Ese deseo llamado Unidad

Por Daniel Chaves
El pasado viernes 4 de noviembre se concretó la marcha de las dos CTA en reclamo por la reapertura de paritarias, y contra el irrisorio bono de fin de año ofrecido, poco menos que a modo de dádiva, por el gobierno nacional.
La Jornada Nacional de Lucha convocada por sendas centrales obreras y múltiples movimientos sociales también se realizó en varias de las principales ciudades del país, todas bajo el reclamo de reapertura de las paritarias y con un fuerte contenido crítico hacia la política económica del gobierno macrista.
“Todo el mundo especula si a fin de año va a haber paz social. No lo sé, pero sí sé que va a ser un fin de año con necesidades”, dijo Hugo Yasky sobre el cierre de la movilización central a Plaza de Mayo, y pidió “mantener encendida la llama de la rebeldía popular”.
Un testimonio de la marcha en cuestión que sintetiza con precisión parte del gran desafío que interpela al conjunto de la clase trabajadora, lo brindó un docente de la localidad de Moreno en las adyacencias al Cabildo porteño: “El único negocio para el campo popular es la unidad, que me parece que está construyendo por debajo de los nombres propios”.
Siguiendo con la tónica docente, el propio Yasky denunció que “mientras en el país de la alegría se apuesta a la bicicleta financiera, la plata se fuga al extranjero y los paraísos fiscales se llenan de dólares, en el reverso de esta Argentina baja el consumo en los supermercados, se pierden puestos de trabajo y crece el hambre”.
Los tiempos para la reconstrucción del frente nacional y popular se han venido dando de bruces contra las urgencias –que no dan revancha- de millones de compatriotas sumidos en la postergación que engendra el modelo neoliberal cuan monstruo de cuatro cabezas en pleno siglo XXI, y que ya venían –nobleza obliga- arrastrando necesidades parcialmente paliadas, pero irresueltas desde antaño.
En este estado de situación, los sectores que se integraron a lo largo y ancho del país en esta jornada de protesta, junto a algunos otros sindicatos de la CGT –Bancarios como actores centrales- son claramente la avanzada en pos de acelerar la recomposición de un frente social, sindical y político de carácter popular, de salvación nacional y, por lo tanto, antiimperialista. Asoma la síntesis de una construcción de masas acaso de nuevo tipo, rescatando lo necesario de las experiencias previas, pero enriqueciéndolas –y por ende, superándolas- con nuevas prácticas, incluso, organizativas.
Se vislumbran pacientes esfuerzos tendientes a reunificar el campo nacional en, al menos, buena parte del territorio. Claro está que ya llegarán nuevos tira y afloje –apelando a la teoría y a la historia: la política popular bajo hegemonía burguesa tiene estas veleidades insalvables- en particular a la hora de negociar las ubicaciones en las listas electorales. ¡Situación irresuelta si las hay! Esperemos que las lealtades y la fraternidad venzan esta vez a las zancadillas de último momento.
Aunque, quien escribe estas líneas, por ahí suponga que muy por encima del necesario salvataje del movimiento nacional como un fin en sí mismo –la herramienta más significativa en términos cuantitativos hasta el momento- deberíamos proyectar los esfuerzos en una finalidad superior y más perdurable, que no es otra que la de salvar y refundar a la República Argentina. Aunque ello deba hacerse desde las ruinas…

Por algo se comienza, y está bueno, siempre y cuando el objetivo final esté bien demarcado y asumido.