Gran Marcha Federal Docente

De Ushuaia a La Quiaca, contra el ajuste neoliberal y el desguace de la educación pública

Una marea interminable de dignidad, música, reivindicaciones e identidad nacional, avanzó el pasado 22 de marzo, en el cierre de la inmensa Marcha Federal Docente por la coqueta Avenida de Mayo de la Capital Federal. Cuadras completas de compatriotas resueltos a plantar posición para no dejarse vapulear por una dirigencia insensible a toda demanda de la clase trabajadora.

Sobre las veredas, cientos de trabajadores de múltiples ramas, transeúntes en general y hasta turistas extranjeros apoyaron con muestras de reconocimiento a esta vieja –y nunca plenamente resuelta- lucha por la dignidad de la educación pública. Algunos pasaron, también, indiferentes: en breve les llegará su propia rabia; el neoliberalismo tarde o temprano arrasa con todo.

Lo que nadie puede ocultar es la contundencia de las movilizaciones de los trabajadores docentes en lo que va del 2017.

La Marcha Federal Educativa cerró con un acto gigantesco en Plaza de Mayo. La titular de CTERA, Sonia Alesso, señaló: “Convoquen a las paritarias, sino la lucha va a seguir”. Sergio Romero, de UDA, aseguró: “No nos van a dividir, hay 400 mil trabajadores”. El 30 de marzo volvieron a marchar en la impresionante convocatoria organizada por las dos CTA, junto a la Corriente Sindical Federal y movimientos sociales.

El ministro de Educación, Esteban Bullrich, consideró que “la mayoría de los docentes no coinciden con el paro como medida. Hay un paro nacional, pero la enorme mayoría de los docentes y escuelas han estado abiertas”.

El descrédito social de la gestión del ministro Bullrich –reforzado por su indefendible reinterpretación del horror del nazismo en la vida de Ana Frank, durante su visita a Holanda días atrás- es abrumador, y va mucho más allá de la firmeza de los tornillos con los que lo sostienen en su silla…

Según el último estudio del CEOP, que dirige Roberto Bacman, publicado en Página/12 el 2 de abril pasado, cerca del 60 por ciento de los argentinos sigue  afirmando la justicia del reclamo docente. Y remata Bacman: “La ecuación es sencilla y contundente: si el reclamo es justo, son los gobernantes los que tienen que ceder”.

El gobierno y su extensa lista de obsecuentes mediáticos juegan todas sus fichas a una continua ofensiva para desacreditar no sólo a la dirigencia sindical, sino a los docentes en general, en su inocultable intención de pulverizar a la educación pública. Pero la respuesta en las calles va siendo cada vez más demoledora.