
06 Oct ¿La nave de los locos?
Aquella legendaria pintura del artista flamenco Jheronimus van Aken “El Bosco” de inicios del siglo XVI, que da título a estas reflexiones, podría emparentarse con el rumbo institucional sobre el que transita nuestro país, como mínimo, desde el 12 de agosto último pasado hasta la fecha de publicación de esta edición de Huellas Suburbanas.
Una modesta barcaza, sin vela ni timón. O peor aún, con una pretendida guía que no sirve a los fines del objetivo de llegar a alguna parte. Mientras unos celebran una improvisada fiesta, otros tantos permanecen indiferentes, y también conforman la escena quienes, ya caídos de la improvisada nave sin rumbo, procuran mendigar alguna sobra, antes de que se hundan en el fondo del mar.
Lo cierto es que, más allá de las distintas realidades de los personajes intervinientes en la escena, ninguno logrará llegar a buen puerto. La eterna duda –sin respuesta- radica en animarse a conjeturar si, en efecto, habrán pretendido ir hacia algún destino. O si les bastaba con permanecer en ese particular estado de insensata jarana, ajenos unos a las necesidades de otros.
En una primera observación, podríamos bucear similitudes con el estado de neurosis colectiva en el que cayó el Frente Cambiemos luego de sufrir la fenomenal cachetada electoral del pasado 11/08. Pero ello, a lo sumo, podría constatarse entre segundas y terceras líneas dirigenciales. Y por supuesto, entre bases tan xenófobas y racista como dotados de una sordidez mental que, en muchos casos, impresiona y preocupa en sumo grado de cara a la necesaria convivencia que se viene.
Del mismo modo, como casi todos sabemos, la principal crema dirigente de Cambiemos puede aparentar –vaya estrambóticos recursos marketineros- ingenuidad o cierto grado de locura pasajera, pero debajo de dicho maquillaje aparece el verdadero semblante, con pleno dominio de todas las decisiones que han ido ejecutando y otras que intentarán llevar adelante, con maliciosa alevosía, hasta el final de su mandato.
La voluntad de dejar “tierra arrasada” es un secreto a voces, del cual la abanderada de dicha estrategia arriba expuesta, es decir la Dra. Elisa Carrió, hizo alarde meses atrás, cuando en un acto partidario rugió ante sus fans, aquello de que había que dejar “vacías las arcas” del BCRA, para que un eventual gobierno peronista no pudiese “robarse nada”. En este punto, cito a la siempre brillante colega Sandra Russo, cuando indaga analíticamente a la verba de la líder de la Coalición Cívica: “Pasemos en limpio: ´peronista´ significa trampa, algo para ser ´denunciado´. Tener tratos con la CIA no. Inventar causas no. Fugar divisas no. Mentir a repetición no. Carrió le habla a un Estado gorila como si esa fuera la naturaleza normal de un Estado”.
Y más allá de haberse constituido en el gobierno más endeudador de la historia democrática argentina (y uno de los más represores y generadores de pobreza, desocupación e indigencia), en sus cartas nunca hubo, y mucho menos queda ahora, más que lo que señala Sandra en la cita anterior. Se refugiarán en ese reflujo nauseabundo del odio a troche y moche; fomentarán la radicalización de las envidias, los resentimientos y todos los disvalores humanos de los que esa gente hace uso y abuso hasta la exasperación. Intentarán dejar un país ingobernable para sabotear con celeridad al próximo gobierno, en el muy probable caso de no lograr, el frente Cambiemos, retener el control del poder político nacional.
De no mediar una pronta democratización en el funcionamiento actual de los grandes medios masivos de comunicación, el bombardeo malintencionado estará a la orden del día… a menos que logren hacer claudicar al próximo gobierno hacia una sumisión a la agenda que aquellos le impongan. Por caso, el Grupo Clarín y La Nación ya salieron a advertir en diversas columnas de “opinión” en sus matutinos, acerca de los “futuros límites” con los que se encontrará la siguiente gestión gubernamental en materia económica, financiera, laboral y demás etcéteras.
La buena nueva es que el grueso de la sociedad ya tiene bastante en claro este marco de situación que, muy probablemente, deberá enfrentar el nuevo Presidente que resulte electo el próximo 27 de octubre. Por lo tanto, será deseable y necesario reproducir una paciencia sin quietud ni resignación, como suele reiterar el Padre Francisco Olveira en sus intervenciones mediáticas y comunitarias. Paciencia sin resignación. Paciencia ante la adversidad. Organización para resistir. Determinación para empujar a la conducción del aparentemente renovado campo nacional y popular, hacia la reconstrucción del tejido social que el frente Cambiemos se encargó de destrozar, sin el más mínimo atisbo de humanidad.
El 28 de octubre comenzará una etapa tan apasionante como cargada de emergencias, producto de todos los condimentos anteriormente señalados. Apenas un poco más adelante, habrá que decidir qué sectores habrán de pagar las cuentas de la orgía financiera que se libró en nuestro país a lo largo de los últimos 4 años. Porque tamaño accionar no puede salirle gratuito a sus principales intérpretes y beneficiarios.