Espías, alcahuetes, mercenarios… y el mito de Sísifo

“En el país de no me acuerdo

Doy tres pasitos y me pierdo…” (María E. Walsh)

Se disparan con munición gruesa. Unos con mayores pertrechos y estructura, otros en minoría, resisten palo por palo. En ambos casos, la saludable idea de una comunicación de masas enriquecida por una mayor cercanía con la ciudadanía real, queda postergada por el imperio de los intereses político sectoriales, que engloban bonanzas empresariales a la hora de repartir prebendas. Así las cosas, pasamos del periodismo “servicio” hasta el eterno y pluri-mutante periodismo “alcahuete” que, según cambia el color de la coyuntura, acompaña cual camaleón para seguir en el candelero. Un gran amigo de quien escribe, supo definir a todos aquellos que siguen dicha estrategia como “los flotadores”.

Ciertamente que por estos días no terminamos de dimensionar la escabrosa significancia que tiene, para toda la nación que se precie de regirse dentro de parámetros demo-liberales (punto máximo que hemos sabido alcanzar en nuestro país a lo largo de los últimos 45 años), el hecho de arrojar luz sobre lo que era un secreto a voces dentro de una minoría lo suficientemente informada, esto es, que unxs cuantxs estrellas mediáticas de ésas que se autodefinen como “formadores de opinión” transaban y se nutrían de materiales operados por servicios de inteligencia del Estado… y acaso también de otras latitudes.

Algún docente que dejó su huella en mi formación profesional, me diría al respecto “Hola, bienvenido al sistema capitalista, el lugar donde el fin justifica los medios”. Y es rigurosamente cierto. En la trágica carrera por “llegar”, permanecer y transcurrir (que no es perdurar, no es existir, ni honrar la vida…), importantes referencias del periodismo y de la “comunicación” se despojan de toda su decencia a cambio de status, cierto –mucho- lujo y confort… y moldean en granito su rostro de por vida.

Cuentan para ello con el monstruoso trabajo desarrollado con significativo éxito durante décadas, en la configuración de un implacable estado de Alzheimer colectivo y selectivo, fruto del cual grandes sectores de las sociedades ignoran sistemáticamente la corruptela, los engranajes mafiosos, el desguace estatal, los vaciamientos financieros e incluso las persecuciones, las torturas y desapariciones de personas… pero repiten mecánicamente las únicas “grande verdades” que la maquinaria multimediática configura para inocular en dicha porción de la sociedad, según convenga de acuerdo a los vientos que soplen en cada coyuntura.

Alternativa I

Frente a tamaña matrix, se yergue otro bando que disputa encendido de pantalla y “trending topic” desde otro lugar. Otrora furiosos opositores devenidos en acérrimos oficialistas, conversos (nunca faltan) que utilizan similares estrategias (seguramente más nobles en el origen de sus fuentes informativas) para contrarrestar un marco sesgado de la realidad con otro enfoque, también sesgado, de nuestra cotidianidad. Se cambia un zapato por otro; los fines perseguidos pueden ser ligeramente mejores en términos de intereses populares, a pesar de, a simple vista, poder detectarse varios objetivos similares. En última instancia, la gran masa del pueblo permanece ajena a dichas disputas y sólo tienen ojos para ver la devastación que se palpa no sólo a su alrededor, sino en la sencilla realidad de sus propias necesidades existenciales. Y ante tanta puja mediática por la construcción hegemónica de sentido, estas mayorías sociales incrementan su repulsión por tales luchas ajenas a sus intereses, y se abre paso hacia la lenta conformación de una hipotética y gigantesca ola de desdén, cuando no de abierto desprecio por las formas democrático-burguesas que nos atraviesan.

Por supuesto, esa ola más o menos invisible que podría estar conformándose de modo subterráneo, y no tanto, no aplica en términos de superación demoburguesa por una democracia participativa y popular, sino por rasgos de neofascismo duro y crudo. El individualismo, el egoísmo y la intolerancia al palo. Y después, si ello prospera… ¡A los botes!

Alternativa II

Queda, como siempre sucede cuando el trazo grueso de una disputa estructural erige a dos grandes bandos, una tercera vía, en este caso comunicacional. Es la referida a la comunicación popular, alternativa, comunitaria. La finita infinitud de microestructuras atomizadas que, si bien también poseen un variopinto al borde de lo caótico, en su mayoría pugna por abrir una comunicación clara y sencilla, y marcar una agenda informativa más cercana a los intereses y necesidades concretas del ciudadano común.

Es David contra Goliat, por supuesto. Incluso tal conglomerado soporta sobre sus espaldas el mito de Sísifo… de acarrear la pesada roca de la desventaja de recursos, luchar con herramientas nobles y al final del camino, tener que volver a empezar, una y otra vez. A ello le sumamos aquello que supo alertarnos Leonard Cohen cuando en una de sus más impactantes letras, nos recordó que “Todo el mundo sabe que los buenos perdieron”. De todos modos, honrar la profesión implica persistir en el intento, aunque el nubarrón de una nueva oleada de impunidad e intolerancia golpee a nuestras puertas cada vez con mayor determinación.

En parte, la salud del intento de un cambio de paradigma informativo, estará atada al devenir de la actual gestión gubernamental. Pero al mismo tiempo, la comunicación popular deberá trascender al mismo, para no caer en las tentaciones de quienes se sitúan entre los mencionados en “Alternativa I”.

¿Difícil? Sí. ¿Imposible? Casi. Pero siempre queda un pequeño margen de maniobra.

Jorge Beinstein subrayaba la necesidad de construir una “regeneración nacional” dentro de la cual, ciertamente, la cuestión comunicacional e informativa forma un eje relevante. Para ello, el economista supuso que no se podrá concretar tal horizonte sin la destrucción de las estructuras del “capitalismo mafioso”. Y añadió, como grito de combate, que dicho objetivo amerita “una profunda revolución democrática que quiebre los límites del sistema, ya no como el ´hecho maldito de la política del país burgués´ (según la célebre imagen de Cooke), es decir, como resistencia indomable, sino como su sepulturera”.

Fuente de consulta: “El lado oculto de la familia Macrì”, Jorge Beinstein, Daniel Cieza (compiladores), Ediciones Ciccus, 2019.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com