Deuda externa y salida nacional

Por: Rodolfo Pablo Treber

 A esta altura, a nadie le puede resultar llamativo que la emisión exagerada de deuda externa transcurra durante los gobiernos alineados con el poder económico global.

A partir de la disolución de los pactos de Bretton Woods (1971), donde se abandona el respaldo en oro, el precio y emisión de la moneda pasa a ser una definición netamente geopolítica, y ya no fundamentada desde la técnica económica. Desde ese momento, la voluntad de EEUU es la que define cuanto dólar se emite, cuánto vale, e interviene, si lo cree necesario, en los gobiernos del mundo para asegurar la dependencia a su moneda.

Es por este motivo que el otorgamiento de empréstitos funciona como parte de un dispositivo de dominio. Porque lo realmente valioso, para los organismos multilaterales de créditos, no es el retorno monetario de intereses sino el poder político que obtienen sobre los gobiernos presentes y venideros. La cuestión de fondo no es por plata; es por territorio, recursos naturales y trabajo; por la generación de riquezas.

Por eso, la primera definición que debemos realizar sobre la deuda, es que nos tenemos que librar de ella; a como dé lugar. Porque está en juego mucho más que dinero, se disputa el trabajo, la tierra y la comida para nuestro Pueblo. A su vez, porque ante la decadencia de la industria nacional en los últimos 45 años, es necesario emprender un proyecto de industrialización por sustitución de importaciones para lograr la independencia económica y recuperar el trabajo para todo el Pueblo argentino. Esto no es viable en un contexto de default y bloqueo económico.

Esto no quiere decir que se deben aceptar montos y condiciones sin una estricta auditoría que determine la validez, destino de los fondos, y sancione a los culpables políticos de este crimen económico. Al mismo tiempo, es necesario sentar las bases jurídicas, y de participación popular, para que un cambio de gobierno no sea suficiente para generar tamaña dependencia a una divisa extranjera.

En la propia historia argentina encontramos antecedentes exitosos al respecto. El 25 de marzo de 1946, meses antes de la asunción de Perón, el decreto 8.502, posterior ley 12.962, nacionalizó el Banco Central y reguló el sistema bancario argentino. Se comenzó con el rescate parcial de la deuda externa que se completó en 1952 con las dos últimas cuotas del convenio Roca-Runciman (1933), y para el año 1954, industrialización mediante, la Argentina tenía posición acreedora en el mundo.

El problema no es la plata… es la política económica

 Lo que hizo grande a la Argentina, en distintos momentos de su historia, es haber comprendido que no hay, ni habrá, un futuro de prosperidad como colonia. La actual situación de dependencia económica y política, que sumerge al Pueblo en el absurdo de la pobreza y hambre en tierras de abundancia, no da lugar a medias tintas ni tibiezas.

Por un lado, es necesario recuperar la administración nacional del comercio exterior.La protección del mercado interno, junto a un plan de industrialización por sustitución de importaciones, es un paso obligado para la generación de trabajo genuino que disminuya la principal demanda, y causa de la dependencia, de dólares que tiene el país: la compra en divisas de productos al extranjero.

En números, la mitad de las importaciones argentinas corresponden a industria liviana de baja complejidad (juguetes, textiles, plásticos, indumentaria, autopartes, electrodomésticos, metales, cosméticos, etc.). La elevada cantidad de intereses de deuda a pagar y la posibilidad concreta de default, es fundamento válido para emprender un proceso de sustitución de importaciones acelerado sobre bienes superfluos. Esto generaría un mercado cautivo para la pequeña y mediana empresa argentina con un horizonte de nacionalización de mano de obra de 3,6 millones de puestos de trabajo, equivalentea 34 mil millones de dólares.

Por otro lado, los máximos ganadores del saqueo neoliberal fueron los Bancos y sus empresas transnacionales asociadas. El Banco Central de la República Argentina tiene que centralizar la administración de recursos financieros del país para recuperar su función reguladora. Así, frenar la sangría de divisas por fuga de capitales. Esto, durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos, representó 86,000 millones de dólares.

Diametralmente opuesto a lo que el interés nacional indica, el sistema financiero argentino se encuentra dedicado a la especulación financiera. Para fundamentar esto, solo hace falta decir que la base monetaria (el total de billetes emitidos en manos del público más lo depositado en bancos) actualmente es de 2,9 billones de pesos, mientras que lo depositado en instrumentos financieros, “leliq”, suma 3,4 billones de pesos. Ese enorme volumen de dinero no tiene contacto alguno con la economía real y genera una emisión monetaria, por intereses, de 100,000 millones de pesos mensuales mientras se denuncia que no hay plata para los temas urgentes.

Esos fondos serían más que suficientes para dar inicio a las inversiones de capital que requiere el proceso de industrialización. Por eso, debemos recuperar el rol del B.C.R.A. como Banco de promoción y desarrollo para orientar el caudal de dinero, hoy destinado a la especulación financiera, al crédito a la inversión con fines productivos.

Como queda a la vista, con las opciones planteadas, el conflicto no es el monto de la deuda. El verdadero conflicto es la subordinación política al imperialismo que posee el control del comercio exterior y la banca.

Recuperar la soberanía política, decidir que entra y sale de nuestro territorio, es el primer paso para lograr la independencia económica. Solo entonces, luego de cortar la dependencia al extranjero, podremos instalar un orden económico que se encuentre subordinado al interés social.Nunca antes.

Colaboradores diversos Huellas Suburbanas
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