La Batalla de Chacabuco: periplo bicentenario por un episodio épico en la lucha por la emancipación americana

Por: Maximiliano Pedranzini*

Si debemos definir el episodio conocido como la batalla de Chacabuco, sin duda éste ha sido, además de épico por lo que significó históricamente, un éxito en lo que respecta a la estrategia militar trazada por el General José de San Martín en el campo, y esto es clave para comprender el proceso que llevó a la colonia virreinal del sur a levantar las banderas de emancipación e independencia del imperio español. La batalla en la hacienda de Chacabuco (actual territorio chileno) efectuada el 12 de febrero de 1817 fue, como tantas otras batallas, un eslabón en la larga cadena por libertarnos de España, y, por supuesto, de toda nación extranjera que quisiera conquistar a los pueblos de Sudamérica, como reza la declaración de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, proclamada un año antes.

Es de Perogrullo afirmar que, sin la presencia en combate del General San Martín y sus lugartenientes -como Bernardo O’Higgins y Miguel Estanislao Soler al mando de sus respectivas divisiones- comandando el Ejército de los Andes (glorificado con justicia por la historia), no podríamos hablar de un proceso emancipatorio continental, mucho menos de una independencia, por más formal y política que esta sea. Aquí está la esencia constitutiva del proyecto emancipatorio: en la lucha directa contra el opresor desde las armas, desde el campo de batalla. Es resolver la dilatada dialéctica del amo y el esclavo a favor del esclavo. El punto final que clausuraba una época de nuestra historia para abrir otra. Los conflictos que se sucederían a posteriori forman parte de otra página, tan atrapante como esta que estamos repasando.

No obstante, el ejército realista que continuaba ocupando zonas de lo que prácticamente sería su ex virreinato, no bajaba los brazos en pos de mantenerlo bajo su dominio, que con el correr de los días y de las horas ya era un territorio libre e independiente. El fracaso militar de España tanto en Europa como en América se evidenció en el campo de batalla, y la de Chacabuco fue el epílogo de este fracaso. San Martín, quien organizó los frentes de batalla y dio instrucciones precisas a las divisiones comandadas por Soler y O’Higgins, atacó por el frente junto a O’Higgins quien se sumó a las filas del libertador, mientras que Soler al mando de una división de 2000 hombres atacaría por el flanco derecho, incorporándose a la contienda luego de un largo peregrinaje por el Camino de la cuesta nueva. El ala derecha encabezada por Soler serviría de refuerzo para un San Martín lanzado en batalla contra el ejército comandado por Rafael Maroto, quien supo desde el primer momento que corría con desventaja tanto numérica como estratégica, ya que el bando patriótico se había adelantado para ocupar la cuesta, punto neurálgico de la batalla. Maroto no retrocedió y le presentó batalla al Ejército de los Andes siendo superado en todos los frentes. Soler significó un respaldo fundamental para el ejército libertador y la llave del triunfo para imponerse de manera contundente a los realistas.

El rol de O’Higgins fue determinante acompañando a San Martín en el frente, mostrando un gran apremio en el campo de batalla, algo que el yapeyuense conocía muy bien. Sin meditarlo demasiado, O’Higgins al mando de su tropa se arroja en combate por su propia cuenta, sin recibir órdenes de San Martín y comienza con el ataque en dos columnas, siendo, en un principio, superado en número por las fuerzas realistas que ya habían entrado en combate e iniciado la ofensiva. O’Higgins va al frente sabiendo esta desventaja momentánea, por lo que ordena -junto con San Martín- a Soler que apresure el trayecto y comience con el ataque como estaba planeado. Esto les permitió reducir a los realistas de extremo a extremo de la cuesta y derrotarlos en esta guerra.

La batalla de Chacabuco es, entonces, el proceso decisivo por la emancipación del imperio español. Piezas de artillería y tropas patrióticas avanzaron hacia el norte de Santiago venciendo al ejército realista que contaba con menos de la mitad de soldados y piezas de artillería que el Ejército de los Andes. Su triunfo en el campo de batalla fue categórico, teniendo como principal acción barrer con los vestigios coloniales que quedaban del otro lado de la cordillera.

Frente a la ofensiva realista, San Martín va a encabezar una contienda que no sólo lo enfrentó con tropas españolas en la cuesta de Chacabuco, sino que tuvo que lidiar con una ocupación realista que le impedía poner en marcha su plan, el cual era liberar el Virreinato del Perú por mar desde suelo chileno, y para ello tenía que derrotar a los realistas que se encontraban en este territorio. Para esta campaña, dispone de un ejército de cuatro mil soldados (sumando a dos mil comandados por O’Higgins y los mil quinientos de Soler) y nueve piezas de artillería provenientes de Cuyo que componen su armada, según las cifras oficiales manejadas por los historiadores. Esto constituyó el Ejército de los Andes que se disponía a dar continuidad a esa gran empresa continental que representó el Cruce de los Andes ese mismo año.

En suma, la batalla de Chacabuco ha ganado trascendencia en el contexto de las guerras de independencia al igual que el resto de las luchas por la emancipación, empero, su papel militar significó el corolario de este proceso que comenzó en Chuquisaca y La Paz en 1809. Cuestión de la que se debería reflexionar con mayor hondura.

El ejército realista encontró su último escollo en la reconquista de sus colonias y no logró en batalla enfrentar de igual manera al ejército patriótico para hacerse con este objetivo, cada vez más alejado de las pretensiones reales de España, que tenía que afrontar sus propios asuntos de soberanía en el viejo continente. Por esta razón, esta épica encarna uno de los episodios más importantes en la historia de nuestra emancipación.

El siglo XIX americano encuentra su síntesis más notable en la acumulación de coyunturas bélicas que desembocaron en la emancipación de los pueblos americanos, la caída de la estructura virreinal y la disputa por una nueva organización política, ahora en manos de las élites criollas. La travesía por estos más de doscientos años de hito en el arte de la guerra, como alguna vez ponderaría el ex oficial francés de Napoleón Bonaparte y Sargento Mayor del Ejército de los Andes, Ambroise Cramer, recita la epopeya de un proceso de liberación que culmina con la gloria del general más importante de la Patria Grande: don José de San Martín.

*Ensayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela”.

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