
06 Nov Desaprendiendo el “Amor que Mata”
Desde niña aprendí un poema titulado la Leyenda del Horcón, aquel que cuenta la historia de una “tragedia de amores que el silencio a sepultado” y “cómo un hombre bueno llega hacerse criminal” porque al fin y al cabo como afirmaRousseau el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe, lo que al parecer como primera afirmación le quita la responsabilidad consciente de sus propias acciones. Realmente durante más de 20 años de mi vida conté esta historia una y otra vez y sólo cuando me puse lentes violetas logré darle la vuelta, ver lo que no relata la historia; ya que, se trata de él, no de ella, como él justifica sus propias acciones “cegadas por la rabia y el dolor” pero ante todo como le explica a su propio hijo que él mató a su madre “porque el fantasma de los celos se clavó en su corazón”. Esto parece es un cuento de horror, pero es la historia real que se repite una y otra vez, inclusive en el mismo día, a la misma hora pero en distintos lugares una y otra vez, ¿Quién no conoce esta historia revivida en la noticias diarias, encarnada en su barrio, en una amiga o en su propio entorno?
Una de esas historias era la de Karina Cruz, mi amiga del colegio a la que todos los días recuerdo y que para estas fechas conmemoro su vida y su amistad. Hace un año le escribí una carta y no porque sepa que la leerá, sino porque su memoria es fundamental para su madre, para su hijo, para su familia, para sus amistades y para todas las personas que la conocimos y a quienes nos compartió su alegría, su sonrisa, su esperanza y todos esos dones que la hacían brillar, brillo que se apagó en nuestras vidas cuando el padre de su hijo le quitó la vida. Ella siempre me inspira para seguir avanzando en desenmascarar ese amor que mata.
Ese mismo año en el 2008, en Colombia, país en el que nací, emitió la Ley 1257 sancionada el 4 de diciembre, en esa ley se reconoce por primera vez las violencias contra las mujeres y se tipifican los delitos contra las mujeres en Colombia. Si yo le hubiera dado nombre a esa Ley tal vez llamaría Karina, pero son tantas y tantos nombres de mujeres que son violentadas verbal, psicológica, económica, sexual, física y simbólicamente que al final es mejor que sea la ley de ellas, la ley de nosotras, la ley de Todas.
En el caso de la Argentina se emite la “Declaración sobre el Femicidio”, aprobada en la Cuarta Reunión del Comité de Expertas/os (CEVI), celebrada el 15 de agosto de 2008, definiéndolo como “La muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal; en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión”. Según el informe emitido por la Corte Suprema de la Justicia de la Nación, República Argentina y la Oficina de la Mujer durante el año 2020 se registraron 287 víctimas letales de violencia de género y 251 víctimas directas de femicidios, aumento con respecto al año 2019 en el que se registraron 256 causas judiciales de femicidios, de los cuales 249 se refieren como femicidios directos y 7 de ellos femicidios vinculados.
Pensando en los femicidios y en las violencias basadas en género, a diario se prenden las alertas sobre lo letal pero invisible del tema. Informes de Naciones Unidas por parte de su agencia ONU-Mujeres revelaban que en el mundo 1 de cada 3 mujeres sufren algún tipo de estas violencias porque los femicidios y sus cifras dolorosas son tan sólo la punta del iceberg de las violencias basadas en género. El iceberg de violencias basadas en género se amplifico durante la pandemia en las sociedades Latinoamericanas; sin duda, al tener que convivir de manera obligatoria con el agresor, viviendo situaciones generadoras de estrés bajo relaciones de poder dominante, aumentando lar cargas emocionales que generan las múltiples actividades desarrolladas en el mismo espacio, poniendo en riesgo la salud mental de las mujeres, con aumento de depresiones, sin derecho al disfrute, a la desconexión de las fuentes de violencias sistemáticas y sin herramientas de autocuidado.
Pero ¿Por qué el amor que mata sigue operando en el cerebro de muchos machos? Y ¿Cómo desnaturalizamos el amor que mata? ¿Cómo hacemos para sanar todos estos ciclos de violencia y desmontar esos mitos de amor romántico y transformarlos en amor sano? Son preguntas que rondan entre las conversaciones y espacios que tejemos los feminismos, para ello desde el Laboratorio: círculo de apoyo afectivo y de resiliencia colectiva nos aporta algunos fragmentos de sus manifiestos políticos y amorosos No 3 y No 4:
“Las violencias basadas en género nos han doblegado para que nos rijamos bajo ciertos comportamientos que la sociedad espera de nosotras. Estas violencias nos han ocasionado daño o sufrimiento físico, sexual, económico, patrimonial, psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado. Han sido un ejercicio de poder, fundamentado en estereotipos sobre el deber ser, sobre esas relaciones desiguales que se han impuesto entre hombres y mujeres.La cultura nos ha dicho que el amor justifica esas formas de violencia. Como mujeres nos ha sido difícil reconocer que somos víctimas, y cuando lo hemos hablado, le hemos puesto un nombre a esa protagonista que se sale del yo. Definitivamente la industria cultural entre ellas las telenovelasha reproducido prácticas machistas y patriarcales que hemos naturalizado, sobre todo cuando nos hemos sentido solas y cuando hemos querido encontrar allí la ilusión de un amor para toda la vida, la ilusión de tener un matrimonio con final feliz.”
“Nos han dicho que trabajar juntas es peligroso, es nocivo, que seguramente se convertirá en un problema y que definitivamente no podemos construir redes de apoyo entre nosotras. Nos ha sido difícil salir de estos esquemas, de estas prácticas, contar lo que hemos pasado, pero con el paso del tiempo hemos ido reconociendo que la juntanza de mujeres es un espacio de deconstrucción de estas prácticas machistas que hemos normalizado y naturalizado.Insistimos en la construcción de un espacio seguro, en el que construyamos redes de afecto, de apoyo colectivo, un espacio donde no nos juzguemos ni critiquemos, un espacio para dejar de callar, para expresar todo aquello que nunca hemos dicho. Hoy más que nunca decimos: ¡No, no somos propiedad de nadie! ¡Nada justifica la violencia, queremos una vida libre de violencias! ¡Somos nuestro propio hogar y necesitamos construir otras formas de amar y creer que estas formas son posibles!”
Seguras que más mujeres estaremos en una marea violeta este 25 de noviembre sumándonos a la lucha feminista para eliminar de todas las violencias contra las Mujeres porque nos duele cada hermana asesinada en manos de un hombre, cada mujer violentada, en la calle, en el trabajo, en los medios de comunicación, en la casa y todos los escenarios de la vida.“Hoy decimos: ¡Si nos dejan, no moveremos nuestro mundo por ustedes, sino por nosotras! Queremos ponerles a nuestras historias unos finales diferentes, salidos de las telenovelas, queremos ser las libretistas de una historia con lentes feministas”. Círculo de apoyo afectivo y resiliencia colectiva.