
09 Abr DESPERTÓ EL GIGANTE – parte III
Por: Lic. Roberto Coluccio
La expansión económica y comercial al mundo, delineada por el gobierno de la República Popular China, se basa primeramente en hacerse fuerte en la región, en el continente asiático y africano para llegar luego a sentar bases en Europa, hacia donde pretenden colocar en un principio sus excedentes industriales.
Planean construir una ruta que, partiendo de China, llegue a la península ibérica, tanto a España como Portugal. Semejante obra de infraestructura iguala y superaría la ruta del famoso y mítico transiberiano. La tarea es ardua en todos los frentes, no se trata tan solo de tener a disposición fierros, dinero y tecnología, que de una u otra forma lo consiguen o crean, como hicieron con el Banco Asiático de Estructura e Inversión (AIIB), sino de convencer a sus vecinos y a los países por donde pasaría la Nueva Ruta de la Seda, de los beneficios de la integración al bloque comercial que lidera el “Reino Medio”. Ya funciona desde 2014 una ruta ferrovía que pasa por Moscú, atraviesa países europeos como Polonia, Alemania, Francia, entre otros.
Fuera de juego, por ahora el TPP (Tratado Trans-Pacífico) impulsado por Obama y dejado de lado por Trump, parecería que a nivel mundial la Ruta de la Seda o el “One Belt, One Road”, en español, “Una franja, una ruta”, sería el proyecto de integración económica más ambicioso a nivel global. Semejante proyecto no deja de presentar dificultades, incógnitas e inconvenientes reales. No todo es color de rosa para los chinos.
Si bien desde su presentación (2014), se encargaron de aclarar que no se trata de una estrategia política, a ningún observador especializado se le escaparía que la imprescindible vinculación diplomática con el fin de establecer relaciones, acuerdos y condiciones con los países integrantes de la red, aumentan el peso diplomático y geopolítico de China. Por lo tanto en el resto de las potencias se generaron suspicacias y cuestionamientos, que dan cuenta de un recelo por la expansión del poder de la potencia asiática. La ruta transita por zonas conflictivas y países con alto grado de corrupción. También la inversión en Europa por parte del AIIB, implica un respaldo de países como el Reino Unido, Francia, Alemania, España y otros países europeos, que no encuentran una salida superadora de la crisis económica.
Las dificultades a sortear por los chinos:
- La ruta atravesaría Afganistán, uno de sus vecinos más inestables.
- Deberían resolver una de las cuestiones internas más conflictivas (tensión separatista), de la región autónoma de Xinjian, limítrofe con los afganos.
- India recela de una incursión, en la ruta, por Pakistán, histórico enemigo.
- La ruta pasaría por Irán e Irak, y podría desestabilizar el delicado equilibrio que rige hoy entre ambas potencias.
- Los países del Este europeo recibirían una influencia de otra potencia que no fuera Rusia, se alertaría por una intromisión en su tradicional área de influencia.
Sin embargo el magnetismo del proyecto, genera que la diplomacia china y la de los actuales y futuros socios busquen la forma de integración pacífica más conveniente para su desarrollo y materialización. Ejemplos: Invitaron a India y Pakistán para unirse a la Organización de Cooperación de Shanghái. Participan activamente en los conflictos de Medio Oriente, dejando atrás la política de no injerencia. Xi Jinping visitó Irán, inmediatamente después del levantamiento de las sanciones, aprovechando también en esa gira para ir a Egipto y Arabia, ofreciendo su mediación en la guerra civil siria.
Resta un largo trabajo diplomático para ganarse la necesaria confianza de sus vecinos y los socios no-limítrofes. Su historia, la filosofía de vida, la paciencia y sobre todo los planes para el futuro harán que su servicio exterior encuentre las formas y los instrumentos para “tejer” el ambicioso proyecto de “La nueva ruta de la seda”. (Continuará)