El infierno de la pobreza

(Nota de contratapa en nuestra edición en papel n°40) 

Los seres humanos atravesamos infiernos por miles de razones. Pero difícilmente haya alguna profundidad más angustiante y denigrante respecto a la condición humana, que el hambre. Y no es una hambruna producto de una catástrofe climática, o un período de guerra que trae dichas consecuencias entre vastos sectores de la población civil. Es una calamidad mucho peor: El hambre forzado por un incremento obsceno de la desigualdad social, la transferencia de recursos hacia los sectores más poderosos del país y de la tierra, que alcanza ya ribetes de tamaña inmundicia, que no puede definirse con palabras certeras.

Se aprende a sentir lo que pasa, con tan sólo ser testigo, una vez más, de familias completas revolviendo la basura en las veredas, de cientos, quizá miles o decenas de miles de compatriotas rebuscándoselas amargamente con el trueque, el incremento inaudito de ciudadanos en situación de calle, y las ollas populares y comedores comunitarios que se multiplican gracias, por un lado, a nobles corazones que dan tiempo y sacrificio para que su semejante al menos coma salteado. Y por otra parte, debido a las decisiones gubernamentales que atentan contra la más elemental dignidad humana de los que menos tienen.

Cuando realmente abras tu corazón y quieras conocer cómo marcha nuestro país, salí a recorrer tu barrio de noche, que el gobierno neoconservador se ha encargado de brindarte una respuesta tan demoledora como, en muchos casos, terminal.

No paran de sumarse argentinos al hambre criminal. Hambre que es generador de toda clase de violencia. Es el genocidio por goteo que ya comenzó hace rato, y por ahí vos te has negado a enterarte de lo que estaba pasando y de lo que se venía a toda marcha… hasta que la realidad nos termina pasando por encima a todos, a mí, a vos, a tus seres queridos… sin excepción.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com