
06 Ago EVITA, UNA MUJER, UN LEGADO, UNA HISTORIA
Por estos días, pero siete décadas atrás, ocurrían dos hechos, que aún hoy, siguen calando hondo en nuestra sociedad, y más aún en el campo nacional y popular. Un 26 de julio de 1952 fallece María Eva Duarte, Evita; y unos meses antes, un 22 de agosto, se había desarrollado un multitudinario acto que se recuerda como el Cabildo Abierto del Renunciamiento.
En este siglo aún existe discriminación, y quienes plantean absurdas dudas sobre el rol de la mujer en la sociedad continúan operando. Imaginen, por un instante, la reacción que produjo la aparición pública de una mujer como Evita, mientras la noción “natural” de la mujer era la de ser ama de casa. Debía de quedarse ahí, para ocuparse de las tareas del hogar y de los hijos
Pese a todo, había nacido una Nueva Argentina, y en ella, Evita se había convertido en su símbolo emblemático. Sus discursos con un lenguaje apasionado y estilo combativos penetraban en los sectores populares que eran quienes se beneficiaban con los cambios que se iban produciendo.
Al mismo tiempo, en los sectores sociales más acomodados brotaba un profundo miedo por esos mismos cambios. Estaban convencidos de que todo estaba “patas para arriba”, que ya nada era como “debía” ser. Habían tantos que apoyaban al peronismo, que sus ideas penetraban hasta en los hogares. Incluso las “sirvientas” en el hogar, habían transmutado en trabajadoras ante las que había que guardar silencio. Podían ser “espías de Evita”.
También modificó el rol de la Primera Dama. Dejó de ser la titular de la Sociedad de Beneficencia. Esta era una institución cuyas integrantes “visitaban a los necesitados como quien visitara un país extraño», como había manifestado el jesuita Hernán Benítez. El 7 de septiembre de 1946, un decreto del Poder Ejecutivo disponía la intervención y liquidación de sus bienes. A contrapelo de la historia, Evita comenzó a desarrollar el accionar de una dirigente política.
En enero de 1947, Evita crea los Centros Cívicos Femeninos, desde donde desarrolla dos acciones básicas:
potenciar su liderazgo, y crear dentro del peronismo las condiciones necesarias para instalar los fundamentos de la ley de voto femenino. Existía una politización desde las bases, desde el pie, como diría alguno, que Evita encauza, creando poder que luego será usado.
Ese mismo año, el martes 9 de septiembre, es sancionada la ley 13.010 que estableció el voto femenino obligatorio en todo el territorio nacional. Al año siguiente, sucede un hecho impensado hasta ese instante. Por primera vez una mujer agarra el micrófono, y pronuncia un discurso desde el balcón de la Casa Rosada.
Por decreto N° 220.564 -firmado el 19 de junio de 1948- se crea la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón; cuya inauguración se realiza el 8 de julio de ese mismo año. Su objetivo primordial fue la contribución y colaboración en la realización de las obras necesarias que permitieran consolidar una vida digna para los sectores populares.
Se apuntó a fomentar el trabajo y el estudio mediante el préstamo de dinero, herramientas de trabajo o becas; y la protección de familias en condiciones de indigencia mediante la construcción de viviendas; o la construcción de establecimientos educacionales, hospitalarios, hogares-escuelas, hogares de tránsito, hogares de ancianos, clínicas y espacios recreativos para los sectores sociales menos favorecidos. Ella vigilaba celosamente el funcionamiento de la entidad, dedicando numerosas horas diarias a esa tarea.
En 1949 crea el Partido Peronista Femenino para aglutinar a las distintas expresiones femeninas del peronismo. La organización es primordial; Evita designa a 23 mujeres, “delegadas censistas”, que son enviadas a Capital Federal, y a cada capital de provincia o territorio nacional. Profundiza así el accionar de los Centros Cívicos Femeninos, transformados ahora con un mayor nivel de llegada y participación política, para organizar alas mujeres hacia las elecciones de 1951.
Si en la Ley 13.010 se habían establecido la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres. En la Constitución Nacional que se sanciona en 1949 se señalan mayores avances. En su artículo 37, apartado II, “De la Familia”, se garantiza que “el Estado protege el matrimonio, garantiza la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad. También establece que “La· atención y asistencia de la madre y del niño gozarán de la especial y privilegiada consideración del Estado”.
Fue la única mujer, como miembro integrante, del Consejo Superior del Partido Peronista y mantenía reuniones a diario con los dirigentes sindicales. El armado de las listas en períodos electorales, se hacía, de su mano, por tercios. Un tercio le correspondía al Partido Peronista Femenino y los dos restantes se repartían entre el Partido Peronista Masculino y los representantes sindicales. Este sistema organizativo sobrevivió a su desaparición física, se utilizó en las elecciones del domingo 25 de abril de 1954, pero el golpe militar de la llamada “Revolución Libertadora” lo dejó en el olvido.
El legado que iba dejando a las mujeres, era el de un rol protagónico en la política, y a las mujeres peronistas su inclusión institucional dentro del partido. Su salud había ido decayendo durante todo 1951 hasta acabar con su vida el 26 de julio de 1952. Los funerales de Estado en su honor duraron 16 días.
Nada de esto se presentía hacia agosto del año anterior. El martes 22 de ese mes, sobre la Avenida 9 de julio, de espaldas al Ministerio de Obras Públicas, se levantaba un palco y dos millones de personas con banderas, carteles e imágenes de Perón y Evita estallábamos de júbilo al comienzo del acto.
Se podía ver en el palco a Juan Domingo Perón, Tessaire, que presidía el Consejo Superior partidario, pocos funcionarios, representantes de la CGT encabezados por José Espejo y Evita cuya llegada fue saludada por una ovación.Espejo les solicitó a Perón y a Evita que acepten la candidatura para Presidente y Vicepresidente para las próximas elecciones.
“Estaba hermosa allí en el palco, como siempre, pero tenía un fuego que nos llegaba a todos. Lloró cuando nos vio, y cuando levantó los brazos pareció que nos alcanzaba a todos, que nos abrazaba. Es que éramos muchos. Sí, Evita renunció, allí frente a su pueblo, frente a sus descamisados, frente a nosotros”.
“Nos parecía increíble, no entendíamos por qué no podía ser nuestra vicepresidenta. Porque no iba con Perón en la fórmula.Sabíamos que iba a renunciar. Pero vamos a ver quién puede más vamos a ver. Y dale y dale que no la dejábamos. Cuando velamos -cuando hablaba– que estaba por decirlo, ahí nomás nos largábamos, todos juntos como de acuerdo y meta «Evita con Perón, Evita con Perón» y dale y dale. Era tremendo el griterío. Si habla alguien escuchando, seguro que se espantaba, porque nosotros no nos escuchábamos ni a nosotros mismos”.
“Entonces, ella no se animaba a decirnos lo que venía a decir, no se animaba. Le daba vueltas tratando, para no ofendernos. Porque ella no quería ese puesto…» “porque siempre he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los niños, con los que sufren. Trabajando codo a codo, corazón a corazón con ellos, para lograr que lo quieran más a Perón». (Relato publicado en El Descamisado en 1973)
Volvimos tristes porque sabíamos que no iba a aceptar integrar la fórmula. Lo que se iría a confirmar nueve días después. El 31 de agosto de 1951, a las 20.30 horas, en boca de la propia Evita, llegó la respuesta por cadena nacional:
“Quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto. Ya en aquella misma tarde maravillosa que nunca olvidarán mis ojos y mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el movimiento peronista por ningún otro puesto.” (…)