La devastación económica y social del neoliberalismo debe terminar

  Hace casi un siglo, el domingo 2 de abril de 1922, y sin haber hecho campaña, Marcelo Torcuato de Alvear obtenía una aplastante victoria sobre el candidato conservador Norberto Piñero. Ese triunfo de la Unión Cívica Radical sería la última ocasión en que la clase dominante llegaría al gobierno mediante el voto popular hasta la actualidad.

   Desde ese entonces, solo lo lograrían, apañados por el imperio de turno, mediante los golpes de estado.  Esa estrategia del control imperial,  duró alternadamente, durante varias décadas. El uso de tanques para derrocar un gobierno, fue cayendo en desuso, ya que ese accionar se terminaba volviendo en contra de sus promotores foráneos. El gasto que demandaba su sostenimiento, la corrupción que desencadenaba y el sentimiento adverso que generaba en la población, fueron analizados como grandes inconvenientes. Por lo tanto, se debía desarrollar estrategias diferentes. Comenzaba la era de la teoría de los “golpes blandos” de Gene Sharp. O más actual aún, la guerra jurídica o “Lawfare”, que desarrollan ententes jurídico-mediático-políticos para perseguir opositores y desacreditar gobiernos populares.  Todas servían para lograr sus fines.   

  Hacia finales de la década de 1960 y en los 70, la clase capitalista corporativa global, que se sentía tanto política como económicamente amenazada, comienza a desarrollar un proyecto político que pusiera freno al poder del trabajo por todos los medios posibles. Ese proyecto que se ha ido desarrollando en forma gradual es el neoliberalismo.

  No solo avanzó en reformas económicas y políticas, sino también culturales.  La concentración de la riqueza y los multimedios que han desarrollado, se han establecido como arietes sobre la opinión pública. Las elites dominantes, gracias a los avances de las ciencias, han credo una amplia brecha entre los conocimientos  por ella adquiridos y los del ¨público”. Hoy, casi sin excepciones, el sistema ejerce un mayor control y poder sobre los individuos,  mayor aún que el de los individuos sobre sí mismos.   

  Hace poco más de tres años que la tercera oleada neoliberal alcanzó a nuestro país. Luego de casi cien años, la clase dominante volvió a alcanzar el gobierno gracias al voto popular. Al igual que con Cambiemos, ese nefasto proyecto, que pretende ser hegemónico, se estableció en varios países de la región.  Irrumpe destruyendo las posibilidades de ampliar derechos, de denegar la viabilidad de una democracia participativa, estableciendo un “sálvese quien pueda”, gracias al individualismo extremo y a la meritocracia, tutelados por una competencia atroz.

  Este programa o proyecto, avanza mutando permanente desde sus inicios, con su criterio de supremacía, para imponer construcción de identidades y enfoques  que justifiquen, legitimen y naturalicen el orden social injusto que surge, precisamente, gracias a la implementación de las políticas neoliberales.  Es decir te convencen de que las políticas de clase que implementan para destruirte son, en realidad,  las que vos solicitaste. No por casualidad, el ejecutivo y el gabinete de Cambiemos esté constituido por CEOs de grandes empresas: es la unidad capitalista corporativa de nuestro país.

  Estos son a grandes rasgos, las cualidades del enemigo con el que habrá de confrontar el campo popular en este año electoral.  La devastada economía nacional nos muestra, en el último año de esta gestión de Cambiemos,  cifras de desocupación de dos dígitos, desigualdad y pobreza en amplio crecimiento, un PBI casi un 2% menor al de 2015, más de 9000 Pymes cerradas y tasas de interés de un 70%. Mas no por falta de capacidad o errores, como muchos creen; esto es lo que vinieron a hacer. 

  Todavía los multimedios siguen hablando de la “pesada herencia” con relación a lo dejado por el gobierno anterior. Pero ésta realmente será la que deba enfrentar el próximo gobierno. A  lo anteriormente señalado se le sumará el crecimiento en más de 100.000 millones de dólares del stock de Deuda Externa .logrado con la complicidad del FMI, más los condicionamientos que éste impuso.

  ¿Cómo oponerse al neoliberalismo?  Deberá ser con la construcción de ese Frente Nacional y Popular al que aún no se le ha dado forma concreta para mostrarse como alternativa que derrote al macrismo.  Es válido el razonamiento de definir una síntesis programática para enfrentarlo. Algunos sostienen una selección de valores personales para quienes integren ese frente para que no convertirlo en un amuchamiento.  Pero un costo a pagar, mayor aún, serían otros cuatro años de un gobierno neoliberal. No importa la trayectoria pasada de las personas y fuerzas, su naturaleza ideológica, importa la posición que tienen respecto al neoliberalismo y al gobierno que pone en práctica esa política.

  Hay que asumir el neoliberalismo hace “desaparecer” el Estado de Derecho que defiende el bien común. Estado que deja de ejercer la soberanía, ya que se la transfiere al sector financiero.  Por lo tanto, en esas condiciones, el sector público pasa a estar al servicio de del mercado en lugar de la población.

  Comprender que el Dios Mercado es quien alimenta las desigualdades que él mismo va creando, no el que las va a resolver. Que solo es el Estado quien debe tener como principal responsabilidad la protección, el cuidado y la protección del trabajo, la economía y la ampliación de derechos. Estas son fundamentos deben formar parte de la base imprescindible de un programa  de liberación. Las políticas se podrán resignificar luego.

  La tarea no ha de ser nada sencilla, ya todo parecerá ir siempre cuesta arriba, pero es el camino que se habrá   de recorrer. La decisión de cómo hacerlo será blanca o negra, porque no habrá tiempo para grises. El tiempo para la Unidad es aquí y ahora; no existe el después.  Desandar el armado neoliberal llevará tiempo, pero es la única alternativa  para poder alcanzar una Patria Justa, Libre y Soberana que nos cobije. 

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info