
05 Jun LAS EPIDEMIAS Y LA DERECHA REAL SIEMPRE ATENTAN CONTRA EL PUEBLO
Epidemias y pandemias siempre han estado presentes entre nosotros, los humanos, desde los tiempos antiguos. En nuestro país, allá por 1868 se expandió una epidemia de cólera, y desde 1871 (aunque hay quienes afirman que el inicio fue en diciembre de 1870) se sumó una epidemia de fiebre amarilla. La pérdida de vidas, como suele suceder, se expandió mayormente entre los sectores populares, encontrándose la mitad de las 14.000 víctimas entre los niños, y llegando a casi exterminar a los afrodescendientes.
El Ejecutivo del Gobierno Nacional, lo componían Domingo Faustino Sarmiento como presidente, siendo su vice Adolfo Alsina. En una muestra preclara de que fue el mejor estado ausente, ambos abandonaron la ciudad, dejando a cada ciudadano librado a su suerte. Recién se dignaron a retornar cuando un editorial de La Nación o de La Prensa (los historiadores discrepan) titulaba “El Presidente huyendo”. En su desarrollo se podía leer “Hay ciertos rasgos de cobardía que dan la medida de lo que es un magistrado. ¿Es posible que haya tanto desprecio por este pueblo noble e ilustrado? Que lo veamos huir repantigando y lleno de comodidades en un tren oficial, en vez de subir a un carruaje para recorrer el hogar del dolor, a visitar los hospitales y lazaretos, dando ejemplo de un valor cívico que estimularía y levantaría el espíritu público”.
La ciudad estaba envuelta en una crisis sanitaria descomunal, con los hospitales saturados de enfermos, mientras que en el cementerio de La Recoleta se apilaban los ataúdes por el faltante de espacios para sepultarlos. Esta situación obligó a crear el cementerio de la Chacarita. Mientras tanto, y en una actitud opuesta a la de su padre presidente, Faustina Sarmiento dejó su vivienda en el interior y viajó a Buenos Aires para colaborar en la asistencia sanitaria.Entre el 9 y el 11 de abril, se dio el pico máximo de la epidemia con 500 muertos diarios.
En medio de tanta emergencia, con los sectores adinerados huyendo hacia la zona norte, la ciudad se dio a sí misma una especie de gobierno propio, con una Comisión Popular integrada por Roque Pérez y los doctores Francisco J. Muñiz y Adolfo Argerich (quienes fallecerían atendiendo a las víctimas), el poeta Guido y Spano, el expresidente Bartolomé Mitre y su hijo, Bartolito. Mientras los ricos se escabullían a las zonas más cercanas al arroyo Maldonado, quedaba atrás el sur con los conventillos llenos de inmigrantes y de pobres. Y como la comisión consideró que allí se concentraba el foco de la epidemia, tomó la polémica decisión de incendiar esos conventillos, lo que resultó el abandono en la calle de numerosos hombres mujeres y niños. En junio de 1871 la ciudad comenzó, al no haber víctimas, a retomar su ritmo normal, y a planificar, como resultado del desastre sanitario, un sistema de aguas corrientes.
Avanzando en el tiempo, en 1946, el presidente Juan Domingo Perón designó al frente de la Secretaría de Salud Pública, que liego se elevaría al rango de ministerio al precursor del sanitarismo, el hoy injustamente vilipendiado Dr. Ramón Carrillo. Entre 1946 y 1951 se construyeron 21 hospitales con una capacidad de 22.000 camas trabajando junto a la Fundación Eva Perón.
En 1955 se produce el golpe sangriento que derroca al gobierno peronista. La Revolución Libertadora en el gobierno, designa al coronel Alfredo Rottger para reemplazar a Carrillo. Con la orden de desperonizar al Sistema de Salud Pública, el día antes de asumir saquea la casa de su antecesor. En el nuevo organigrama sanitario, le reporta Dirección de Asistencia Integral, donde se destaca Asistente Social Marta Ezcurra, fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931. Su principal objetivo era: intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la Fundación Eva Perón
Una de las decisiones de Azcurra fue secuestrar los pulmotores porque tienen placas metálicas con las palabras “Fundación Eva Perón” y también el ordenar el asalto militar contra la Escuela de Enfermeras, disponiendo su cierre definitivo.
Las decisiones adoptadas en Salud Pública mostraron rápida y dramáticamente sus graves falencias. En diciembre de 1955 comenzaron a aparecer los primeros casos de poliomielitis. Pero el gobierno golpista de Pedro E. Aramburu tardó cerca de tres meses en admitir lo que estaba pasando. Los medios colaboracionistas, diarios y radios, daban cuenta del avance vertiginoso de la polio, pero el gobierno los ignoraba e incluso los presionaba para que no difundiesen los casos.
Pese a los hospitales modernos y que contaban con suficientes plazas para casos de emergencia, el negacionismo oficial llevo a no controlar el brote de polio que tuvo el país en 1956, y cuyo saldo fueron 700 niños muertos y 7000 víctimas de parálisis parcial o total. Forzado hasta por la presión de medios afines, el gobierno decidió comprar pulmotores aunque llegaron bastante. La recuperación de pacientes y el decrecer del número de infectados se debió más aún a los equipos sanitarios públicos formados en la escuela del Dr. Carrillo que al accionar oficial.
También coadyuvaron las informaciones clandestinas que la llamada Resistencia Peronista hacía circular entre la población y en algunos pocos medios. Entre otros mensajes informaban sobre el abandono de familias del interior, que ante la falta de atención en sus lugares de origen se dirigían hacia Buenos Aires. Indiscutiblemente ha sido fundamental la reacción adoptada por la gente, asesorada por médicos que previeron rápidamente el avance de la epidemia, ante el lento accionar del Ministerio de Salud. Por otro lado, la poliomielitis mostró el desinterés por los sectores populares por parte de la dictadura de Aramburu y Rojas.
Y en este 2020, a poco más de 3 meses de haber asumido el gobierno del Frente de Todos, y en medio de los terribles desaguisados económicos que dejó el gobierno de Macri, la pandemia que se fue expandiendo por sobre el mundo llegó a estas tierras. Sobre el default no declarado cayó el Covid-19. Allá por el 19 de marzo, los líderes parlamentarios, reunidos en Casa Rosada solicitaron al presidente que declare la “cuarentena general” obligatoria en todo el país. Para que solicitud quedase clara, el radical Negri aseveró: “El Presidente es el comandante de esta batalla”. Poco les iban a durar esas expresiones de buena voluntad.
Los primeros en accionar fueron el alter ego mediático de la derecha real. Así fue que el multimediático Grupo Clarín, sumó en su campaña anticuarentena al Grupo América, y a los diarios La Nación e Infobae. El canal de noticias TN se encargó de difundir imágenes falsas, de gente común protestando, incendiando en los alrededores de Villa Azul y Villa Itatí.en Quilmes. No les importó que fuesen chilenos protestando en su país.
Son socialmente irresponsables, sin interesarse por las consecuencias de sus mentiras. Tratan de usufructuar el fastidio que provoca en la gente el encierro. Por un lado trabajadores de la educación y salud, organizaciones sociales, sectores de distintas iglesias, se arriesgan para atender a los más necesitados y se suman a los gobiernos nacional, provincial y municipales luchan para armonizar el cuidado de la salud con la rehabilitación de la economía. Por el otro el establishment, o sea la derecha real previendo un horizonte con sus privilegios amenazados, con posibilidades de que aminore la desigualdad, golpea junto con sus lacayos.
Otro ejemplo de quienes reniegan de que el camino en sociedad no es el individual del sálvese quien pueda, sino el colectivo de cuidarse para cuidarnos y de ser solidario con el otro lo está dando “el campo”. En medio de la recesión dejada por el macrismo a la que se suman las consecuencias económicas impuestas por la pandemia de Covid-19, los productores sojeros acumulan U$D 9 mil millones a la espera de una nueva devaluación.
El Día de la Patria, el excandidato radical Luis Otero, organizó un encuentro virtual de Juntos por el Cambio. El acto, bajo el eslogan «nuestros valores no están en cuarentena»y para “encontrar soluciones a la crisis. Sin embargo, lo que quedó en claro solo fueron sus críticas en la extensión de la cuarentena y a las declaraciones del presidente Alberto Fernández y del gobernador bonaerense Axel Kicillof. Bullrich, Pichetto, Cornejo y Ferraro se encargaron de hacerlo.
Es un operativo de pinzas que desarrolla la derecha real con sus medios y sus representantes políticos. El fin buscado es lograr erosionar entonces la elevada aceptación social y política que hoy tiene el gobierno de Alberto Fernández. Intentan erosionar a esa parte de la sociedad agotada por el cansancio, la confusión y su temor por la economía dejen de lado el preocuparse por el destino sanitario de los sectores de riesgo: las personas mayores y los grupos socioeconómicos vulnerables. No les interesan las muertes, como jamás les han interesado. Llevan ese ADN desde las masacres de pueblos originarios, las bombas sobre Plaza de Mayo o las desapariciones forzadas. En más, necesitan esas muertes para que sus políticos alcancen el gobierno con los votos. Así lo hicieron con los muertos de Cromagnon para llegar al gobierno de la C.A.B.A. y los de un fiscal, para llegar al de la Nación.
De la gran burguesía argentina no puede esperarse nada, si es para el bien de las mayorías. Ya organizaron dos muestras de movilizar al pequeño aquelarre de acólitos anticuarentenas, convocados por un documento que hablaba de “infectadura”. No hay que subestimar. En realidad los titiriteros que mueven esos hilos destilan antiperonismo.
Creceremos como sociedad si construimos, desde los sectores populares, el colectivo de “cuidarse para cuidarnos y de ser solidario con el otro”. Habrá que avanzar sobre los sectores especulativos de la economía, y para dar un primer paso, legislar el impuesto sobre las fortunas. Por eso #Quedateencasa