DESDE EL DISCURSO DE ODIO HACIA EL INTENTO DE ASESINATO, CON ESCALAS INTERMEDIAS

Luego de pasar una noche en vela, algo consternado aunque no sorprendido, comienzan a surgir los pensamientos y las palabras. El intento de magnicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no es una mera casualidad, es una resultante. Los discursos de odio que manifiesta la dirigencia política de la derecha, confabulada con las tribunas mediáticas hegemónicas, comienzan a cosechar lo que han sembrado desde hace años: el intento de volver a ensangrentar la Patria como han hecho siempre.

En las redes sociales y su entorno pululan los mensajes de odio en medio de un contexto de extrema violencia.

Frenando André Sabag Montiel empuñó el arma.  Pero los que le ayudaron a levantar el brazo y apuntar han sido periodistas que no informan ni opinan, pero que desparraman a diario, “cataratas” de  insultos, descalificaciones, amenazas, violencia. Llaman a la vicepresidenta  “asesina” de Nisman, chorra, psicópata y tantas, tantas barbaridades a las que suman, además, manipulación de la información. Se puede incluir también a las grandes corporaciones con sus propuestas de “autismo social”.

No van a quedar fuera de esta complicidad, los defensores y partícipes del lawfare, ese que persigue a líderes progresistas o de izquierdas de nuestra Patria Grande: como sucedió con Lula, Correa, Lugo y aquí con Cristina. Un fiscal que no puede probar el dolo, no puede acusar sin tener pruebas y hablando de sentido común, de toneladas de pruebas y vociferando “¡Corrupción o Justicia!” No son inocentes y en algún momento deberán hacerse cargo por su accionar. Persiguen y deshumanizan en su afán de disciplinar al pueblo y poder imponer un proyecto neoliberal que prive de derechos a la clase trabajadora.

Nuestros pueblos  han vivido experiencias de expansión de derechos, no sólo en el plano social (como en aquellos casos que vivieron procesos redistributivos), sino en el plano de políticas contra la violencia de género, protección de mujeres y niños, nuevas leyes de identidad de género, y matrimonio igualitario, o legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Como cada acción produce una reacción, la reacción neoconservadora parece repetirse con ciertas similitudes con lo que ha ocurrido en un pasado no muy lejano.

Por más que se autodenominen defensores de la República, llevan en su interior el ADN autoritario, represor y antidemocrático.  No es eventual que se haya elegido a CFK como víctima.  Saben que es la única persona capaz de aglutinar fuerzas dentro del campo Nacional y Popular.  Ese territorio del Pueblo que es capaz de confrontar con los poderosos en defensa de la Patria. Y quien surge como líder de ese sector social es transformado en blanco de todo tipo de ataques.

Hubo quienes manifestaban su sorpresa ante la posibilidad de que por primera vez hubiese ocurrido un atentado de este tipo en nuestro país. Y es una aseveración errónea, porque ya ocurrió con otro líder del Movimiento Nacional y Popular.  Juan Domingo Perón, quien fue víctima de tres atentados.

El teniente coronel Héctor Eduardo Cabanillas,  jefe de Evita al cementerio mayor de Milán bajo el falso nombre de María Maggi de Magistris fue partícipe en todos los atentados. El primero se produjo en octubre de 1945 siendo integrante de  un comando que iba a secuestrar al entonces coronel para fusilarlo, pero evaluaron que no estaban dadas las condiciones políticas para hacerlo en plena efervescencia popular, que culminaría en la jornada del miércoles 17.

El siguiente intento sucedió poco después del triunfo de la “Revolución Libertadora”, el 22 de octubre de 1955, mientras Perón estaba exiliado en Villa Rica, en Paraguay. El plan consistía en secuestrarlo, llevarlo hasta Puerto Esperanza, Misiones y asesinarlo allí. Pero la seguridad de Perón y los servicios secretos de Paraguay se anticiparon a la “jugada” y detuvieron a los responsables. El incidente le costó el puesto a Cabanillas, desplazado del primer lugar de la SIDE y destinado al Servicio de Inteligencia del Ejército, donde reemplazó al perturbado coronel Carlos Eugenio Moori Koenig.

La última tentativa de Cabanillas ocurrió en Caracas el 25 de mayo de 1957.  Una bomba conectada al sistema de encendido del motor del auto en el que iba a viajar Perón estalló a las siete y cinco de la mañana del día sábado. La explosión ocurrió mientras el chofer Isaac Gilaberte iba en busca del ex mandatario.

Norberto Bobbio decía que “el fascista habla todo el tiempo de corrupción. Acusa, insulta, agrede, como si él fuese puro y honesto. Pero el fascista es sólo un criminal, un sociópata que persigue una carrera política. En el poder, no vacila en torturar, estuprar, robar sus dineros (y los públicos), su libertad y sus derechos. Más que la corrupción, el fascista practica la maldad”.

Un corresponsal amigo, “Vakul”, está que cubriendo la guerra en Ucrania, me acerca este comentario, discutido entre colegas: “Supongo que ya sabéis que hubo un intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner, justo dos meses después del asesinato de Shinzo Abe, ex primer ministro de Japón. Parece que el magnicidio está de moda… No es cuestión de lanzar hipótesis a lo loco, pero casualmente se trata de dos dignatarios que querían llegar a acuerdos con Rusia”.

En el brazo de Sabag Montiel se podía observar un tatuaje del sol negro o “Schwarze Sonne” que es un símbolo ligado a la filosofía ocultista del nazismo. Debido a esto, y pese a que reside desde pequeño en nuestro país, periodistas de Brasil investigan si existe alguna clase de vínculo con supremacistas de ese país. Ese símbolo lo llevan tatuado también, las bandas supremacistas que apoyaron  a Bolsonaro. Una de sus consignas preferidas es “Ucranicemos Brasil”. Es sabido, además, que algunos de ellos han viajado a Ucrania para luchar junto al batallón nazi Azov.

La obsesión del poder fáctico de poner fin a la “negrada peronista” es antigua, y su objetivo es enterrar las políticas de igualdad social, de distribución de la renta, de desarrollo nacional y de inserción soberana, independiente e integracionista de la Argentina en el mundo. Y es ese poder quien usufructúa el uso de las redes multimediáticas, las acusaciones judiciales de lawfare instaladas por sectores del partido Judicial  y la escalada de violencia que alienta la derecha política.

Hay que ser conscientes de que el fascismo ha regresado, disfrazado, pero proyectado sobre una derecha radicalizada. El jurista español Baltasar Garzón, explicaba al respecto, “esto es muy peligroso, porque el fascismo asimila los términos adversario político y enemigo, planteando la eliminación del contrario como medio para conseguir sus fines. Decía también que en ocasiones acuden a la eliminación física y en otras a la mediática mediante el desprestigio constante o al encarcelamiento en base a acusaciones falsas (lawfare), pero la idea es siempre la misma, neutralizar al oponente a cualquier precio.”

“Sencillamente hay personas que no son demócratas y que quieren eliminarla a toda costa. Les importa poco o nada la voluntad popular y harán lo que sea para impedir que gobiernen los representantes de la mayoría, porque se sienten temerosos de perder privilegios, dinero, influencia y poder. Por eso la campaña de desprestigio, por eso la guerra judicial en su contra, por eso este atentado que es nada más y nada menos que un asesinato, que se ha frustrado únicamente por el azar o la impericia del ejecutante. Incitar al odio siempre es como sembrar una semilla, que tarde o temprano hará que alguien en algún momento y en algún lugar cometa un acto violento, delictivo, criminal. Cuando los fascistas siembran odio, lamentablemente todas y todos luego cosechamos violencia”.

Si el percutor de esa pistola hubiese accionado el proyectil, hoy estaríamos hablando de otra cosa. Tal vez de una guerra civil, ya que buscaban una explosión popular. Salió bien, porque les salió mal. Todo por la inacción de una custodia autista, ciega y sorda. Pero el pueblo no es tonto. Ante el intento consumado, los militantes frente a la casa de Cristina Fernández fueron los que capturaron  al agresor y lo entregaron a la policía. No hubo intento de linchamiento.

Son muchos los que se autodefinen como republicanos, pero atizan un ataque permanente, como una derecha rabiosa radicalizada, a la Democracia, y el principal garante de impunidad es la Corte Suprema.  No hay violencia política, existe un propósito unidireccional deliberado y continuo de exterminar al peronismo y toda representación popular que les impida aplastar a los más débiles.

En la multitudinaria movilización del viernes 2, el Pueblo se manifestó. Expulsó al odio, desarrollando todo en paz, incluso con alegría. Los mensajes de amor de esa gente cuando los cronistas aún de los canales del odio les ponían el micrófono son dignos de ser escuchados…

Pero más aún, ese estado de movilización y presencia en las calles y plazas de la República, no expresa solamente su amor y solidaridad para con una notable estadista y política argentina, de proyección continental e internacional -CFK, sino también el ejercicio reconocido por el art. 36 de la C.N., nominado Deber de Obediencia a la Supremacía Constitucional, de resistir los actos de violencia institucional que comportan los golpes y tentativas de golpe de estado, y esa resistencia es la forma más elevada de la lucha por preservar la vigencia del Estado de Derecho y la soberanía del pueblo argentino.

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info