LA VERDAD NO HA MUERTO, LA ASESINAN DIA A DIA… ¡QUE VIVA LA VERDAD!

Muy lejos en el tiempo quedó la época en que se esperaba el voceo del canillita para ir a adquirir el diario. Un poco más cercano es el período en que uno esperaba el momento radial o televisivo en que el noticiero nos acercara la información. Hoy, todo eso se ha perdido, ya que los medios son una mínima parte de grandes conglomerados empresarios y que son actores políticos.  Se encargan de difundir sus propios mensajes y contenidos pervirtiendo la realidad   y creando una virtualidad  difundida como  información a sus audiencias.

Desde hace un par de décadas se encargan de establecer la agenda para influenciar a la opinión pública, consolidando y defendiendo los intereses del establishment, al mismo tiempo que desgastan a gobiernos  populares y creando, en caso de ser necesario para sus intereses, escenarios de ingobernabilidad.  Creen que es su derecho a construir sus propios hechos, y fundamentándolos con el lawfare y las fake news, los propagan como si en realidad hubieran sucedido.

Para indagar cuando comienza a aparecer este accionar mediático de alterar la realidad  e influir  en el clima socio/cultural hay que remitirse a la última dictadura.  El terrorismo de Estado impuso un régimen de control absoluto sobre toda la cadena de información. Luego, esos controles se relajaron al llegar la democracia  pero quedó la semilla para germinar técnicas conscientes y premeditadas. Técnicas que sirven, no para dar de pensar a las personas, sino para que le den “marcos interpretativos” que incidan en el proceso de recepción y apropiación de los mensajes (cómo pensar), recurriendo incluso a sustituir la realidad por la ficción.

Esas técnicas se basan en las “fake news” y en el manejo direccionado de la justicia (lawfare). De ese modo presentan como sentido común a la sociedad el discurso neoliberal, y coordinan con los factores de poder y así lograr influir sobre el accionar de jueces, legisladores y gobiernos. Logran cubrir al cuerpo social con un manto de miedos, odio, de fragmentación  o de divisiones de acuerdo con lo que ellos decidan.

Esta facilidad de los medios hegemónicos para instalar los temas de la agenda pública junto con sus marcos interpretativos, ha ido creciendo gracias al desguace de la Ley de Medios producido durante el gobierno de Cambiemos/Juntos por el Cambio.  En forma análoga, también se nota la ausencia de una política gubernamental de comunicación que esté orientada a la construcción de un modelo de comunicación democrático e inclusivo.

Al analizar al principal diario de Argentina, y al conglomerado mediático en el que está inmerso,  sería deseable encontrar  compromiso con la verdad y tratamiento profesional de las noticias, algo que en realidad es imposible de descubrir en sus entrañas. Pese a ello, Clarín ha sido el medio que más pauta publicitaria recibió de parte del gobierno nacional.

La evolución, crecimiento y concentración de los multimedios nos hace pensar, en caso de no hacerse nada al respecto, en la construcción de una dictadura comunicacional. ¿Por qué? Porque con la sumatoria de medios gráficos, canales de televisión abierta y de cable, redes sociales, plataformas en la web y sus “fake news” cimientan discursos que fabrican hechos o situaciones que influyen sobre estados de ánimo y emociones de los ciudadanos. El desarrollo de esta estrategia hace desvanecer la realidad hasta convencer que la ficción creada es el suceso real.

Esta dictadura  se hace efectiva instrumentalizando a los medios de comunicación, más la sumatoria del empobrecimiento de la lengua, aboliendo la verdad, reescribiendo la historia a voluntad y propagando odio.  Al modificar la historia se facilita el establecer fundamentos que sirvan para afianzar el discurso que se pretende imponer. Entonces la historia deja de consolidarse debido a las obras de estudiosos que trabajan sobre archivos, documentos y testimonios. Los nuevos “historiadores” creen que la verdad ya ha sido pre-confeccionada por algunas personas avaladas por la dictadura comunicacional.

¿Se puede afirmar que el Estado argentino es bastante más débil, después de sobrevivir al desastre dejado por el macrismo y que agravó el Covid19, mientras que el grupo Clarín es más poderoso?  ¿Es comprobable  que esto sea posible?  Sin entrar a analizar las campañas desatadas en los últimos años por Clarín y todo el multimedio,   podemos ver cuáles han sido sus últimas actuaciones.  Los aumentos de facto de este grupo en las telecomunicaciones, incumpliendo lo dispuesto por el Gobierno Nacional, vuelven a explicitar sus intenciones, algo harto conocidas y que son ignoradas por amplios sectores de la sociedad: quieren un estado débil, sumiso y obediente, un estado fallido que no pueda imponerse frente a las órdenes de las corporaciones.

La vida continúa en medio de esta pandemia y en medio de los problemas que nos siguen rodeando, como el valor de los alimentos.  Para la pandemia, mantengamos las medidas de prevención, a la espera de que lleguen las vacunas.  Para los alimentos será necesario que se adopten medidas urgentes. Pero a su vez, y volviendo al tema que nos ocupa, se hace urgente dar un giro de 180° grados al manejo comunicacional del gobierno, para enfrentar la guerra que han desatado desde el poder mediático y sus cómplices de Juntos por el Cambio.

El multimedio Clarín, con sus satélites y medios similares imponen una campaña de desánimo y distorsión permanente. Durante 2020 se encargaron de desarrollar una cruzada contra la cuarentena y las medidas de prevención.  Con posterioridad se han plantado firmemente difundiendo las marchas anti vacunas y más cerca en el tiempo desacreditando a la vacuna Sputnik V (para ellos, la vacuna rusa). Pero no hay una contramedida,  no aparecen voces que resalten de manera permanente y eficiente los esfuerzos y logros del gobierno, así como también las secuelas del desastre heredado del macrismo y que se  agravaron por la pandemia. Si no se modifica esa tendencia, vamos a estar en problemas.

Si somos el país que más ha vacunado a su población en todo el hemisferio sur, ¿por qué los medios no lo mencionan? ¿Por qué se les deja tomar cualquier iniciativa basada en mentiras?  La desinformación fue siempre su caballito de batalla. Pero esta vez han llegado demasiado lejos, atentan contra la salud de la población y pueden provocar muertes… ¿Ningún fiscal es capaz de actuar de oficio? Si ni siquiera se les opone un discurso de peso ¿no es posible que se agrave aún más la situación general?

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info