El extraño caso de las amenazas de bomba

(Nota de contratapa en la versión impresa de Huellas Suburbanas)

Más de un centenar (y se siguen multiplicando a diario) de amenazas de bomba se han recibido en establecimientos educativos, instituciones civiles y hasta en edificios públicos municipales de buena parte de la zona oeste del conurbano bonaerense. Morón, Merlo, Ituzaingó, Hurlingham y La Matanza, se encuentran entre los más afectados con esta operación.

El fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate, está investigando la situación en estrecha colaboración con los jefes comunales de la región. Como era de esperar, se busca dilucidar si sólo se trata de “travesuras” de adolescentes –aunque debido a la gran reiteración de los hechos, parece difícil que sólo se trate de dicha teoría-, si son grupos que buscan generar una sensación de desestabilización o incluso un oscuro accionar para alcanzar el efecto contrario: legitimar una mayor presencia represiva en las calles, so excusa del supuesto “terrorismo en ciernes”.

En una sociedad cada día más violenta, fruto predilecto de un marco socioeconómico de exclusión y bandidaje financiero impune, no puede sorprender demasiado que broten nuevas/viejas metodologías para alterar el normal desarrollo comunitario, por medio de acciones mafiosas y de enorme cobardía, como lo son las amenazas de bomba en variados edificios públicos, desde centros de altos estudios, palacios municipales, sociedades de fomento hasta jardines de infantes.

Siempre hace falta ir hasta la raíz del meollo para, al menos, disponer de un eje sólido desde el cual encarar el análisis y la búsqueda de causas y motivaciones para tan dañino accionar, que se ha tornado según parece, una patológica moneda corriente por estas latitudes. Y todo ello, curiosamente, en pleno umbral de la trascendental disputa electoral del 22 de octubre próximo…