¡EL PERIODISMO HA MUERTO! ¡VIVAN LAS “FAKE NEWS” Y LA CENSURA!

Cuando a mediados del siglo pasado se publica la novela política de ficción distópica, escrita por George Orwell. “1984”, pocas personas deben haber presentido el carácter casi profético que tendría.  Aquella ficción mostró cómo  pueden crearse enemigos arbitrariamente, atizando las emociones de la gente a través de la propaganda. Pero en su descripción de los «dos minutos de odio», el autor también previó cómo actúan las multitudes digitales.

Hoy, los medios de difusión / información dejaron de ser simples medios periodísticos para transformarse en meros apéndices de grandes conglomerados empresariales, por lo que su función se modificó.  La información pasó a ser una mercancía, con lo que se ha  transformado en una herramienta más del poder real. En Argentina lo venimos padeciendo desde hace años, y junto con la complicidad de un sector de la justicia, sumado  al accionar en las redes, se ha convertido en un arma peligrosa para la democracia.

Esta situación fue aceptada como normal por acostumbramiento. Aunque, como siempre, un nuevo acontecimiento no dejará de  sorprendernos.  Y en el contexto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania tomó  visos de realidad. Mientras Ucrania vive en carne y hueso las batallas que se libran en su territorio, otra guerra ocurre en paralelo: una disputa informativa.  Esta se libra entre Ucrania, respaldada por Estados Unidos y la Unión Europea, y Rusia, con algún respaldo de China. En esta contienda, el fuego cruzado toma la forma de acusaciones de desinformación contra el bando contrario.

Las principales plataformas de Occidente amordazaron toda información  que proviniese de Rusia. Las emisiones de plataformas digitales de “Sputnik”  y “Russia Today” fueron canceladas por la Unión Europea “acusadas” de desinformación y propaganda del gobierno de Rusia.  En este país se aprobó una ley persiguiendo la ‘‘desinformación” relacionada con la guerra y además se cerró el acceso a redes sociales.  Es comprensible, aunque para nada justificable, que los países involucrados en la guerra establezcan pautas de censura porque así ha sido siempre. Pero, ¿cuál es la excusa de los demás países?

La empresa Meta (dueña las redes sociales Facebook, Instagram y WhatsApp) y Alphabet (propietaria de las plataformas Google y Youtube) han bloqueado o restringido contenido de  medios rusos en el contexto de la invasión de Rusia al territorio de Ucrania.  Se lo mire como se lo mire, esto marca un nefasto precedente en materia de libertad de expresión y derecho a la información.

Alphabet restringió  el acceso de Sputnik y RT a sus sistemas de publicidad, con lo cual no sólo impide la monetización de ambos sino que limita sus accesos en el buscador Google y en Gmail.  Por su parte, TikTok  (red social china) excluyó ambos medios rusos de sus contenidos en Europa.  Por su parte, Twitter comenzó a etiquetar como «Medios afiliados al gobierno de Rusia», a determinadas cuentas de medios, pero incluyó también a cuentas personales de periodistas que realizan labores eventuales para esos medios.Con ese accionar los dejará por siempre asociados a los intereses de un país en particular, en este caso Rusia. Todas esas personas quedarán eternamente estigmatizados.

La doble moral o doble estándar de estas medidas quedan al descubierto.Varios son los países que poseen medios estatales como  la BBC, TVP en Polonia, ZDF en Alemania y tantos otros.  Sin embargo, a estos medios no los alcanzan dichas disposiciones, con lo que se deslegitima la información que difunden los otros. El rol inevitablemente democratizador de las redes sociales que nos habían planteado, no se corresponde con la realidad. Las políticas de las empresas, dueñas de plataformas digitales, están claramente alineadas con los intereses geopolíticos de las potencias occidentales.

Así fue que los medios de occidente nos informaron de que las tropas de Rusia habían bombardeado un hospital en Mariupol.  La noticia quedó en una nebulosa, hasta que una de las personas que estuvieron internadas contó la verdad de lo ocurrido a medios rusos. El ataque, en realidad, había sido obra del ejército ucraniano. Algo similar ocurrió con los misiles sobre la estación de trenes en Kramatorsk adjudicados a los rusos.Nunca más se habló del tema desde que se publicaron en Rusia las fotos del misil Tochka U ucraniano y su número de serie. No existieron desmentidas, cuestionamientos ni aclaraciones.

En el mismo terreno entra la historia del “Fantasma de Kiev”,  héroe militar, piloto de combate tan aclamado en las redes  por  derribar varios aviones rusos, y promocionado en nuestro país por La Nación +. Fue leyenda   hasta que la misma Fuerza Aérea Ucraniana, a principios de mayo, reconoció que era «propaganda para levantar la moral».  Así es la “información” que nos hacen llegar.

Existe un estilo o guía del periodista para saber cómo organizar una información. Para recoger los elementos más importantes de una noticia y entender su contexto. Esa guía  es  abarcar el que, quien, cómo, cuándo, dónde  y porque, se produjo el evento que da forma a la noticia. El problema es que hoy, el que y el cuándo ocurrió el suceso, los responde el periodista. Pero seguramente,quién, cómo, dónde  y porqué lo causaron, los consultará con la versión que decida el medio al que representa.

La conjunción entre los intereses del actor y la noticia difundida u ocultada complican aún más la veracidad del hecho.  El lunes 24/4 secretario de Estado de los Estados Unidos Antony Blinken, anunció en Kiev que «Ucrania puede ganar la guerra». El martes siguiente dijo: «Debemos debilitar a Rusia para que no vuelva a hacer lo que hoy hizo en Ucrania».  Pero en audiencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de su país expresa «…Washington está listo para aceptar un posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, como resultado del cual Ucrania se convertirá en un país neutral”. Ningún periodista repregunta, ni cuestiona, ni le pide la razón por la cual se contradice en sus declaraciones.

La Unión Europea avanza en una norma que prohibirá accesos a la información.  La misma otorga, en la práctica, a las autoridades de los distintos países el poder de censurar sin la aprobación de un juez.  Cualquier texto que se considere como “terrorista” deberá ser bloqueado por las plataformas en el término de una hora a partir de la recepción de la orden. La decisión quedará  en manos de una «autoridad competente» de cada país. Dicho bloqueo deberá ser aplicado en todos los países de la Unión Europea, no solo en el de origen. Y en un mundo globalizado, no van a faltar gobiernos imitando esta práctica.

A su vez, el secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., Alejandro Mayorkas, anunció, hace quince días, que su Departamento está creando una Junta de Gestión de la Desinformación para “contrarrestar la información engañosa”

En  conflictos bélicos anteriores la información era más centralizada aún, y nos mostraban imágenes en las que nunca se veían muertos.  Pero en el actual, existe la posibilidad de acceder a la información directa de corresponsales de guerra que están en el terreno. Información que está al alcance de cualquiera. ¿Pueden llegar a ser opiniones parcializadas?   SÍ,  pero eso se logra superar por comparación. Es posible encontrar cientos de testimonios de gente de a pie. Entonces uno se pregunta ¿por qué los periodistas no desarrollan tareas periodísticas en vez de un discurso uniforme?

Según el periodista “diferente”, Dan Cohen, «un ejército de estrategas políticos extranjeros, lobistas en Washington DC y una red de medios de comunicación vinculados a la Inteligencia» están detrás de la actividad de Kiev en el ámbito de relaciones públicas. Trabajan directamente con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania para librar una guerra informativa». Las acciones internacionales en este ámbito las encabeza la cofundadora de la empresa británica PR Network, Nicky Regazzoni, y Francis Ingham consultor vinculado con el Gobierno del Reino Unido.

Son varios quienes “cubren objetivamente las versiones favorables a Occidente” sobre lo que ocurre en Ucrania. Entre los medios en inglés, se encuentran la CNN, la BBC, The Guardian, The Washington Post, The Economist,  Foreign Affairs, Politico y Vox.  Además cuentan con  medios en ruso como Dozhd, Meduza, y Novaya Gazeta, vinculados y/o financiados por la  Comisión Europea, el Gobierno de Letonia y el Reino Unido.  Y entre los grupos de presión estadounidenses, que colaboran con las autoridades ucranianas están  SKD Knicker bocker  y Your Global Strategy.

¿Seguirán  mostrando apelaciones a una libertad abstracta e invocación de modelos inexistentes en la historia? lo  que le permitirá mostrarse críticos con la realidad proponiendo algo mágico y ausente.  La estrategia que desarrollan es más simple de lo que parece, a quien no se los pueda convencer de que el modelo angloamericano es lo mejor de la humanidad, se los posiciona en un escalón crítico que iguala a quien busca otro modelo.

¿Dónde suponen que ubican a países como el nuestro?

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info