El ejercicio del Poder

En una guerra de ocupación colonial el encarcelar nativos y convertirlos en rehenes, volcar las riquezas del estado en beneficio del invasor y modificar las reglas de comportamiento para que obedezca la población, no son cuestiones de justicia o injusticia, es el ejercicio del poder.

El imperio ocupa territorios para quedarse con la minería, el petróleo, el agua dulce, las tierras cultivables y la mano de obra nativa imprescindible para disminuir el costo de su operación.

El imperio domina continentes mediante la propaganda, la guerra, los fraccionamientos territoriales, desarticulando a las organizaciones sociales autóctonas y promocionando divisiones ideológicas en clases sociales y políticas de sus habitantes.

Buena parte del éxito, que aumenta exponencialmente sus dividendos y le quita riesgos operativos, es asociar a una clase conservadora y cipaya para que sea la fachada nacional encubridora.

La máxima habilidad del imperio es someter sin librar combate, aprovechando la aceptación previa de los nativos del manual adaptado de sus formatos y creencias.

Es una victoria sin los costos de un ejército movilizado, las gentes votan a los gerentes menores de sus empresas usurarias de avanzada, y mantienen una fachada de legalidad aceptada por las Naciones Unidas. Obtienen la ventaja estratégica de transformar la cultura del pueblo dominado sin que éste pueda visibilizar al verdadero invasor, lo que posibilita un saqueo prolongado y con acotada resistencia interior.

La ley es el reglamento del poder. Los pueblos que quieren tener derechos propios solamente pueden obtenerlos triunfando unidos en la lucha por el poder, estableciéndose en su beneficio y organizándose férreamente para defenderlos.

Desde la aceptación del reglamento del poder formal del colonizador, NO ES POSIBLE LA LIBERACIÓN DE LA PATRIA.

Enrique A. Viviano Hidalgo
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