La Patria, El Eternauta y el Covid-19

Estaba divagando en el anochecer de uno de esos días de cuarentena en los que uno ya no sabe si seguir encontrándose con uno mismo o que otra cosa hacer. Entonces el Conavid-19 me llevó a pensar en una situación lejana que había leído allá lejos en el tiempo y que en algo se le asemejaba. Recordé una historieta que me había atrapado de niño, tan solo un par de años después de que apareciera su primera edición: “El Eternauta».

A diferencia de un virus, se trataba de una tormenta de nieve tóxica que acaba con gran parte de la población, y que formaba parte de invasión alienígena.

Una síntesis de la historia podría narrarse con que la invasión se desarrollaba por seres que en realidad eran sometidos.  Los Ellos son quienes ordenan la invasión y que nunca se ven  toda la ficción. En su estrategia invasora utilizan a seres de otros planetas a los que manejan con teledirectores, una especie de chips con los que los que los controlan. Así desfilan Cascarudos, Gurbos, Hombres-robots y los Manos.  Estos últimos son unos seres muy inteligentes y sensibles controlados por los Ellos, gracias a una glándula de la muerte que les es insertada al nacer. No  pueden traicionar a sus amos ya que si sienten miedo, la glándula genera un veneno que los mata.  El temor que les produciría el simple hecho de pensar en traicionar los autodestruiría.

Dos cosas han quedado grabadas en mi memoria, la primera es cuando Juan Salvo, quien será “El Eternauta”,  comenta, cuando todo comienza, y se encuentra en su casa, con su familia y amigos,  que todos estaban «separados del mundo como si el chalecito fuera una isla. Y  ese hecho me acerca a la actualidad del aislamiento social, “el quedate en casa”.  En el avance de la historia, Juan queda separado de su familia en el espacio-tiempo, y es en su búsqueda donde reaparece frente al autor, narrando ese, su pasado que será el futuro de todos.Es una historia circular. Dejé los fascículos sobre la mesita de luz e intenté dormir.

No se si fue mi imaginación, o fue mi estado de duermevela, lo cierto es que la historia comenzó a cobrar vida en mi mente. ¿No sería el Covid-19, ese enemigo invisible, un clon modificado de aquella nevada que no obligaba al auto encierro? Los Ellos serían esos seres de los que algo sabemos, pero que casi nunca se dejan ver, como los integrantes del establishment. Los manos vendrían a ser los “comunicadores estelares”, que propagan fake news y que a falta de “glándula de la muerte”, reciben suculentos beneficios y que temen perder, en caso de traicionar a sus amos, además de caer en el ostracismo mediático. El resto lo completarían con opinólogos mediáticos, trolls y bots en las redes sociales.

Mientras me alejaba un tanto de esa mente febril, en la última semana algo sacudió esa especie de modorra hiperactiva. Varios de los manos, digo de los comunicadores estelares, hablaban de caos, de la posibilidad de un estallido social en el conurbano bonaerense, por el encierro en cuarentena.   Lo raro, o no tanto para ser verdad, es que mientras desde los medios se agitaba con esa posibilidad, se podía chequear gracias a la labor de informantes que el nivel acatamiento a la cuarentena había sido  “muy alto” o bien “parcial” (aproximadamente 42 % en cada mención) En menos del 15% de los barrios se informa un muy bajo acatamiento de la medida.

En paralelo con estos sucesos, a comienzo de la semana la presión de los “Ellos” se activó. El primero fue Paolo Rocca de Techint, que, al igual que en 2008 amenazó con despedir a 1450 empleados. Al día siguiente, varios integrantes de Juntos por el Cambio organizaron junto a sus trolls y acólitos de C.A.B.A. y Córdoba un cacerolazo en defensa de los “privados”, que curiosamente habían vivido y crecido gracias al estado. Siguió el hermano del alma del ex presidente Macri, Caputo, quien también amenazó con despidos.  La respuesta del gobierno no se hizo esperar y un DNU prohibió los despidos por 60 días, con lo que se retrotrajo la situación. Pero el día viernes 4, a errores de organización en el pago de haberes de jubilados y planes sociales, los banqueros “ayudaron” a las multitudes que se apretujaban en las calles, quebrando la cuarentena, y cuyo resultado en contagios se podrán ver en 15 días.

Si no asumimos lo que está sucediendo  el panorama puede llegar a ser más complicado de lo que parece. Comprobarlo es más fácil de lo que se supone, si dejamos de lado a quienes desde los medios opinan profundamente de algo que desconocen. Al observar el mapa mundial se aprecia claramente que los gobiernos que priorizan al ser humano por sobre la economía  le va mejor que a los que no lo hacen frente  esta pandemia. Argentina priorizó, mayormente, a la salud pública, que aunque con defectos se le puede hacer frente a esta situación.   En cambio aquellos que lo han hecho en forma inversa encuentran serias dificultades.

Lo que hay que tener en claro es la actitud y las decisiones adoptadas por nuestro Gobierno, sobre todo, viendo los sucesos de los últimos días. La emergencia sanitaria ha encontrado respuestas gracias al desarrollo de operativos jamás vistos en estas tierras.  Pero por otro lado, el establishment y sus grandes grupos de poder financiero y empresario resisten y tratan de imponer sus premisas, por lo que el Gobierno deberá quebrarlas porque lo quieren hacer tropezar.  Se debe fortalecer al Estado, para no volver atrás.

Esto se desarrolló en un mundo híperconectado.  La globalización neoliberal fue la que ayudó a que se disminuyeran los presupuestos de salud, a que la sanidad pública fuese una cosa para los pobres, casi una mala palabra. Si vemos las caras de quienes la han defendido, uno puede notar que es mala y que hay que defenestrarla tal como está.

Se puede observar un accionar como en una situación de guerra; países que se apropian de insumos que corresponden a otros, ya sea pagándolos con diferencias o apropiándose directamente de los mismos.

La respuesta, cuando esto pase, deberá ser la Patria primero, de la mano del nacionalismo popular. Con el conjunto del pueblo teniendo dominio pleno de sus recursos naturales y riquezas. La prioridad será el interés colectivo del pueblo-nación y recién a partir de allí decidiremos los vínculos con otras naciones. Solo así nos podremos separar de un final como el de El Eternauta: la historia circular.  Esa que nos hace retroceder cuando apenas hemos logrado avanzar un poco.

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info