
30 Sep Histórica peregrinación a Luján
La 49º peregrinación a la Basílica Nuestra Señora de Luján, bajo el lema “Madre, estamos en tus manos, danos fuerza para unirnos”, ofreció un espectáculo formidable de movilización popular en paz, con fe y alegría, hermanados en los más profundos sentires y creencias enraizadas en buena parte de los orígenes constitutivos de nuestra identidad nacional, y también continental de Nuestra América.
Quien redacta estas líneas recorrió desde la Catedral de Morón, históricamente conocida y que se potencia en estas jornadas como “Posta de Caminantes”, hasta Haedo, ida y vuelta, para observar la interminable, profusa y permanente marcha de feligreses de todas las edades, ciertamente en su mayoría población joven, por lo general agrupados por parroquias y colectivos religiosos que realizan estas peregrinaciones en un auténtico acto de fe y esperanza.
Resultaron muy significativos los pasacalles que engalanaron esta región del conurbano oeste desde días anteriores, al paso de las multitudes; los mismos aludieron a organizar la esperanza con la Iglesia y el Papa, también a organizar la esperanza con “Justicia Social” y contra la venta de órganos y niños. Definiciones muy potentes, abordando conceptos muy caros al sentir popular, que no pueden pasar desapercibidas, y convocan a un determinado camino ético a escala social, en marcado contraste con ciertas definiciones que se vienen pretendiendo instalar –con la ¿esperable? colaboración difusora de los grandes multimedios- desde sectores que, para nada curiosamente, intentan librar una “guerra” plagada de agravios contra la máxima autoridad de la Iglesia Católica, el Papa Francisco.
En tiempos de posverdades, que lejos de licuarse en su propio caldo de mentiras, buscan consolidarse hacia la generación de una nueva matriz de pensamiento integral, agravios desmesurados y propuestas radicalizadas rumbo al individualismo extremo y el sueño opresor de la disgregación de todo lazo comunitario y de red de contención nacional, el pueblo más sencillo vuelve a dar una fuerte respuesta, con sus propias herramientas, como lo son la fe más profunda, y marcha con esperanza en un mañana mejor, no utópico sino concreto y cercano, en unidad, en hermandad, y reclamando como ayer, hoy y siempre, igualdad y Justicia Social.
La profundidad de la lectura de los Evangelios, no claman otra cosa menos que todo esto. Y eso, sólo a modo de punto de partida hacia la plena igualdad y vida en comunidad. Aprender a compartir, dar y recibir, en un mundo creado para todos por igual.
Conversando con algunos de los presbíteros amigos de Huellas Suburbanas en este “pago chico” de Morón, me confirmaban que, al menos desde las 7 de la mañana hasta el momento de realizar esta cobertura por las calles, entre las 10:30 y 12 del mediodía de este sábado 30 de septiembre, el flujo de caminantes no ha cesado ni un minuto.
En ese rumbo, una peregrinación de ribetes históricos por su cantidad, avanza y atraviesa sin cesar las calles del oeste del conurbano bonaerense, a la espera de hallar respuestas, siempre desde la fe, y en la ilusión de verlas plasmadas en su cotidianidad. Para ello, la búsqueda es la que rezan varios de esos pasacalles tan elocuentes. Caminar con esperanza, siempre en paz, contra todo vestigio de egoísmo e individualismo, anhelantes de encontrar la redención de una completa – reiteramos por el peso de esta definición para propios y extraños – Justicia Social. Nada menos.