Esta realidad tirana (que se ríe a carcajadas)

“Que difícil se me hace

Mantenerme en este viaje

Sin saber adónde voy en realidad…”

Año electoral ya lanzado a la feroz cacería de voluntades, acuerdos, pactos circunstanciales, roscas de posicionamiento para las futuras listas y, sobre todo, contubernios a plena luz del día, en este verano extremo y rico en condimentos esquivos a los intereses de los segmentos populares y más postergados de la población.

Los compromisos de pago a los organismos internacionales de crédito –grandes subyugadores de posibilidades y destinos de muchos estados nacionales- continuarán sentándose cual espada de Damocles en cuanta mesa de negociación se desarrolle, por el tema que fuere. Entre obsecuentes al régimen financiero global, y posibilistas consuetudinarios, el factor en común es limitar las cuentas nacionales en pos de pagar regularmente deudas que ni siquiera fueron investigadas en profundidad.

La decisión claramente consensuada entre los dos grandes bloques político-económicos que se sitúan dentro de lo que podríamos denominar como el ámbito de la coexistencia del sistema político electoral vigente, liberal, respecto a atender, solícitamente, a las revisiones y exigencias del FMI, avizora un doble estándar de larga proyección en nuestro país: Por un lado, la propaganda institucional que muestra un mar de indicadores positivos (nadie se ha privado de ejercer esta herramienta, tan autocomplaciente como… onanista en muchas ocasiones), pocos o ninguno de los cuales repercute en la vida cotidiana del pueblo trabajador, de esas amplias franjas que no conocen paritarias, ni obra social, ni vacaciones pagas.

Luego arrecian los discursos –leídos y ensayados hasta la sobreactuación- de confrontación, una pizca de barricada para lograr un “crescendo” que arranque aplausos también más o menos disparados de memoria en determinados segmentos de cada oratoria, y unas cuantas frases o gesticulaciones para regalarle fotos y líneas a los supuestos sesudos analistas de los grandes multimedios… que escriben y dicen, básicamente, lo que sus patrones les exigen divulgar. Y cuando se baja el telón, y se apagan las luces, y se quitan el maquillaje, como diría el inmortal cantautor, “Vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza…”. Entonces entra en escena, una vez más, el desesperado, el que está tapado por la angustia de no llegar a fin de mes, y vivir cada vez peor a causa del incremento de precios de todo lo que necesita consumir para aspirar a una existencia apenas decorosa… a esos millones que la inflación brutal continúa erosionándoles los días y los sueños, les acorta los márgenes de su propia salud física y mental… a esos millones de postergados, que no le pregunten si el discurso presidencial, o si las reacciones de algunos opositores entre desencajados y patéticos, o si las promesas, o si las amenazas. Nada de eso realmente les importa. Porque de un modo o el otro, la prolongada pulseada nacional por los, supuestamente antagónicos modelos de país, terminaron por arrastrar hasta el borde del abismo y un poquitín más también, a estas amplias franjas de compatriotas.

A toda la dirigencia, en su conjunto, le cabe en su justa y proporcional medida, llevarse de obsequio y cargar con un adoquín que represente el peso de su fracaso en esto que somos, después de lo que supimos ser o pudimos haber sido.

El espíritu tanguero tan identitario, sobrevuela afirmándonos que continuamos atravesando la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, aparentemente sin solución de continuidad.

Avanza el año electoral. Un futuro que, en el mejor de los casos, ofrecerá matices de diferencia dentro de una misma matriz con plena aceptación de reglas del juego, siempre pergeñadas de espaldas a los deseos de las grandes mayorías. Observaremos mejores o peores modales; una pizca de mayor sensibilidad social, o de mayor brutalidad, según sea cada caso; pero el plan de ajuste impuesto más desde afuera que desde adentro, piensa continuar su férrea senda de múltiples intereses creados… entre ellos nuestros recursos naturales, como ya anticipó la señora Laura J. Richardson, jefa del Comando Sur de los EE.UU.

El ajuste se palpa a diario. Y ya nadie puede negarlo, ni siquiera disfrazarlo. En ese aspecto específico y central, asistimos a una continuidad absoluta, al menos, de los últimos 8 años. Y todo el mundo lo sabe.

Mientras tanto, volviendo a evocar esa hermosa letra que inspiró el título de esta editorial, para el conjunto mayoritario del pueblo, queda lo mismo de siempre: todo a pulmón, esperanzarnos un poco, desilusionarnos otro tanto. Subsistir, ser testigos de la desigualdad creciente, sentirnos cada vez más lejos de toda posibilidad efectiva de torcer esa balanza tan desbalanceada… y seguir caminando por esta senda empinada… siempre todo a pulmón.

 

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com