La revolución de las vallas encubre un ajuste feroz y arbitrario

La discusión sobre el vallado colocado sobre el perímetro de la Vicepresidenta encubre en realidad un ajuste feroz, arbitrario y absolutamente desordenado y arbitrario. Llevado a cabo por un  gobierno peronista, resulta claramente más abarcativo y profundo que el que pretendía llevar a cabo el renunciado ministro, Martín Guzmán. Incluso más aún que el llevado a cabo por el ex presidente Mauricio Macri, y resistido ayer por los ultra-ajustadores de hoy, en una clara muestra de su hipócrita dualidad.

La discusión de las vallas claramente encubre una torpeza política por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y su jefe de gabinete, aprovechada por el kirchnerismo para victimizarse en un claro alarde sicopático de amor y no violencia.

Mientras esto sucede en la “realidad” de los políticos, la realidad económica del pueblo argentino sufre un embate cada vez más fuerte por parte de recortes de gastos que engloban solamente a la faz privada de la economía. El Estado, y especialmente la clase política, quedan a salvo de cualquier recorte de sus ingresos, de sus privilegios, de sus negocios y de sus ingresos declarados y no declarados.

Para decirlo claramente: la colocación del vallado fue una brutal torpeza política, y el manejo posterior por parte de la Ciudad de Buenos Aires lo único que hizo fue profundizar esa torpeza política. En la contracara, al otro lado de la grieta, lo único que se buscó fue victimizarse en aras de una supuesta persecución judicial orquestada contra la persona de la actual Vicepresidenta, y destinada a proscribirla.

Nada más lejano a la realidad. Saquearon el Estado durante doce años con empresarios creados a la medida del saqueo iniciado por Néstor Kirchner y continuado por su esposa. Hoy pretenden denunciar teóricas conspiraciones para no hacerse cargo de ambas cosas: el resultado de su actividad sospechada de delictiva y del resultado del ajuste necesario producto de doce años de populismo y dilapidación de los recursos públicos.

Así el pueblo Argentino se enfrenta hoy a un recorte brutal de sus ingresos reales por vía de eliminación de subsidios y de reducción del gasto público en prestaciones de salud, en prestaciones de educación, en prestaciones destinadas a pacientes con discapacidad, entre otros ajustes que todavía están por llegar. Llamativamente no se corta ninguno de los gastos derivados de la actividad política, ni los beneficios y los privilegios de los políticos.

No solo eso, sino que se incrementan las partidas destinadas a las empresas publicas manejadas por los delegados de La Cámpora y de Cristina Fernández de Kirchner. Otra vez se muestra cómo el kirchnerismo decide ejercer la política absolutamente de espaldas a la sociedad.

Y cae ahora en un ajuste salvaje, desordenado, caprichoso  y arbitrario. Pero cabe puntualizar que este ajuste nace en la concepción equivocada que tiene el kirchnerismo del gasto público. Y fundamentalmente de la capacidad de financiar ese gasto, sin límite, por la vía de emisión monetaria o el aumento indiscriminado de la presión impositiva.

Encubre una profunda distorsión de los precios relativos de la economía, provocada por la tendencia claramente ineficaz e ineficiente del peronismo de pretender manejar arbitrariamente todos los precios de la economía.

En concreto, ha provocado un cepo a la compra de dólares que generó también una disminución brutal de la liquidación de exportaciones y el ingreso de dólares.

No puede resultar sorpresivo este resultado. Muchos lo ejemplifican como una puerta giratoria donde cuando uno pone una piedra para que la puerta no gire y no salgan dólares, la puerta se frena y tampoco entra la mencionada moneda.

Y eso es lógico, cuando le pedimos a un sector que produce riqueza que le regale sus dólares al Banco Central a 147 pesos, menos las retenciones, y que después compre los dólares que necesita para su actividad, para ahorrar o para comprar insumos al dólar de 300 pesos. Claramente se trata de una medida confiscatoria del patrimonio mantener semejante dualidad de tipos de cambio y pretender comprarles a los productores el dólar a un precio que no es real y muy por debajo de lo que realmente vale.

Estas, y no otras son las distorsiones profundas que genera el populismo, acostumbrado a vivir de los bienes públicos, y a malgastar los recursos tributarios y la riqueza de un país en el teórico reconocimiento de derechos universales, que terminan no siendo tales cuando la gente se empobrece sistemáticamente, se queda sin acceso al mercado laboral formal y sin acceso a los servicios esenciales para una vida digna.

En materia energética en particular -y sin vocación de querer borrar con el codo lo que uno escribe con la mano- debo manifestar que claramente estoy de acuerdo con que la energía hay que pagarla exactamente lo que vale. Pero también es cierto que este brutal ajuste tarifario que lleva adelante el ministro de Economía,  Sergio Massa, es la consecuencia de una arbitraria y, por qué no decirlo, estúpida política tarifaria llevada adelante durante los dos años anteriores. En esos años ni siquiera se aumentaron las tarifas al ritmo de la inflación o, por lo menos, de la variación de los ingresos salariales. Entonces se generó un subsidio que ocasionó que la gente destinara esos recursos sobrantes a otro tipo de consumos. Ahora de golpe vienen y le tiran por la cabeza con todo el atraso tarifario, generado por la inacción del gobierno durante treinta meses. Y se lo tiran por la cabeza en seis meses, y pretenden que la gente pueda absolverlo, pueda financiarlo y además esté contenta porque el gobierno peronista por fin vino a producir el ajuste del propio gobierno peronista.

Es casi insultante escuchar que el kirchnerismo cante  “vamos a volver”. Están gobernando, ya volvieron, háganse cargo del ajuste nacional y popular.

La Vicepresidenta en ejercicio es la jefa política del movimiento y están ajustando en forma salvaje a todo el pueblo Argentino.

Esto es lo que son, esto es lo que representan. Así piensan y así gobiernan. La Justicia la está juzgando: la Historia ya los condenó.

Cristian Herrera
crisherrera@huellassuburbanas.info