Explorando nuestro Multiverso

“Hacer bien a villanos es echar agua en el mar” Sancho Panza

Superamos la mitad de este tormentoso 2022 con demasiadas miradas haciendo cálculos, especulando y tirando zancadillas y codazos con la proyección puesta en las elecciones de 2023. Sin importarles que en su marcha corrosiva vayan contribuyendo a torpedear, no sólo al limitado y amordazado gobierno del analista y Dr. Alberto Fernández, sino que, en esencia, acarrean mayor inestabilidad general para el grueso de la población, aparentemente sin sentir el menor remordimiento.

Quienes así obran, lo admitan o no, están recubiertos por la pestilente capa del cinismo y el cretinismo, del cual ya nunca saldrán, simplemente porque disfrutan con lo que hacen: El sufrimiento ajeno les representa pingües oportunidades individuales y sectoriales.

Luego, claro, convivimos entre muy variadas “tribus” con verdaderos abismos de desencuentro no sólo ideológico, sino incluso emocional, de enfoque ante las cuestiones más esenciales de la vida cotidiana. Y aún así, de algún modo la vida social continúa en una precaria y siempre dinámica armonización, cada vez más fraccionada y abundante en baches y lagunas de antagonismos, que vienen amenazando con desmadrar todo el entramado social, cultural y solidario nacional.

Multiversos que no se relacionan

Las teorías que refieren a la hipotética existencia de Multiversos, apretadamente se pueden interpretar como cada universo que vendría a representar una realidad “encapsulada” en sí mismo, con todo su propio desarrollo y evolución interno, completamente ajeno –en apariencia- a la existencia de un sinfín de otros mundos con sus respectivas realidades y características evolutivas, a su vez enmarañados al interior de un universo aún más grande y poderoso… pero sin contacto real aparente entre unos y otros. Si bien, en tal hipotético caso, ello traería acarreado un dramático proceso de fusión y destrucción inter-mundos. Teorías. Atrapantes, por cierto, pero que nuestra humanidad, al decir del genial Carl Sagan, en su actual estado de evolución, no logrará dilucidar.

Rescato en esta edición de Huellas Suburbanas ese concepto, desde un costado más metafórico, para aludir a esta tendencia cada vez más incontrastable que tenemos a recrear nuestros propios “mundos” (nuestra matriz de “verdades” incuestionables) totalmente impermeables al contacto, o al entrecruzamiento de enfoques y miradas con otros sectores (micro-mundos) de nuestra sociedad. Incluso de nuestro vecindario, hasta con los vecinos de nuestra propia cuadra.

Mientras esas tensiones cotidianas y mayoritariamente irracionales avanzan guiadas por la locura de las redes sociales, el cinismo poco encubierto de la persuasión de masas que aplican los grandes medios de comunicación (todos sin distinción de textura político ideológica) y su aprovechamiento de parte de dirigentes políticos, consorcios empresariales y operadores de organizaciones internacionales, embajadas y demás, resulta demasiado difícil vislumbrar una solución de fondo a los problemas estructurales que continúan haciendo caer mampostería de este gran castillo llamado Argentina.

Las grandes épicas van quedando enterradas bajo la vocinglería del odio hacia el semejante. Las masas críticas necesarias para avanzar rumbo a las grandes gestas, precisan convertirse en una nítida mayoría, cuestión de la cual hoy adolecen todos los sectores que pugnan por controlar políticamente al Estado nacional y cada una de sus provincias.

En ese contexto, la teoría de resignar que nos corran mojones de viejas conquistas populares, poco a poco, concienzudamente y año tras año, por aquello de que “no se puede” (sin siquiera organizarse para intentarlo), despierta una suave fortaleza para la aceptación de lo meramente posible (y un poquito menos, también)… aquello que el establishment y todos sus vigorosos tentáculos  están dispuestos a conceder, bajo la imposición de sus reglas y normas.

No pareciera tratarse de un programa demasiado cautivante para los herederos del Cruce de Los Andes, las revoluciones en la lucha por el sufragio universal o el 17 de Octubre, entre otros hitos de nuestra historia y orgullo nacional. De momento, es todo lo que se divisa en nuestro presente y hacia el firmamento no demasiado lejano.

A ambos costados, está el abismo, que continúa intentando erosionar las rocas sobre las cuales se constituyó la tradición de las mejores luchas y gestas argentinas, siempre populares.

La oportunidad del campo popular para tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva, ya quedó algo rezagada por diversos factores, algunas urgencias de coyuntura pandémica y escasa vocación confrontadora de quien necesariamente debía encabezar a ese noble y riesgoso rumbo.

A partir de los próximos días, veremos si los fuertes recambios en el gabinete nacional traen algún alivio consistente y una cierta concordancia (le llaman “gobernabilidad”) para que el establishment desacelere su avanzada hacia una probable eclosión financiera con dramáticas repercusiones en la cotidianidad de amplios sectores de nuestro pueblo. Ello, en el mejor de los casos –que no es poco, por cierto- podrá lograrse siempre con el beneplácito y bajo reglas del juego de los sectores acomodados del poder concentrado, pretendiendo satisfacerles necesidades y caprichos de toda índole, mientras una tercera parte (y me quedo muy corto) de nuestro pueblo presenta severas dificultades para disfrutar de una cena familiar cada noche, que se obtenga del fruto de su propio trabajo.

Finalmente, y si esa Pax se asienta de alguna manera, ojalá que el costo de alcanzar la misma no implique entregar en bandeja de plata la cabeza de la dirigenta política más destacada del movimiento nacional de, por lo menos, la última década.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com