
05 Sep Ellas seguirán resistiendo en Afganistán
Las mujeres son parte esencial para el desarrollo de cualquier sociedad, pero históricamente se les excluyó de las decisiones de lo público y la gobernanza política. Desde antes de Cristo el arte de la guerra fue dominio total masculino, sin embargo, guerras donde los hombres tuvieron que salir de sus territorios permitieron a las mujeres desarrollar su propia potencia, llenando todos los espacios de gobernanza y administración pública, pero sabemos que este no es el caso actual de Afganistán. Eso no quiere decir que las mujeres afganas no se movilicen desde la clandestinidad desde hace ya varios años.
Desde 1977 se crea la primera organización política feminista en Afganistán, su fundadora Meena fue asesinada por los partidos fundamentalistas. La RAWA trabaja por los derechos de las mujeres y con la creencia de que “sin la independencia de su país no podrán alcanzar la igualdad en los derechos de las mujeres”. Son una organización política que alza su voz especialmente contra el fundamentalismo, contra la ocupación y contra el gobierno de los fanáticos religiosos en las diferentes partes de Afganistán. Los primeros años desde la creación de la RAWA tuvieron que establecerse en Pakistán, porque allí estaban mujeres que se refugiaron durante la ocupación soviética y, posteriormente, durante los enfrentamientos en Kabul. Tras la caída de los talibán, RAWA había vuelto a Afganistán y en los últimos veinte años han estado trabajando allí, han ofrecido cursos de alfabetización a las mujeres, servicios sanitarios, reuniones y campañas de conciencia para mujeres, en muchas ocasiones siendo arrestadas y atacadas. Pero ahora que han vuelto los talibanes, la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), la organización feminista política y social más antigua de Afganistán, envió el siguiente mensaje para las feministas latinoamericanas #AFGANISTÁN
“Por favor utilicen todos sus medios en este momento para exponer la verdadera naturaleza de los 20 años de guerra entre EEUU y la OTAN bajo los engañosos títulos de derechos de la mujer y guerra contra el terror, después de desperdiciar millones de dólares y miles de vidas los misóginos y criminales talibanes están de regreso más poderosos que nunca, las mujeres afganas hemos aprendido mucho en los últimos 20 años y seguramente encontraremos la manera de resistir esta tiranía. (RAWA)”.
Aunque la situación es preocupante el llamado es a no caer en la islamofobia o el delirio de la salvadura blanca o el peligroso discurso pro intervencionista. Según la RAWA:
“La única solución para Afganistán y para una mejora más profunda y un cambio real de la situación es establecer un gobierno secular y democrático. Defendemos el sistema secular porque en los últimos cuarenta años hemos visto que, cuando el fundamentalismo religioso ha tomado el poder, ha utilizado la religión como un arma contra nuestro pueblo” (Activista de RAWA).
Para ellas, sólo un gobierno democrático puede garantizar los derechos de las mujeres y los derechos de las minorías en igualdad, junto a otras libertades sociales, como la libertad de expresión, etc. Sin embargo, el bloqueo a este camino está dado desde el pensamiento fundamentalista, que pretende controlar todos y cada uno de los aspectos de la vida, incluyendo la política y el gobierno, a través de la religión como lo informan las feministas afganas. Lo controversial es que, por un lado, la ley islámica permite asesinar a las mujeres por no cumplir con sus normas pero, por otra parte, entre hombres se naturalizan prácticas como la de explotación sexual de niños y pedofilia sin mayores castigos (el fenómeno de los “bacha bazi”), haciendo referencia a la Sharia (Ley Islámica) dice frente al incumplimiento de sus leyes: “las mujeres deberían ser lapidadas hasta la muerte (…) quien robe se le deben amputar las manos y los pies”.
Seguramente quien lee esta columna piense en los que las activistas de la RAWA proponen, y es que ya sea en los países más subdesarrollados o en las sociedades más restrictivas, a la gente le gustaría disfrutar de la prosperidad, de todo tipo de libertad y de derechos, desde el pensamiento y la libertad de expresión “pero, desafortunadamente, sobre todo en estos gobiernos que están bajo el control de fundamentalistas, como en Afganistán, intentan controlar poco a poco la sociedad.” (Activista – RAWA).
Seguir viviendo o resistir en territorio Afgano es la gran encrucijada.
Estar bajo el miedo del terror y la angustia de que el próximo serás vos no es el concepto de bienestar que muchos deseamos; estar escondidos, enajenados, silenciados tampoco es digno ni soportado para quienes han salido de una vida regida por el fundamentalismo. Vivir la guerra, el terrorismo y el conflicto armado es profundamente doloroso, sin embargo son realidades que la humanidad ha tenido que testimoniar. Actualmente han logrado salir en calidad de refugiados, jóvenes y mujeres que no podrían desarrollar su proyecto de vida bajo un régimen fundamentalista, pero a la vez es una fuga dolorosa y para algunas que se quedan es una traición, porque son esas personas las más cualificadas que se han posicionado socialmente, que ocupaban posiciones de gobierno, en los medios de comunicación, las inspiradoras, los escudos protectores para defender y resistir en los territorios afganos, eso sin entrar a describir lo que significará para ellxs vivir en el exilio, enfrentándose a la ruptura de su propia identidad y existencia. Por otro lado la presión de la cooperación Internacional es fundamental para que el régimen talibán se mesure, pues tienen los talibanes la misión de encontrar fuentes económicas y evitar posibles enfrentamientos internacionales o intervencionismos de potencias bélicas a corto y mediano plazo. Aunque iniciaron afirmando que respetarán a las mujeres, es claro que su postura sigue siendo fundamentalista y no abrazan el concepto universal de Derechos. Usando falacias argumentativas como cuando ordenaron que las mujeres “debían dejar el trabajo y no volver”, supuestamente por la «protección de las mujeres». O su respuesta a que no incluyen mujeres en su delegación porque “Si ellas salen, aparecen en público, si hablan sobre sus valores o necesidades, esto desmerece sus derechos y valores. Los talibán, ofrecemos protección a las mujeres también”. Estos y otros hechos y afirmaciones públicas evidencian el escenario misógino del presente futuro en Afganistán.
El rol de algunas mujeres en Afganistán con el regreso de Talibanes.
“Durante la primera noche en Kabul, una mujer cuyo nombre no ha trascendido escribió varios eslóganes en las paredes de las calles de la capital: «Deathtotaliban» («muerte a los talibán»). No es algo simple, porque sabíamos que desde el primer día en que entrasen en la capital, todo estaría controlado, pero esto demuestra que también hay mujeres que se están levantando contra los talibán y contra su fundamentalismo religioso. En los últimos veinte años, específicamente las que se encuentran en las ciudades, han disfrutado de la oportunidad de recibir una educación, trabajo y más libertades. Por ello, creemos firmemente que la resistencia en Afganistán será más potente y, por supuesto, habrá muchas mujeres que se levantarán contra los talibán. No sabemos cómo será ni por qué medios, pero tarde o temprano esto ocurrirá.” (Activista –RAWA) (Citas textuales consultadas en: http://www.rawa.org/)
Algunas de las manifestaciones públicas de mujeres en Kabul ya están siendo cubiertas por los medios de comunicación, esto habla de cómo se avanza de la clandestinidad al espacio público, por tanto, desde la cooperación internacional y el hermanamiento feminista global surgirá una fuente de esperanza y fuerza para que ellas sigan avanzando en esta cruzada, porque un sistema democrático y secular sólo se podrá garantizar con la participación activa de las mujeres afganas.