
08 Feb Escaramuzas y fantasmas
“Cuando canta el gallo negro, es porque se acaba el día…”
(extracto de “Los dos gallos”, canción de la Guerra Civil Española)
Fiel a la dinámica llevada adelante en años recientes, el bloque hegemónico representado políticamente por el frente conservador Cambiemos no dio tregua durante el mes de enero. Muy por el contrario, ya nos tiene acostumbrados a su despliegue afinado para que la ofensiva actúe siempre en conjunto, y prosigue en su empecinada lucha por pisotear hasta los más elementales derechos laborales y civiles en general. Está en condiciones de concretarlo por los despiadados acuerdos de trastienda que se asegura con los grandes grupos financieros de raíz multinacional (siempre imperialista), con la connivencia casi total con el poder Judicial, la desvergüenza ya habitual y utilitaria de los medios –concentrados- de información, y un segmento político opositor de raíz parlamentaria que aún ostenta algo más de adiposidad que de masa muscular en el conjunto de su cuerpo…
La marea de despidos por doquier que se pudieron contar de a miles durante enero, es la antesala macabra para imponer condiciones paritarias nuevamente muy a la baja, sujetas a los dictámenes cada vez más exigentes del mundo empresarial y, por qué no, también a los caprichos personales del Primer Mandatario, siempre más afecto a los cócteles con CEOs de la pútrida “patria financiera global” o a divertidos picaditos de fútbol, que a asistir a compatriotas que se debaten literalmente bajo las aguas en el norte de nuestro país, sólo por citar un ejemplo elocuente del abandono deliberado al que se los somete, desde la cúpula gubernamental, a los sectores sociales más perjudicados por este proyecto antinacional.
Prosiguen con una inusitada premura en su búsqueda de consolidar en buena parte del imaginario cultural la idea de que la práctica policial denominada “gatillo fácil” no es negativa ni siquiera un accionar situado por fuera de los límites de la ley, así como también el gigantesco plan de encubrimiento de lo que le ocurrió a Santiago Maldonado… ni que hablar de los esfuerzos que invierten para salvar a varios ministros de la Nación que ya no deberían estar al frente de sus cargos por variadas –y en algunos casos, atroces- razones.
No tranquilos con ello, avanzan todo lo posible contra organismos de derechos humanos, mientras homenajean sin aparente remordimiento a ex dictadores con una exposición alusiva a varios de la misma, en el Museo del Bicentenario. Todo un símbolo de una época signada por el intento de retornar a las más pestilentes prácticas del viejo conservadurismo oligárquico tan propenso al matonaje, a la persecución política, y a manejar el Estado a puro decreto y represión.
Pero como siempre acontece en la historia de toda la humanidad, no está dicha la última palabra: la lenta pero sostenida reorganización de un frente sindical con miras a desplegar una formidable movilización opositora, prevista para la última semana de febrero, anticipa una primera mitad de año plagada de resistencias populares. Lejos de aquietarse, irán en aumento en proporción al endurecimiento del propio gobierno y a la muy probable decisión que tengan ya en mente, de radicalizar la práctica represiva ante cada manifestación popular en el lugar que más le duele: Las calles.
La propia decisión gubernamental del rumbo a seguir, no habilita a presagiar ningún panorama alentador para la enorme mayoría de los trabajadores que habitan este país, incluso muchos que, otrora quizás ingenua pero hoy día ya neciamente prosiguen sosteniendo su apoyo hacia aquellos que se han instalado para dinamitarles de a poco el futuro, incluso a aquellos mismos.
Hemos pasado de la caída del sol en las primeras horas de la noche, con las dudas y los terrores que esto conlleva desde remotas tradiciones ancestrales. La llegada del alba reparador y esperanzador aún se vislumbra lejana, pero a diferencia de lo que el bloque dominante ansía, que no es otra cosa sino prolongar su proyecto ad infinitum regidos por una especie de Pax Romana de largo alcance, comienzan a reproducirse los faros que iluminan y marcan referencias para que ese pueblo, hasta ahora agotado, paciente pero resistente, vuelva a organizarse de cara a una confrontación que ya comenzó durante diciembre, y que recrudecerá más allá de los esfuerzos por detenerla que puedan surgir en el camino.
Pero atención: Las escaramuzas mueren como tales, si no se las dota de un amplio proyecto de país que permita integrar en mayor o menor medida a todas las fuerzas sociales, políticas, productivas y al conjunto mayoritario de la sociedad. La resistencia decae cuando no trae consigo a un puñado de ilusiones bajo el poncho. Por lo tanto, no habrá que desdeñar la construcción de un nuevo horizonte, rico en sentido y garantías de realización integral para el pueblo argentino.
O el gallo negro seguirá cantando, y tras su canto, la oscuridad: Terreno liberado para que vuelvan a salir viejos fantasmas que Nunca Más deben reinstalarse.