La lucha de la comunidad de Andalgalá contra las actividades de la Minera La Alumbrera y en la defensa de todos los derechos humanos

Andalgalá es una ciudad del centro norte de la provincia de Catamarca, y capital del Departamento homónimo; a 248 km al norte de la capital provincial, San Fernando del Valle. Constituye un oasis irrigado por el río Andalgalá, al pie de las estribaciones más meridionales de la Sierra de Aconquija, cubiertas de selva subtropical, un espacio desértico que contiene al Salar de Pipanaco. Dentro de este distrito desarrolla sus actividades extractivas la minera La Alumbrera.

La política de promover una producción más sustentable en la mayoría de los países desarrollados, a consecuencia de una mayor demanda de su población por usufructuar los bienes comunes naturales y evitar la contaminación, los ha llevado a un proceso de deslocalizar las actividades de las empresas más contaminantes tales como: la minería, la industria química y las celulosas, entre otras. Es así como los países más empobrecidos reciben estas industrias con las promesas básicas de los procesos de desarrollo, esto es crear más puestos de trabajo, generar ingresos al fisco, incrementar los excedentes exportables, etc.

El avance de la minería a cielo abierto en la Argentina, impulsada por un modelo de crecimiento que hace de la utilización de los bienes naturales su base de sustentación, moviliza  a la población expuesta ya directa como indirectamente. En el caso de la provincia de Catamarca, la actividad de la Minera La Alumbrera ha generado diferentes impactos en los bienes ambientales, que son percibidos bajo diversas formas por miembros de las comunidades. Es así como la población expuesta relata, desde su propia perspectiva e indicadores, la existencia de problemas de crecimiento y muerte de animales de cría, merma en la producción agrícola, desarrollo de enfermedades agudas y crónicas, migraciones de familias, todas estas adversidades con una posible relación a la actividad minera. De esta manera, la emergencia de enfermedades no registradas anteriormente en la comunidad, así como el incremento en las preexistentes, y aún los cambios en la calidad del aire, agua y vegetación, ameritan la necesidad de poner un límite a las actividades de la mina, así como de impedir la habilitación de la Mina Agua Rica, ubicada más próxima a la ciudad de Andalgalá.

La minería a cielo abierto produce un mayor impacto visual o paisajístico que la subterránea. Las excavaciones y los cortes de laderas que se producen durante la extracción, si bien pueden ser recompuestas parcialmente, alteran al paisaje original.Tradicionalmente la contaminación minera ha sido encubierta. Ello ubica, de por sí, a la minería como una actividad de doble riesgo, por la dificultad de detectar a tiempo sus impactos y accidentes ambientales -junto a la gravedad y magnitud- y por la falta de conciencia y disposición por parte de los empresarios mineros, y de las autoridades municipales y provinciales,  de establecer sistemas de alerta transparentes que permitan la intervención oportuna del estado frente a cualquier contingencia ambiental provocada por esta actividad.

Se hace evidente que los miembros de la comunidad de Andalgalá se hallan en una encrucijada, por un lado, y a partir de decisiones claramente políticas, asisten a una retracción de las actividades productivas agrarias y agroindustriales e íntimamente ligado a ello a una expansión de la actividad minera. Las actividades de índole agrario se hallan en un claro proceso de contracción ligado a factores propios de la actividad, pero con vínculos con la actividad minera; por un lado, la merma en la cantidad de agua y por otro la pérdida de calidad para el riego. A su vez, el depósito de polvo proveniente de la actividad minera determina un menor crecimiento y desarrollo de los vegetales.

En relación a la emergencia de enfermedades, los miembros de la comunidad, respaldados por algunos informes de médicos, visualizan un mayor registro de cánceres, enfermedades estomacales, enfermedades en las vías respiratorias, enfermedades renales, afecciones en la piel y enfermedades psico-sociales. También, y relacionado con la actividad minera, existe un estado de tensión permanente dada la necesidad de estar preparado para acciones comunitarias. Así se perciben enfermedades psicológicas, se menciona vivir con miedo, con ansiedad, con temor y desconfianza.

Se evidencia la influencia social, económica y política de la empresa en el territorio. Dominio que no pasa desapercibida si se observan y leen atentamente las inscripciones en las paredes de la ciudad. La empresa La Alumbrera, aunque resulte paradójico, está reemplazando a las instituciones del Estado en sus funciones indelegables, como lo es el cuidado de la salud de las personas, aspecto que se hizo evidente en la construcción de un nuevo hospital local. También en los aportes monetarios para el desarrollo de actividades educativas y sociales.

Pese a la tensión permanente, a la persecución que manifiestan los miembros de la comunidad, se registra una creciente participación de los ciudadanos, ya en forma directa en la intervención en las marchas, la colaboración en la radio comunitaria, la firma de los petitorios, entre otras cuestiones.

Es posible afirmar que, desde los procesos destructivos de la salud derivados de la actividad minera y los conflictos por ella generados, la comunidad se fue organizando no sólo para pedir mayores monitoreos y supervisión, sino el mismo cierre de la empresa. Además, se aboga por la implementación de políticas inclusivas que reconozcan la diversidad social, étnica y cultural y la existencia de desigualdades económicas y desequilibrios en el acceso, usufructo, satisfacción y goce de los bienes comunes naturales.

Es justamente a partir de estas luchas que las fuerzas policiales provinciales han realizado acciones represivas, y encarcelado a una docena de amigos luchadores socioambientales. Además, obviando las leyes actuales, el ejército se halla presente en las calles de la localidad.

En Andalgalá se expresa una sociedad que lucha para preservar la salud de las personas pero en términos más amplios, la de todo los intervinientes en los ecosistemas.

Javier Souza Casadinho
javier@huellas-suburbanas.info