Las ratas y las latas

El agua mugrienta que pasa directo de las napas que se cruzan con los pozos ensoretados a los estómagos de cientos de miles de pibitos, da bronca. Y da asco. Un asco que se refleja en las corbatitas planchadas de los políticos de póster evangelista. Ellos también dan asco. Pero eso sí, los pibitos que toman ese agua no se registran en la conciencia de nadie. Los números oficiales los esconden detrás del número de documento del beneficiario de tal o cuál plan social. No existen esos pibes. A ellos no les interesa cómo los nombren; pibites, niñes, niñxs, infancias….les da lo mismo. Quieren crecer. Quieren comer. No te quieren a vos. No quieren vivir más entre las ratas que se pasean enseñoreadas entre las latas de las zanjas o los canales entubados que bordean sus casillas.

Y por todo remedio una suma fija. Y sesenta mil qué. Sesenta mil para qué. Y son sesenta mil para los trabajadores registrados. ¿Y cuánto menos para el resto? Si con un mejoralito se pudiese curar el cáncer quizás estaría bien. Pero ni cerca. Y entonces: ¿se espera, se desespera o se hace?. Por supuesto que no da lo mismo pero más allá de las acciones en sí, lo que empieza a importar es de dónde se parte. Porqué hay algo en lo que sí Milei supo ser más hábil que los políticos profesionales del campo popular y fue precisamente en construir desde abajo, con recursos que le vienen de arriba, pero partiendo por los de abajo. A puro tik tok, shorts de YouTube y reels de Instagram, superó las inexistentes instancias de formación política del campo popular (abocado totalmente a reemplazar su programa histórico por las banderitas y los globos del progresismo pequeño burgués kirchne-alfonsinista) y logró que millones de argentinos, ignorantes de su propia identidad, identifiquen al gobierno de Alberto Fernández con el de Mauricio Macri y a ambos con la faz roedora de las ratas que surfean entre las latas de las zanjas de los barrios populares. No le fue muy difícil. El de Cambiemos fue el peor gobierno desde el advenimiento de la democracia. Y el del Frente de Todos logró lo que parecía imposible. Ser peor que el anterior. Se ahogó en el océano de las excusas. La pandemia, la sequía, la guerra, la deuda heredada, sin dudas fueron Everest que tuvo que cruzar en chancletas pero, si había que huir; ¿no era mejor hacerlo para adelante?. Sí había que cubrirse y esperar a que amaine la tormenta; ¿no era mejor evitar hacerlo bajo las faldas de Kristalina?.

No se puede tener cómo única respuesta para los mandantes de Washington un «si bwana» permanente. Así es imposible. El pueblo únicamente votaría a Unión por la Patria si le devuelve el plato de comida que le sacó de la mesa este gobierno y sí, el anterior también, pero el macrismo sabíamos que venía a eso y el FdT por el contrario no, aunque rondara la sospecha dado el cv de varios funcionarios a pesar de que se vendieran cómo la alternativa popular.

Y así, cómo en un trip vertiginoso y sufriente para el pueblo y sonriente para la real politik, está pronto a devenir Octubre. Y con Octubre un nuevo lance a partir del cuál, inexorablemente, tocará seguir mirando a la Patria cómo aquella vieja pertenencia nuestra arrebatada por la élite política, terrateniente y empresaria, finalmente rematada por las ratas de siempre. Las que viven entre las latas y también las de saco y corbata.

Sebastián Jiménez
sebastianjimenez@huellas-suburbanas.info