Implacables con los débiles… ¿Genuflexos con los poderosos?

Esta es una anécdota que bien puede considerarse un reflejo de nuestro tiempo.

Soy propietario de una pequeña oficina en Morón centro. Actualmente, la misma se encuentra alquilada para una familia que realiza un emprendimiento ligado a la estética femenina (manicuría, pedicuría, etc.). Por la razón que fuere, se olvidaron de abonar la última factura de Aysa (empresa pública, remarco esto para el posterior “remate” de este “cuentito digno de Halloween). Las mismas no representan una erogación de dinero para nada significativo, ya que se abona el baño compartido del piso de oficinas. Digamos, estamos hablando de sumas que difícilmente superen los 3 dígitos.

El nudo de este microrrelato es que días atrás, se comunicaron del departamento de Cobranzas de dicha empresa, al mejor estilo “servicios de cobranzas” con todo lo que cualquier lector/a sabe que ello implica, alardeando aspectos “legales” con los cuales justificar la intimación que estaban realizándole al titular de la cuenta a los fines de que abone la deuda que posee con la citada empresa. Y, tras cartón, ofrecían una lista de formas y lugares para abonar, con celeridad por supuesto.

El cronista terminó de leer el correo electrónico y soltó un ligero “Eureka, carajo! Que para ejercer poder de policía a una oficina de 17 metros cuadrados, donde madre e hija la reman con un sencillo oficio, son bien decididos… pero para ponerle el cascabel a los tigres grandes… ahh… para eso requieren diálogo, consensos, respeto institucional… para que finalmente los tigres les coloquen el pesado cepo medieval sobre los brazos y las cabezas, y todo siga igual que siempre, con los beneficiados de siempre jubilosamente en su ostentación e impunidades, y los perjudicados de toda la vida abajo, bien abajo. Lo más abajo posible, no sea cosa que “osemos” algún día levantar cabeza de veras”.

El cronista masculló algunos adjetivos descalificativos, apagó su computadora, y mientras calentaba, ¡oh intersticios del destino!, agua para tomarse unos mates de miserabilísimo fin de mes,  concluyó pensando que, por fuera de estos datos duros de una realidad construida y diseñada para perjudicar a las franjas más bajas (y más numerosas, por lejos) de nuestro pueblo, el resto es una interminable fila de opinadorxs profesionales, buenos y malos sofistas de coyuntura, muchxs de ellxs incluso que se aferran a anidar en las más altas esferas dirigenciales.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com