general plantea incorporar la lucha contra el patriarcado a su programa; enhorabuena, porque no existe liberación posible sin la destrucción del patriarcado, una de las peores rémoras de la colonización europea.
Imagen que acompaña esta nota: “Los perros de Balboa contra los indígenas sodomitas”, De Bry, 1592.