Ya ni con las casas enrejadas alcanza, y eso es un hecho.

Dos semanas atrás, fui víctima de un asalto con ribetes violentos (cuchilla de cocinero en punta) en la puerta de mi casa, en pleno corazón del área central de Morón.

Anoche, misma vereda, un individuo forzaba la puerta enrejada de la vivienda de un pariente mío, muy cercano. Hasta que él se despertó (esto sucedió cerca de las 6 am de hoy), encendió luces y el malviviente huyó. Se hizo todo lo correspondiente, llamado al 911, llegada del patrullero, toma de datos, y en 3-4 minutos, se fueron del lugar.

A esto se le añade que, en un radio de 2 o 3 calles alrededor de este epicentro (Entre Ríos esquina San Martín) he sido testigo ocular de varios asaltos en la vía pública, cuentos del tío en casas de adultos mayores y un par de entraderas y/o intento de las mismas.

Me reservo la opinión, aunque cualquiera podría darse cuenta cuál es el tenor de lo que yo podría expresar al respecto y respecto a los perpetradores de dichos sucesos. Simplemente, contribuyo en alertar con la exposición de datos duros, de los que he sido víctima directa, indirecta, observador o recibí el comentario de otras víctimas en tan sólo un par de manzanas a la redonda.