De las botas al voto mediático «entogado»

En un tiempo histórico no muy lejano, el Imperio del Norte reemplazaba a los gobiernos de la Patria Grande que no satisfacían sus necesidades, organizando golpes de estado. Era la época de la denominada “Doctrina de Seguridad Nacional” que mediante una aceitada maquinaria lograba sus objetivos.  En Panamá funcionaba la “Escuela de las Américas”, dependiente del Comando Sur, que era el lugar en el que se formaban los futuros dictadores y los principales torturadores que les acompañarían en sus gobiernos.

Los principales cuadros de oficiales de los distintos ejércitos del sur del Río Bravo abrevaban allí hasta lograr ampliar técnicas de represión y de deformación militar. En los regímenes de los gobiernos que irían instalando en América Latina, se comenzarían a aplicar planes económicos que serían el génesis de lo que hoy, post Consenso de Washington,  conocemos como neoliberalismo. Las decisiones o modificaciones para aplicar  esos planes eran adoptadas por detrás de los uniformes que se veían.

En algún momento de los 60´s, EE.UU. comenzó a analizar la posibilidad de derrocar gobiernos sin provocar la indignación internacional. Para ello disponía de una vitrina ideológica: la Albert Einstein Institution, del filósofo Gene Sharp. Por cuenta de la OTAN y más tarde de la CIA, formó a los líderes que encabezarían los golpes de “estado suaves” de los últimos quince años.

Desde la década del cincuenta, Sharp se dedicó a estudiar la teoría de la desobediencia civil de Henry D.Thoreau y Mohandas K. Gandhi. Para estos autores, la obediencia y la desobediencia son cuestiones morales o religiosas antes que políticas. Ambos oponen una ley superior a un orden civil. Sin embargo, la práctica de sus convicciones tuvo consecuencias políticas, de manera que lo que consideraban como un fin en sí puede ser percibido como un medio. La desobediencia civil puede ser considerada entonces como una técnica de acción política, incluso militar.

Esa teoría, llevada a la práctica, se desarrolla en cinco etapas: Primera etapa: Consistiría en llevar a cabo acciones para generar y promocionar un clima de malestar. Entre dichas acciones destacan la realización de «denuncias de corrupción y la promoción de intrigas», señalan los expertos.
Segunda etapa: Se procedería a desarrollar intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el Gobierno en el poder.
Tercera etapa: Esta fase se centraría en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la promoción de manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
Cuarta etapa: En este punto se llevarían a cabo operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de «ingobernabilidad».
Quinta etapa: La fase final tendría por objeto forzar la renuncia del presidente mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente se va preparando el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.  Cualquier parecido de algunas de estas etapas con lo ocurrido en las tierras de la Patria Grande no ha sido por casualidad.

En Europa del Este se fueron desarrollando estas práctica en las llamadas “Revoluciones Naranja” y por estas tierras fueron aplicadas, hasta las últimas consecuencias, en los casos de Honduras y Paraguay,  En forma parcial, han sido potenciadas en Brasil, donde llegaron a provocar un golpe institucional que logró destituir a la presidenta Dilma  Rousseff, y en Argentina, durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner hasta lograr un vuelco en las elecciones de 2015, en que logra un triunfo la Alianza Cambiemos que instala por tercera vez el intento de un plan económico neoliberal.

¿Por qué se puede comparar un gobierno surgido de elecciones democráticas con uno golpista?  Principalmente porque quienes están detrás son los mismos sectores de poder en ambos esquemas gubernamentales. El sector financiero que habrá de prevalecer por sobre el sector productivo, las multinacionales, que en este caso de Argentina han colocado a sus Ceo´s en los distintos ministerios y la oligarquía agroexportadora que siempre se ha opuesto al desarrollo industrial del país.

¿Cómo se ha llega a esta situación? Así como antes estos sectores formaban gobiernos mediante golpes armados, hoy desarrollan, en todos los casos, estructuras político-mediático-judicial que se encargan de las tareas sucias.  Y, como antaño tienen un mismo origen estratégico e ideológico, más allá del norte de los confines de la Patria Grande.

En los 90´s, EE.UU., diseña nuevas estrategias de dominación, por lo que desarrolla otro tipo de instituciones de “formación”, esta vez bajo apariencias democráticas. Funda la cadena de instituciones denominadas como Academia Internacional de Aplicación del Derecho (International Law Enforcement Academy, ILEA). Hay ILEAs en Budapest, Hungría; Bangkok, Tailandia; Gaborone, Botswana; y Roswell, New México. En 1995, la administración de Bill Clinton financia la apertura de una ILEA en San Salvador para “abarcar” el territorio de América Latina, para que esta región “fuera “segura para la inversión extranjera” al “proveer seguridad regional y estabilidad económica y combatir el crimen”.

A diferencia de la Escuela de las Américas, a la que concurrían militares, a las academias ILEA asisten jueces, fiscales y policías. Entre los asistentes que  han tomado estado público figuran muchos cordobeses.  Entre ellos, se puede mencionar al fiscal general Vezzaro y el juez federal Alejandro Sánchez Freyte, al titular de la Policía Judicial de Córdoba, Federico Storni, y sus segundo y tercero en rango Marcelo Bastía (subdirector) y Jorge Lugo (secretario de instrucción).  Otros dos participantes han sido Carlos Caserio y el integrante del TSJ Emilio Andruet.  Desde  hace años  varios funcionarios de más alto rango en materia policial y judicial han sido “capacitados” por instituciones –entre ellas los servicios secretos– norteamericanas. Es sabido (o no tanto) que muchos fiscales generales de varias provincias habrían realizado esos cursos.

El actual Presidente de la Nación, cuando era jefe de Gobierno de la C.A.B.A. también era aficionado a enviar miembros de la Policía Metropolitana a participar de los cursos de la academia, como por ejemplo, el entonces subinspector Gustavo Gamba y el inspector Pablo Subiza,  Muchos casos no toman estado público, tales como los de  oficiales federales o de la bonaerense, y jueces o fiscales que realizan “viajes de capacitación”.  Las actividades que desarrollan con posterioridad muchos de ellos, no son casuales, aunque muchas veces no se encuentre un vínculo directo con los cursos que realizaron en la ILEA, pero dejan mucho que pensar.

En América Latina, dos países que habían fortalecido sus sistemas políticos, mediante gobiernos y liderazgos con legitimidad popular, como Argentina y Brasil, han retrocedido hacia gobiernos que pierden  apoyo popular.  El propio sistema político se perjudica cuando arriban gobiernos que han hecho promesas o han sido elegidos con programas distintos a los que ponen en práctica. Los ajustes fiscales del neoliberalismo profundizan la crisis de legitimidad de los gobiernos y de los mismos sistemas políticos.

El fundamento primordial del neoliberalismo  se basa en que busca trasformar todo en mercancía, ha llegado de lleno a la política, a través de financiamientos privados, campañas adecuadas a servicios de marketing, y millonarias actividades que hacen de las campañas un despliegue de piezas publicitarias casi al estilo de cualquier otra mercancía. Un gobierno copado por ejecutivos privados es cada vez más parecido a una empresa, por el personal y por la mentalidad de mercado, tal como hoy muestra nuestro país. El desprestigio de la política será la consecuencia inmediata un Estado mínimo y de la centralidad del mercado.

No por casualidad si no por causalidad podemos observar que así como antes se plantaban regímenes militares como fichas de dominó, hoy las estructuras mediáticas avanzan con denuncias. La mayoría de las mismas son inexistentes, pero se utilizan para esmerilar a gobiernos populares como los de Dilma y Cristina. De ese modo van formando a la “opinión pública”, y van encontrando apoyo en sectores judiciales que llevan adelante esas causas armadas, hasta lograr el desprestigio del gobierno que necesitan “modificar”. Logran así un  “impeachment en Brasil y direccionan una elección en Argentina.

Desde 1922, en que había resultado electo como presidente Marcelo T. de Alvear, uno de los pocos descendientes de nobles que residían en el país, los sectores que hoy nos gobiernan no accedían al poder mediante elecciones.  Siempre lo habían hecho mediante golpes de estado.

Es más que claro que el actual es un gobierno de ricos cuyo objetivo principal es arrasar con todo lo anterior. Como así también eliminar todos los derechos adquiridos que les sea posible. Las leyes y reglas que no respondan a sus intereses empresariales de acumulación capitalista no van a ser respetadas.

Su lógica de ejercicio del poder está centrada en quien reside en la Casa Rosada, acompañándolos en ese accionar  propio, típico de gerentes o empresarios negreros.   Manipulan con desenfreno el estado de derecho y las reglas tradicionales de un sistema liberal que los vio nacer y ser parte, pero que ahora menosprecian.

El gobierno de Macri no es democrático.  Sus integrantes no tienen medida en su accionar. Modifican las leyes o las interpretan a su antojo, han hecho renacer a los encarcelamientos sin el debido proceso como en las noches más oscuras, realizan condenas mediáticas permanentemente, basándose en presunciones de delincuentes y charlatanes y atropellan a los pueblos originarios.  También desprecian al Congreso y a los gobernadores, a casi todos los cuales manipulan como empresarios a sus subordinados, acusan sin pruebas y han vuelto a  conformar una Corte Suprema dócil como en los 90´s.

Estos tipos no se miden, no aceptan límites. Modifican leyes y fuerzan interpretaciones de las mismas a su antojo, o directamente gobiernan por decreto. Arman  una Corte Suprema amiga y sumisa, al mismo tiempo que corrompen o amenazan a jueces sin vergüenza. Las peores conductas antidemocráticas han resurgido de la soberbia de los Morales, Garavano,  Michetti,  Bullrich, Peña Braun, Frigerio y demás.

El patrimonio público no les interesa y todo lo que pudiese llegar a ser una Comunidad Organizada es defenestrado con  el mote de “populismo”.  Con decisiones de escritorio pasan por arriba derechos adquiridos, hasta garantías constitucionales, ya que su rumbo es ir contra los obreros, trabajadores, campesinos, intelectuales y aún contra los sectores más desprotegidos de la sociedad, ya sean  pobres, jubilados, pueblos originarios o discapacitados. Amplios sectores de las capas medias también se ven afectados, aunque la  formación cultural de muchos de los mismos “es pedir un salvavidas cuando les va mal, y más tarde trocan  tal solicitud por pedir un yate cuando les va bien”,  por lo que siempre terminan votando en contra propia.

Para llegar al poder amenazan con la llegada de crisis económicas devastadores que luego, una vez asentados en el poder,  terminan desarrollando con su único afán de destruir al Estado y beneficiar solamente a los ricos.  Luego, “blindados” mediáticamente” en su accionar, terminan dejando florecer su ADN de violencia y mano dura con la que actúan sobre las protestas. Esto se desarrolla asentado sobre la ignorancia y los temores de amplios sectores cuya vida es monopolizada por la televisión, en los que comienza a germinar el enano fascista que llevan dentro.

Un grueso error democrático permitió el arribo de estos personajes al gobierno.  El próximo acto electoral podrá permitir el comienzo de la reparación de lo actuado. Solo el tener en claro dentro del cuarto oscuro que es lo que se está enfrentando nos dará la posibilidad de intentar modificar la situación.  La tarea no habrá de ser sencilla, pero embarcarse en ese rumbo es necesario…