
25 Jun El ojo crea realidad
Cuando se mira, se le adjudica un sentido a la realidad.
Unos vemos leña para estufas rocket económicas, plástico reciclable, pasto y hojas para el compost. Otros ven mugre y basura en la calle.
Algunos reconocemos a esos servidores públicos sin uniforme que reciclan productos que aportan a la economía para no perder nada y generar riqueza social, puestos de trabajo, cooperativas, materia prima, etc. Hay quien sólo puede percibir a una persona tirando un carro lleno de cosas inservibles obstruyendo la calle.
Del mismo modo, miles de humanos movilizados por la necesidad de alimento asegurado para sus hijos, trabajo para las manos ociosas, casas y recursos para tener una vida un poco más vivible fuera de la emergencia permanente. Una columna social organizada que reclama democráticamente y pacíficamente buscando hablar (HABLAR!!!) con las autoridades, para que éstas puedan resolver alguna de sus urgencias cotidianas. Distribuyendo recursos que movilizan el consumo del barrio, aportan impuestos (el IVA nos llega a todos). Despegando desde otra plataforma para acceder a trabajo, educación y salud.
Pero también pueden ser leídas como hordas de «ocupantes» ilegales de espacios públicos, mostrando sus miserias y obstruyendo la movilidad de los seres útiles a la economía de mercado.
Es casi natural que el que tenga la cabeza llena de conspiraciones y sospechas, ordene su interpretación a la espera de que un operador al servicio del establishment, televisivo o radial, ponga palabras al resentimiento y asigne quién es el/la culpable que se está aprovechando de “la suya”.
Es el ojo el que da sentido desde el entrenamiento de ideas y sentimientos metabolizados, con lo que uno entiende desde la compasión, la decencia o la impiedad. La proyección de los colores con los valores morales que estructuran ese esquema. Algo que te convierte en una persona solidaria y fraternal, o un canalla cínico y oportunista.
El mercado necesita de estos últimos para que el egoísmo se convierta en el motor de la convivencia. Que cada uno busque aprovecharse de los demás como objetos. Un pilar de la civilización neoliberal que tiene centros mundiales, medios educativos, herramientas y armas masivas de destrucción del humanismo. Es la chica que le roba el perro a un indigente sin vivienda, para salvar al perro. Es la conductora que dona una (1) media sobrante a una institución benéfica (¡Y lo dice en público!). Es el sr peluca reclamando armas para todes.
Incluso tenemos referentes políticxs convencidos de que ganar plata a través del trabajo ajeno es algo normal y deseable. Otras personas, al frente de sindicatos coinciden con eso, se asocian a “los grandes empresarios” como factores del cambio progresivo, porque sus inversiones “dan” trabajo.
Capitalistas expertos en aprovechar cada ventaja, grieta o zona gris de las políticas públicas para enriquecerse desaforadamente a costa de sus /nativos. Luego está inscripto en las «tablas de la ley del universo», que sus dólares guardados en cuevas sin pagar impuestos, son algo que nadie ni nada podrá modificar.
Estas personas honorables ya fueron gobierno: 1880/1916 – 1930/1943 – 1955/1973 – 1976/2003 – 2015/2019… con representantes ministros de Economía, Trabajo, directores del Banco Central/Nación, secretarios, subsecretarios y toda la pandilla entusiasta en aplicar planes de ajuste y endeudamiento sobre las mayorías; fuga, ganancias excesivas para sus patrones… Hasta amenazaron con encarcelarse mutuamente en 2018, con los cuadernos asados del servicio literato.
Con estos señores/as al frente de la economía no hay salida. Siempre nos verán como consumidores de sus versos y proveedores de vida lujosa (su derecho natural). El diálogo con ellos es como ser ciegos y jugar a las cartas con tramposos.
Necesitamos un Estado fuerte y con grandes empresas (YPF-ESMA-YPF-eléctricas y gasíferas-alimentos, etc), con otras alianzas sociales, reducir los monopolios, fragmentar el poder concentrado en unidades controlables, sumar jueces no entongados con los dueños del país para reducir el poder de los 4 aristócratas, un salario ciudadano para los rechazados por el mercado, apoyar a los medios locales, multiplicarlos con las universidades y organizaciones sociales que tienen agenda popular, más atentos al beneficio social que al privado.
Hay muchas tareas, pero también es grande la cantidad de actores sindicales, sociales, religiosos y económicos con quienes se puede construir un país más plural y menos injusto.