
09 Sep ¿Efímera libertad… dentro de un orden?
Por: Roberto Maydana,
Desde Crans Montana, Valais, Suiza
Reflexiones a partir de la obra de teatro “Piel de Pollo”, de la directora teatral Mariana Álzaga
La obra cuenta con la enorme particularidad de haber sido grabada bajo estrictos protocolos durante el 2020, en plena cerrazón máxima durante la pandemia, por lo cual se puede ver por la plataforma Streaming. Posee una mixtura entre el lenguaje teatral, y el lenguaje audiovisual, por lo cual se podría considerar como una “obra de teatro cinematográfica”
Disparadores, sentires, motores que se encienden a partir de la obra que acabo de ver:
¿Realmente podemos ser libres al cien por ciento? Ese pensamiento quedó flotando en mí durante toda la tarde después de ver “Piel de pollo”. Pero fue un razonamiento que nació (y lo sabía pese a que hacía que pensaba) con una respuesta clara: no. Partamos desde la base de lo lógico y de aquello que, de alguna manera, aceptamos todos, y que tiene que ver con esa especie de contrato tácito que hacemos con el Estado a través del cual todos cedemos un poco de nuestra libertad para aceptar una serie de reglas ciudadanas que intentan evitar el vivir bajo la ley de la selva.
Podríamos coincidir en que es necesario y beneficioso que todos aceptemos no cruzar los semáforos en rojo, por ejemplo. Todo bien con eso. Pero esta hermosa obra de teatro no habla de esa libertad, no se ocupa de ese fragmento de leyes ciudadanas básicas, sino del otro aspecto, más profundo, más silenciado, más sutil, que es el verdadero grado de libertad que tenemos más allá de lo convenido mutuamente. La piel de pollo aflora al comprobar (o confirmar) lo que muchos pensamos: ni siquiera la libertad real es completa. Ellos, los otros, los de arriba, los titiriteros del mundo, manejan cada resquicio del libre albedrío y, cruelmente, nos dejan jugar con una supuesta libertad que en realidad no es tal, porque llevan años controlándola, manipulándola y organizándola tras las sombras para que creamos que en verdad elegimos esas zapatillas porque queremos, o viajamos a tal país por decisión propia. Nos dejan jugar a ser libres, pero sólo con las cartas que ellos nos dan. Y si se te cruza por la cabeza jugar a otro juego… ten por seguro que aparecerán los hombres de negro para re-estabilizar el orden, reestructurar lo ortodoxo, corregir a los desalineados, encarrillar a las ovejas negras, encauzar la originalidad.
Representados bajo el nombre de “Paradise Corporation”, una mujer de negro hace presencia para intervenir un supuesto foco de revolución y, cual misión del FMI viene, aplica reglas y se va, no sin antes meter miedo general, jugar al falso compañerismo, culpar a la víctima de las debilidades de su propio sistema, destacar la imagen como un valor y afirmar que la meritocracia es una carrera en la que todos empiezan al mismo tiempo y con las mismas herramientas… en definitiva, ese manual del capitalismo cruel al que cada vez más pueblos condenan y ante el cual, gracias al alumbramiento de las mentes, cada vez más gente se le rebela.
Un streaming intenso de menos de 50 minutos, en el que el público podrá sentir, emocionarse con las actuaciones de Lucila Tamame y Mariana Álzaga, y animarse a esa permanente búsqueda por alcanzar esa libertad plena que suele sernos esquiva en el entramado social dentro del cual transitamos.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Actúan: Mariana Alzaga, Lucila Pilar Tamame
Diseño de escenografía: María Clara Dal Din
Realización de escenografia: María Clara Dal Din, Mauricio Klinger
Realización Audiovisual: Bruno Milani
Post producción audiovisual: Bruno Milani