
25 Oct Enajenadxs
Enajenada/o: 1. persona que está loca o perturbada. 2. bien, propiedad que se vende o se cede.
En un programa de televisión, remedo de otros, que muestra la vida aislada de un grupo de personas, como si eso realmente ayudara a la educación, la cultura, o la vida de los televidentes: un señor mayor (hombre grande… diría mi padre) livianamente ensucia la honra del presidente de la Nación… y eso provoca una discusión pública que se extiende durante días en los medios.
Un muchacho, carpintero autodidacta financiado con 15 millones por el “hermano del alma” del autopercibido principal opositor, y que por cierto pagaban muebles inexistentes… se atreve a amenazar a una Vicepresidenta, haciendo coro y quizás en complicidad con el frustrado homicida, vendedor de copitos de azúcar, heredero rentista que apenas sobrevivía… y esto es apañado por discursos que proclaman un “autoatentado” o abiertamente entorpecen la investigación, borrando celulares o alargando algo que se cae de evidente… filmado y con miles de testigos.
En las radios de acceso abierto, un personaje de nombre vasco y pretensiones de formador de opinión emite discursos cuyo 50% de contenido consisten en insultos a sus propios escuchas. Subido al pony de líder faccioso del cinismo, sobre el banquito de mercenario defensor de quién sabe qué privilegios, pero permanente atacante de gobiernos peronistas, beneficiarios de programas de asistencia social, sindicalistas elegidxs por sus compañerxs, políticxs cuyas vidas están abocadas a sumar poder para ejecutar acciones que le cambien la vida a sus votantes, vecinxs, compatriotas o clase social.
Con postales sólo se puede hacer un liviano análisis impresionista. Pero esas tarjetas también son paisajes de lo que impregna la cabeza de nuestro pueblo desde las usinas de poder.
Sólo tres señales que sirven para entender cómo una cultura se degrada y permite que un evasor y contrabandista, al que denostaba su propio padre, llegara a ser Presidente. O bien que payasos, con o sin peluca, se presenten como mesías liberales diciendo bajezas, que cuando uno era joven se entendían como opiniones impronunciables, sólo dignos para contar en voz baja entre compinches como chistes verdes, sexistas, xenófobos y prejuiciosos contra todo lo diferente (y temido). Indecencias, por decirlo pronto.
Y también para comprender cómo las redes y medios masivos tienen el poder de modificar lo que la escuela, la universidad, las religiones o laicamente, la palabra y el ejemplo de lxs coherentes y honestxs hacedorxs, científicos, artistas… lo mejor de cada pueblo, intentan alimentar las conciencias de sus coetánexs para mejorarles la vida.
Y así llegamos hasta el punto de que una parte del pueblo trabajador pueda votar por su verdugo, pensar como si fuera rico y tuviera privilegios, insultar alegremente la igualdad de género, rechazar a quienes tienen menos y buscan trabajo desde más atrás en posibilidades, soñar con linchar extranjerxs (sin pensar en el origen de su propio apellido) o con vivir en un país inexistente, morochxs que buscan ser rubios, pedir “bala” o prisión para quienes sobreviven haciendo lo mismo que muchos ricos del mundo y tantos otros poderosos de nuestro propio país: quedarse con lo ajeno aprovechando los descuidos privados o del Estado.
Otras imágenes, de las que fuimos testigos y protagonistas, nos llenan de aire fresco y agua de esperanza. Medio millón de trabajadorxs de todas las centrales, ocupadxs y desocupados, juntos frente al Congreso para plantear una agenda de políticas positivas el 17 de agosto. Medio millón de personas llenando las plazas para defender la democracia y rechazar el intento de femi-magnicidio de nuestra líder. Más de doscientos mil laburantes de todas las centrales junto a las columnas del peronismo, unidos otro 17 de octubre, con un documento lleno de posibilidades abiertas a la unidad soberana para la justicia social. Y una lista de oradores y liderazgos que no apuestan a la chiquita, sino que demuestran el posible camino a lo necesario, pero mirando hacia lo soñado.