
06 Jun ECONOMÍA NACIONAL O BIMONETARIA
Por: Gabriel Orlando
Taxista de Morón
Lejos de ser un nuevo capítulo en los vaivenes de los cimbronazos que nuestro país recibe una y otra vez, tal como si se tratara de un boxeador experimentado que ya tiene los moretones de peleas pasadas, retoma a primera plana la noticia sobre el estallido de la situación económica, estancada y sofocada a su vez por el contexto actual. A primera vista, y sin ahondar en detalles, todo gira alrededor del valor de nuestro billete, surge a las claras que carecemos de una moneda propia consolidada, prueba suficiente la misma de que el dominio de los países centrales continúa sobre la región del sur, entre ellos nuestra tierra.
La degradación del trabajo es expresada en costos y balances, hoy en día, cuando abundan los “empleos” de servicio transporte o traslado, se vuelve imposible mantener un vehículo, sea auto o moto u otro. Tan sólo por la sencilla razón de que nuestro trabajo se intercambia a precio local, pero los repuestos y herramientas para sostener nuestra fuente laboral son importados y valuados a moneda extranjera, los productos elaborados los compramos en el mercado externo, dando paso nuevamente a la humillación de los países hegemónicos, y nosotros terminamos siendo apenas los obreros arrasados, que pueden llegar a tener un mínimo ingreso para la subsistencia.
En ese sentido, la economía bimonetaria (peso-dólar) sigue siendo la piedra de nuestro desarrollo en el asunto, a tal punto que nuestra fuerza de trabajo humana se debe sobre-exigir para llegar a cubrir estos exorbitantes costos; jornadas de más de 12 horas de trabajo es el testimonio de la época de degradación social. Desde comprar un simple radiador para cambiar el que se averió, hasta tener cubiertas nuevas en el auto, son, hoy en día, bienes de lujo para el taxista, que se exprime a precio devaluado para responder a valores ajenos al nuestro.
Por empezar, debemos comprender que esta decadencia se arrastra desde hace décadas, fórmula que ningún político en el gobierno pudo dar vuelta, sea por desinterés o complicidad, el fruto de nuestro trabajo se lo llevan sin pena ni gloria con la balanza de los que imponen los valores de mercado.
Sangre y sudor de los trabajadores argentinos es el escenario que nos muestra esta economía sometida al poder financiero internacional, de la cual, el trabajo asalariado argentino se encuentra atrapado. Es imposible asimilar otro panorama bajo este condicionamiento de la política económica local.
Resulta hoy, a modo de ejemplo, que el precio de un radiador equivale a dos semanas de trabajo, con jornadas laborales de doce horas por día, incluido fines de semana, contando horas adicionales y demás. Por lo visto, entonces, se vuelve una ilusión la posibilidad de mantener un auto en condiciones normales para su uso laboral, sea que se trate de un trabajador con destreza o agilidad, las leyes del mercado laboral son objetivas e ineludibles y absorben a gramos enteros el sacrificio de los que venden su fuerza de trabajo.
En estas horas donde asistimos a un cuadro desolador, revivimos nuevamente el IMPERIALISMO DEL DÓLAR[i], tal como lo explicara, bajo la influencia de la Teoría de la Dependencia, el economista Abraham Guillenen su libro de análisis concreto del intercambio dispar entre los países centrales y periféricos. En esta relación desigual siempre estamos a pérdida, quienes sufren las consecuencias son las clases populares y no los dirigentes de las élites traicioneras al interés nacional. Es así que, las empresas multinacionales como UBER y DIDI vuelven a imponer sus intereses en desmedro de una población hambrienta y hundida en la miseria.
El aumento del dólar pasa a ser entonces una forma de explotación capitalista sobre los oprimidos de nuestro pueblo por parte de aquellos que gobiernan desde la cima del poder económico y establecen la servidumbre de los trabajadores, ultrajan la soberanía y quiebran la estabilidad social de nuestro país.
Sólo una decisión política que vuelva a poner en primer lugar el interés de las clases populares en contraposición de las elevadas ganancias de los grupos foráneos puede torcer el rumbo actual, devolviéndole transparencia y proyección a nuestra moneda nacional.
[i]Imperialismo del Dólar, América Latina: Revolución o Alienación, Abraham Guillen