
02 May Fútbol local. Morón, en estado reservado
El “lírico” y frágil Deportivo Morón de Lucas Bovaglio y el paladar pretendidamente ofensivo de la actual CD, sigue desfilando por esta nueva temporada de la Primera Nacional, devenido en presa fácil de rivales con una estructuración general más inteligente y acorde al juego de la categoría.
Los números no cierran. Las “apuestas” de jugadores que llegaron, no rinden acorde a lo soñado. Y a la hora de luchar por los porotos dentro del campo de juego, aflora la resultante de lo actuado durante la semana y en varias decisiones tomadas por la secretaría de fútbol vigente, en aparente constante aceptación de la conducción técnica del primer equipo del gallito.
Un equipo que no es capaz de cerrar partidos de local con dos goles de ventaja, y cuando sale de visita, conseguir un empate se va convirtiendo en poco menos que la quimera del oro… ese “oro” que son los puntos que ya va necesitando para engrosar su delicada situación en la tabla de posiciones, la cual muestra al gallito cada vez más cerca de los últimos puestos.
Semana a semana, pareciera que Morón se va convirtiendo en un equipo cada vez más “apetecible” de enfrentar, habida cuenta el compendio de facilidades defensivas que ofrece, las malas actuaciones de los arqueros que han jugado hasta el momento, y que si bien la fuerza motriz de la neblinosa idea que pretenden plasmar en el campo de juego, refiere a un equipo agresivo y de mentalidad ofensiva en todas las canchas, luego también expone dificultades a la hora de concretar las opciones de gol que genera.
Errores, a veces propios de principiantes, en todas las líneas. Imprecisiones a granel, nervios en aumento a medida que se concatenan frustraciones con cada pitido final que hacen sonar los árbitros cada fin de semana, sumado al modesto y poco articulado armado del actual plantel, y la improvisación de salir al ruedo en tales circunstancias, con un cuerpo técnico de escasos y poco relevantes pergaminos previos en la divisional, conforman la receta perfecta para que al gallito de Morón se le avizore un inquietante frente de tormenta en poco tiempo. A menos, claro está, que los auténticos capitales del barco sepan realizar una serie de golpes de timón justo a tiempo.
Cuando la hora te indica la imperiosa necesidad de cambiar en múltiples aspectos, insistir con lo mismo puede traer consecuencias aún más penosas.