Historia en clave Nacional. PERON Y EL PARAGUAY

Por: Rubén Lombardi

Estando pronto a regresar definitivamente al país, en 1972,  el General PERON exclama emocionado en un acto filmado por la TV, que para él, el máximo orgullo había sido ser enaltecido como General del Ejército Paraguayo.


Recuerdo que gobernaba Lanusse y la prensa oficial reproducía la frase del ex Presidente como un hecho de “traición a la patria y al Ejército nacional”. Eran épocas en que, pese a la vasta obra revisionista, perduraba en la enseñanza escolar y universitaria y en el relato de los grandes medios periodísticos, el concepto de patriotismo chico, aquel que se aferraba a los 4 puntos cardinales tradicionales (de La Quiaca a Ushuaia y del Atlántico a la Cordillera).

Pero Juan Domingo lejísimos estaba de traicionar los conceptos más sagrados. Conocía de buena fuente aquella espantosa carnicería que fue la Guerra de la Triple Alianza contra los hermanos del norte criollo. Que Asunción y sus alrededores fueron convertidos en un desierto. Que no habían quedado sobrevivientes varones entre los paraguayos. Que infinidad de mujeres y sus niños siguieron a sus regimientos fantasmas hasta las zonas altas del territorio, donde resistió el Mariscal Solano López hasta el final. Que pibes de 9 años eran instruidos para morir por su tierra. Que los cañones terminaron cargándose con piedras y con cocos para devolver la metralla sofisticada de los Aliados. Que esas damas y sus pequeños se empecinaron en desoír los postreros pedidos de su Presidente y de los sacerdotes rurales para volver a sus hogares. ¡Nada! Querían morir con sus familias. Llegar hasta donde llegase el Mariscal…

Que hubo dos clases de dirigentes argentinos con  miradas opuestas para juzgar la contienda: Un grupo podríamos adscribirlo en el pensamiento de SARMIENTO, que dijo: “La guerra está concluida por la sencilla circunstancia de que hemos muerto a  todos los paraguayos de 10 años para arriba….aunque el bruto de López tiene aún 20 piezas de artillería y 2.000 perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos”.

Otros, nos colocamos en la línea de un exiliado famoso, quien en su testamento escrito en 1869 dispuso que “mi albacea entregue a su excelencia el señor gran Mariscal, presidente de la República paraguaya y generalísimo de sus Ejércitos, la espada que me acompañó mientras me fue posible defender los derechos de mi Patria, por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido y sigue sosteniendo los derechos de la suya”. Firmaba, Juan Manuel de ROSAS.

Sabía también Perón del instante final de Cerro Corra, donde el Mariscal, ya acorralado e intimado por los soldados brasileños, es ultimado salvajemente mientra grita “¡Muero con mi patria!”.

Provisto de todos esos recuerdos leídos vaya a saber uno en qué días, el 16 de agosto de 1954 llegaba el presidente criollo al puerto de Asunción para devolver los trofeos retenidos en la Argentina desde aquel conflicto vergonzante. Los cañones atronaban el aire saludando el gallardo gesto de un Estado arrepentido. Perón lagrimeaba, ganado por la emoción del momento. Aún así exclama a los 4 vientos: “Vengo personalmente a cumplir el sagrado mandato encomendado por el pueblo argentino, de hacer entrega de reliquias que aspiramos sellen para siempre una inquebrantable hermandad…Agradezco a Dios…que me ha permitido en éste día, llegar hasta aquí a rendir homenaje  al Paraguay en el nombre sagrado del Mariscal Francisco Solano López”.

Una cerrada ovación de los asistentes al acto cubrió las sentidas palabras del mandatario vecino, que así terminó por sellar un vínculo afectivo inmortal con la sociedad guaraní. En alguna otra oportunidad supo decir que “tengo el honor de ser ciudadano de ese país y ser General del ejército más glorioso de América”. Era el concepto más acabado de PATRIA GRANDE.

Así es como el mandatario argentino se vinculó afectivamente a los pueblos vecinos, con la conciencia de las viejas luchas, los viejos anhelos comunes y las todavía más comunes necesidades. Especialmente una: sentar las bases de los futuros ESTADOS UNIDOS DE AMERICA DEL SUR, en la profundización más penetrante de los sueños bolivarianos.

Pero eran éstas ideas y sentimientos casi imperceptibles para los seres que Jauretche adjetivaba como los de la PATRIA CHICA. Para ellos, que conceptuaban como extranjeros a los paraguas, bolivianos, uruguayos y chilenos, la “Civilización” estaba en los países desarrollados del Hemisferio Norte, a quienes aspiraban imitar en la foto del final de su expansión, salteando las políticas protectoras y de autosatisfacción nacional.

Alguna vez ensayaremos un capítulo, sin dudas merecido, de los gigantescos intentos, proyectos e iniciativas que el tres veces Presidente argentino dibujó para concretar la cohesión latinoamericana.

Como hechos concretos referidos al Paraguay, Perón desalentó completamente pequeños chauvinismos. En otra visita de 1953 dijo en la capital hermana: “Yo no quiero hoy hacer un discurso, pero sí quiero decirle al pueblo paraguayo…que si algún día debiera morir en un campo de batalla, quisiera hacerlo al frente de una división paraguaya”.

En su tercera presidencia, apuró la conexión ferroviaria Encarnación-Posadas, la represa de Yaciretá (que se preveía inaugurar en 1980), avanzó en convenir la construcción de otra represa gigantesca en Corpus. Un día envía a Isabel con un mensaje escrito para el presidente Stroessner donde señalaba sus “ganas de tomar unos mates”, para conversar y acordar muchos proyectos comunes. Le faltó tiempo. El 6 de junio de 1974, en medio de un temporal incesante, insiste en hacer un quinto viaje a la tierra amiga. Bajo una llovizna pertinaz permanece de pie en la cubierta de un barco, en donde se evoca con 21 cañonazos aquella cañonera que cobijara al exiliado derrocado en 1955. Al día siguiente emprende el retorno a Buenos Aires, ya con el cuerpo más cansado y la salud deteriorada. El 8 de junio se entrevista con el jefe radical Ricardo Balbín, ante quien vuelca sus preocupaciones por el futuro del país, concluyendo con una sentida y muy próxima presunción: “Doctor, me muero”.

Hoy recordamos un acontecimiento que hace Doctrina, para la Educación para la hermandad y Liberación continental.