Jóvenes patas en la fuente

Nuevo Encuentro organizó en el Centro Cultural Bartolina, el 29 de julio, un encuentro para pensar propuestas y debatir sobre política dirigido a estudiantes secundarios. Más de cincuenta pibes y pibas con intenciones de manifestarnos participamos aquella tarde. El Centro Cultural nos recibía con una ronda de sillas que informalmente fuimos ocupando. Bartolina supo atajar, como la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945, las preocupaciones más sentidas; en consonancia, la ronda de sillas supo ser como la fuente de la plaza que en aquella época contuvo los cansados pies de los trabajadores. El 17 de octubre de 1945 ocurrió una de las más importantes movilizaciones que se dieron en este país; miles de trabajadores se movilizaron desde sus fábricas a Plaza de Mayo, exigiendo la liberación de Juan D. Perón, que se encontraba encarcelado. A la tarde la plaza estaba repleta, el calor obligó a que varios trabajadores se sentaran en la fuente y refrescaran sus pies. Fue larga la espera hasta la aparición de Perón, por lo que los manifestantes tuvieron tiempo para verse, reconocerse y charlar. El encuentro, alrededor de la fuente, seguramente haya producido diversas conversaciones, risas y debates políticos. En Bartolina, donde nada fue guionado y las palabras se largaron a marchar, sucedió algo similar: éramos muchos jóvenes reconociéndonos, reflexionando, ofreciendo nuestras posturas, contando experiencias, pero, sobre todo, sentados a la espera de que sucediera el quiebre. Ansiosos de que toda esa preocupación que nos había convocado se disipara.

Muchos autores coinciden en que el acontecimiento de 17 de octubre constituyó el origen del peronismo. El sociólogo Juan Carlos Torre logró poner en palabras lo que este hito significó: una ruptura donde los trabajadores comenzaron a visibilizarse como actores políticos. Por eso, previa a las PASO, la charla del 29 de julio contenía características similares con aquel hecho: reunidos por la incertidumbre y las ganas de alzar la voz, jóvenes rezagados por la política de turno, ingresamos en la fuente de la discusión a la espera, no pasiva, del asomo del acontecimiento que reivindicaría nuestra calidad de sujetos políticos. Ese asomo esperado es, hoy, la llegada de un gobierno popular.

Lucas Ghi, precandidato a Intendente de Morón, se encontraba entre nosotros. No como una autoridad sino como un joven más, como un trabajador más con los pies en la fuente y también con ganas de escuchar las vivencias que cada uno arrastraba. Penas concretas chapoteaban en el encuentro, como las de Mayra Villanueva, de 17 años, y Evelyn Villanueva, de 11 años. Ambas asisten a la Escuela N°9 donde practican judo gratuitamente; el año pasado salieron campeonas en el Torneo Nacional de Bariloche, y a la hermana más pequeña se le presentó la posibilidad de viajar a Chile, al Suramericano Infantil de Judo. A pesar de los reiterados pedidos al municipio para recibir ayuda económica, que significaría un gesto humano y de promoción al deporte, las chicas no recibieron ninguna respuesta; finalmente, la imposibilidad económica dejó a Evelyn sin viajar y con una certeza: está en el poder un gobierno que no piensa en mí.

La ronda de sillas constituía una circunferencia cuyo centro no se encontraba señalado, pero, a pesar de su invisibilidad, estaba claro: nos sentábamos para debatir política, nos sentábamos alrededor de la condición humana. Y tal vez, por esta característica humana del centro de la ronda, la periferia era tan imperfecta, las sillas tan desordenadas. Si la convocatoria se hubiese quedado en el montaje, en las sillas vacías, en la imperfección desocupada, la deducción sería: estamos perdidos, el marketing y los discursos ya convencieron a los jóvenes de no repensarse. Pero no fue así: todos los asientos de aquella ronda estaban ocupados por estudiantes que, dispuestos a interrumpir una tarde de lunes durante el receso escolar, nos sentamos a debatir el estado de nuestro país y qué hacer frente a la coyuntura.

No tiene que haber nunca más sillas vacías, ni fuentes sin pies, ni ojos color cielo que nos chamuyen. Sí combate, donde nos toque. Donde lleguemos a tocar. Hay predisposición por parte de la juventud, pero como dijo Paula Amargós, presidenta del centro de estudiantes de la Escuela Manuel Dorrego y militante de Nuevo Encuentro, luego de la reunión, “es muy duro ver cómo un montón de cosas que estaban y que se habían construido se caen sin más”. Esto no tiene que protagonizar nuestros miedos, hay que entenderlo como algo cíclico de la Argentina; cuando encarcelan a Perón luego de quitarle su puesto como vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, por ejemplo, se intentó también desmantelar su tendencia hacia los derechos laborales. Como las desgracias, igual de cíclico es el combate. Para cambiar las cosas, en palabras de Paula, “no hay una herramienta de transformación más grande que la política”. Francisco Pérez, estudiante de la Media N°2 de Haedo y militante de la agrupación «13 de Noviembre» de Ituzaingó, marcaba que “tenemos la obligación moral y la responsabilidad histórica de sacar a Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Ramiro Tagliaferro del gobierno” y Lautaro Manzipinto, estudiante del Fátima de Castelar y también militante de Nuevo Encuentro, concluía la orientación que debemos tomar como jóvenes citando a Platón: “‘el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres’; me parece que esa frase la debemos tener como referencia a la hora de militar en la calle y de persuadir a la población” Meter los pies en la fuente, en el barro: hay que animarnos a hacer.

Felipe Melicchio
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