
06 Jun Dispersión
Es un momento de reagrupamiento frente a una coalición de fuerzas dominantes con alto poder de daño. Tienen jueces trabando cualquier posibilidad de conformar gobiernos para al campo nacional y popular. Sus formadores de precios, dueños de la tierra y las exportaciones, controladores de la entrada de dólares, especuladores financieros generando condiciones de caos controlado… para obligar a devaluar nuestros salarios y concentrar aún más sus ganancias y poder. Sus medios concentrados ametrallan a la población con miedos atávicos (inseguridad, toma de casas, delitos juveniles, el “flagelo” de la droga, sigue la murga), agitando sábanas para fermentar los daños psicológicos que dejó la pandemia, inventando muñecos con pelucas, cuyos planes imposibles como alternativas ya ejecutó otro calvo hace 20 años… y que terminaron con muertos en las plazas y saqueos.
No es tiempo de competir, sino de concentrar en un programa que genere la esperanza de más justicia social y distribución de este crecimiento provocado por nuestro gobierno. Primero el programa, luego el equipo y al final lxs candidatxs que lo ejecuten.
Es un déficit que nos costó desgaste y desazón no generar ámbitos de debate interno, dilucidando nuestras diferencias frente a vecinos de a pie que sólo esperan soluciones. Por un lado analizar esa falta de compromiso como parte del problema, esperando salvadorxs mágicxs, profesionales que luego insultamos por su ineficacia. Por otro, valorizar y dimensionar en su potencialidad las masivas columnas que vienen ejercitando su capacidad de movilización.
Ya probamos que nuestra potencia en la calle suma respaldo, si hay voluntad de enfrentar a los avariciosos de siempre. Que estamos dispuestxs a poner el cuerpo para bancar decisiones fuertes, cumpliendo la ley o creando nuevas reglas de juego, ya que estas sólo están hechas para paralizarnos. Desde agosto del 2022 hasta la última plaza de Cristina salimos a sumar nuestras banderas para empujar lo nuevo.
Es tiempo de construir esa herramienta política unificada, no dispersarnos en personalismos o sujeciones a la lógica de una “orga” sectorial.
Nuestrxs compañerxs en el gobierno están haciendo maniobras impensables hace unos años: desdolarizar el comercio internacional. Renegociando lo imposible de un acuerdo firmado a dos días del inicio de la guerra Otan/Rusia. Abriendo puertas para ingresar en el BRICS, un bloque capaz de equilibrar un poco más la desigualdad mundial. Fortaleciendo los puentes con China y Brasil, socios indispensables para sacar la cabeza de la soga de la deuda y las imposiciones del FMI/EEUU.
Cuando Cristina nos dice coraje y amor a la Patria no está revoleando bastones a los mariscales, sino llamando a un haz irrompible de sectores productivos, trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs, voluntades para cambiar matrices de injusticia y romper ataduras económicas y políticas impuestas por los poderosos.
La única con la capacidad de unir lo fragmentado, está atada. O la desatamos con otro 17 de octubre o construimos entre todxs la figura que pueda subirse a su estatura para luego, armar la herramienta que rompa estas ataduras intolerables sobre nuestro propio destino democrático.
No es una fiesta de chiquiteces, sino un momento de generosidad y acuerdo colectivo.