Dólar “blue”: Consecuencia, y no causa, de la dependencia económica

En el contexto actual de desinformación planificada, es habitual que se presenten consecuencias disfrazadas como causas de los problemas que aquejan a la economía argentina. Un ejemplo claro, es la preeminencia en el debate público sobre la brecha cambiaria y el “dólar blue”.

En este sentido, y con el objetivo de llegar al verdadero conflicto, es importante esclarecer el porqué de la relevancia del dólar ilegal y, así, atacar sus causas y no seguir enredados en la discusión financiera – especulativa que solo alimenta al desorden, el caos y la confusión.

El volumen inicial operado del dólar “blue” nace de la necesidad de dolarizar, o pesificar, fondos provenientes del tráfico ilegal de mercaderías de distintos orígenes: narcotráfico, exportaciones e importaciones no declaradas y operaciones de comercio interno. Las dos primeras, son posibles gracias a la ausencia del Estado en la regulación del tráfico en ríos internos y mares, donde se estima que, como mínimo, un tercio de las toneladas transportadas no son declaradas, fiscalizadas, o expuestas a control alguno. En cuanto a las de origen interno, son motivadas por el alto nivel de informalidad de la economía argentina, superior al 40%.

Por otro lado, se nutre de los ahorristas que buscan dolarizarse más allá de lo que permite la norma, como refugio a la devaluación permanente de la moneda nacional, y de aquellos que buscan vender sus dólares a un precio superior al de pizarra.Pero este mercado ilegal, que según los medios hegemónicos es referencia para la fijación de precios internos, apenas representa entre un 5% y un 10% del volumen operado en el mercado cambiario legal. No hay dudas de que esta exacerbada difusión de un mercado pequeño, ilegal y manipulado discrecionalmente, está siendo utilizada por aquellos interesados en elevar el precio oficial de la divisa extranjera por fuera de toda lógica económica.

A fin de descubrir de que intereses estamos hablando, solo hace falta advertir quiénes son los únicos beneficiados de una constante devaluación del peso argentino.Sin lugar a dudas, el pueblo trabajador es el primer perjudicado, ya que afecta directamente al poder adquisitivo del salario, por la relación directa y lineal entre devaluación e inflación; pero también castiga a empresarios importadores y a la cadena de producción local en su totalidad,dado que conlleva un aumento generalizado de los costos fijos, insumos y una caída de la demanda en el consumo interno.

Completamente alejados de esta realidad, el sector exportador ve con buenos ojos una caída del consumo interno, ya que le genera mayor cantidad de saldos exportables, y un aumento del valor del dólar, dado que cobra su liquidación en pesos al tipo de cambio oficial. Este último punto, es fundamental para comprender el gran interés por la devaluación del sector agro exportador. Las cinco empresas transnacionales, que dominan más del 60% del acopio y comercialización de nuestro comercio exterior (Cargill – EEUU 14,78%, COFCO – China 14,42%, Archer Daniels Midland – EEUU 13,56%, Bunge – EEUU 11,66%, Dreyfus – Francia 8,71%), venden el producto del suelo argentino en dólares, que ingresan al BCRA, y reciben pesos convertidos al tipo de cambio menos el porcentaje de retención aplicado (descuento que trasladan al productor por el poder dominante de mercado que tienen).

Sin embargo, la maximización de ganancias no es el mayor de sus intereses; el poder político lo es. En un contexto de gran endeudamiento, falta de divisas y necesidad urgente de importaciones por nulo desarrollo industrial, aquellos que controlan el comercio exterior definen las políticas internas.Sin ir más lejos, hoy el gobierno nacional se encuentra a merced de la liquidación de divisas del sector exportador que exige la quita total de retenciones o una devaluación brutal que hunda, aún más, en la pobreza al pueblo argentino.

Someter políticamente a la Patria y empobrecer al Pueblo mediante crisis económicas, planificadas y permanentes, son la garantía de conservación del orden establecido. Necesitan que la Argentina no se levante, no se industrialice, para mantener inalterable su dominio. Esto, les da posibilidades de negocios que trascienden, largamente,el comercio de granos, como la orientación del consumo interno y el manejo de recursos naturales (minerales, materias primas e hidrocarburos).

En consecuencia, debemos identificar la causa de los problemas económicos de la Argentina en la implementación, consolidación y naturalización de un sistema político ajeno a intereses nacionales, con base en la privatización y extranjerización de su comercio exterior y sistema financiero. Este, y no otro, es el origen de la primarización de su economía y la dependencia a una moneda que no emite ni controla.

Entonces, no debemos, ni podemos, esperar recetas mágicas de tecnócratas para salir de esta situación. Se precisa dar pasos concretos con foco en la transformación de la matriz productiva nacional, si es que verdaderamente existe la voluntad política de solucionar el problema y alcanzar la independencia económica.

A fin de lograr este objetivo, resulta urgente y necesario recuperar la administración del comercio exterior.La protección del mercado interno, junto a un plan de industrialización por sustitución de importaciones, es un paso obligado para la generación de trabajo genuino que disminuya la principal demanda, y causa de la dependencia, de dólares que tiene el país. Como así también, es el único camino para quitarle poder a la oligarquía apátrida y transnacional que impide el desarrollo nacional.

Rodolfo Pablo Treber
rodotreber@huellassuburbanas.info