El sueño imposible

“De vez en cuando la vida nos besa en la boca

Y a colores se despliega como un atlas

Nos pasea por las calles en volandas

Y nos sentimos en buenas manos”

(Joan Manuel Serrat “De vez en cuando la vida”)

 Cuando el plan de ajuste perfeccionaba sus engranajes (y está en pleno desarrollo, no soslayarlo), la desmovilización consentida desde la mayoría de los principales referentes del Frente de Todos, reinaba a pesar de los vaivenes y sacudones constantes en la marcha gubernamental –tanto por conflictos internos como por incapacidad para bloquear los embates externos- buena parte de nuestra agenda política nacional se ve, en apariencia, modificada o paralizada frente a la irrupción fresca, impetuosa y espontánea de centenares de miles de compatriotas, ganando las calles en las principales ciudades del país para manifestar su apoyo y defensa incondicional de su líder político, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Según parece, la brutal ofensiva judicial que viene recayendo sobre ella, con débil contrapeso de parte del propio Ejecutivo nacional y un acompañamiento mediático que ya se enmarca abiertamente en una mezcla de hostilidad y parcialidad extrema, como también una cobertura de marcado sesgo circense… (y de los malos circos, por cierto!), lejos de “abrochar” la sepultura política de Cristina, sólo está operando a favor de encender las llamas de la pasión militante como hacía varios años no se veía.

Así las cosas, y una vez más, la hora presente no parece ser la indicada para las líneas más moderadas de nuestra dirigencia política, sino que asistimos a un revival aún más intenso que antaño, de la radicalización de los enfoques político-militante de las dos principales coaliciones electorales vigentes. Con el devenir personal de CFK en el centro de la escena, y todas las posibles consecuencias colaterales en función de cómo continúe avanzando el proceso judicial. Nada nuevo en la última década, pero con la soga tensándose cada vez más.

El “héroe republicano” devenido en imprevisto impulsor de la reacción de la militancia nacional popular

No vamos a detallar en estas líneas todo lo que ya se ha dicho del fiscal Diego Luciani y del juez a cargo de la causa Vialidad, Dr. Giménez Uriburu, en infinidad de oportunidades desde los principales medios de comunicación, a ambos lados de la “grieta”. Simplemente, que el stand up leguleyo con el que adornó su alegato, debidamente televisado, apuntó a tener un mayor impacto en el rating que las telenovelas turcas de horario central. Así estamos, y esto es lo que tenemos, lo que supimos construir como sociedad, y la penosa base sobre la cual edificar y/o analizar nuestro presente.

Aún así, en tan empequeñecido contexto signado por una prolongada pulseada entre oportunistas y posibilistas, esta arremetida con fuerte impronta teatral del mencionado representante del Poder Judicial generó las delicias del segmento más antiperonista de nuestra fragmentada sociedad. La desafortunada –recortada, sí, pero no por ello menos errada- frase del presidente Alberto Fernández en la señal informativa que encarna los intereses más variados del Grupo Clarín, potenciaron durante 48 horas la andanada de acusaciones de lo más desopilantes contra la máxima autoridad del Ejecutivo nacional (al menos en el organigrama del mismo).

Contra todo atisbo de audacia

Todo lo anterior está fomentado gracias a una etapa de aridez en los grandes liderazgos de masas, en la cual, la audacia política es el peor “disvalor” para el paladar de la totalidad de los actores que conforman el abanico de los grupos de poder económico y financiero nacional y foráneo, con sus derivados multimediáticos, judiciales y dirigencia política afín.

Frente a ello, el último bastión que encolumna a la militancia política popular y masiva, que congrega y moviliza multitudes con entusiasmo y pasión, es precisamente sobre quien se viene descargando, desde hace algo más de una década, toda la batería de ataques y denuncias de variada intensidad, en la esperanza de, una vez sentenciada, proscripta, silenciada y quizás hasta expuesta mediáticamente en gran show, escoltada y esposada, reducirían las disputas políticas nacionales a dos grandes bloques “dialoguistas”, entendido ello como sometimiento y aceptación ante las directrices tradicionales que bajan desde América del Norte… y una feroz represión in crescendo para todos aquellos “outsider” que se rebelen contra ese eventual orden estatuido, y de algún modo, consensuado, en pos de la recolonización más acabada del país.

Dicho objetivo es absolutamente imposible.

Cuanto más avancen en tal dirección, tanto más intensa será la resistencia y eventual sublevación popular. Lo que sí pueden conseguir con todo ello, es contribuir a una pauperización cada vez más extrema de las instituciones democráticas, la confianza general de la población en las mismas, y el consiguiente desmejoramiento de buena parte de la calidad de vida de nuestro pueblo. Pero las identidades nunca perecen. No será esta la excepción, pase lo que pase.

En nuestra edición de inicios de agosto último pasado, anticipamos que sería penoso que el resto de los representantes de nuestra política vernácula (y jefaturas en las sombras) alcanzaran una “Pax” asentada sobre la base de entregar en bandeja de plata la cabeza de la dirigenta política más destacada del movimiento nacional de la última década. Posiblemente, los unos estén presionando con todos sus ardides en dicha dirección. Y los otros, tantas veces temerosos y calculadores, se hayan visto en la necesidad de cerrar filas en defensa de la actual vicepresidenta, empujados por el fuerte apoyo popular que ella conserva, intacto, y dispuesto a ganar las calles.

El cerco de una disputa ya muy remanida, pareciera comenzar a cerrarse en el transcurso de los próximos meses. El pueblo, como siempre, juega una carta de importancia en todo ello.

En simultáneo y con muy conveniente escaso impacto informativo… ahí camina, sereno y decidido, un escasamente maquillado plan de ajuste, nuevamente descargado sobre el conjunto de los trabajadores argentinos. El árbol jamás nos puede tapar el bosque.

(Editorial escrita el 1/9, cuyos ejes no sólo se ratifican sino incluso radicalizaron apenas 24 horas después, a partir del atentado sufrido por la vicepresidenta Cristina Kirchner el pasado 2/9)

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com