Del consumismo al vandalismo. – El modelo al que Macri no pudo llegar. –

Desde hace unos cuantos años, y además, habiéndose incrementado en los últimos cuatro, economistas ortodoxos, representantes de la derecha e incluso panelistas mediáticos vertían sus preclaras opiniones en los medios. Fue así que durante ese prolongado período nos aturdían por radio y televisión, o nos saturaban desde las páginas de los diarios explicando la magnificencia del modelo chileno y sus grandiosas virtudes. El ex – presidente Macri se jactaba de ello, además de vanagloriarse de su amistad con Sebastián Piñera.  Sin lugar a duda, Chile debía ser el modelo a seguir.

Ellos se jactaban de los logros de ese modelo que arrancó, constitución nacionalvigente, desde la Dictadura de Augusto Pinochet. En aquel entonces, los economistas de Chile, amparados en los Chicago Boys, crearon un Banco Central independiente, impusieron un cambio monetario fluctuante, responsabilidad fiscal, privatización de activos estatales, y un sistema previsional de capitalización (José Piñera, hermano del hoy presidente creó las AFP, por  lo que decían que Chile se convirtió en el país con la mayor renta per cápita de América Latina),  Por otro lado, las empresas estatales se vendieron a precios muy bajos y unos pocos grupos se hicieron ricos gracias a ello.

Durante casi medio siglo, el laboratorio neoliberal trasandino avanzó con su proyecto adormeciendo conciencias gracias a la labor mediática. Permitía una lluvia de créditos en forma indiscriminada, y convencía a diestra y siniestra de que habían llegado al paraíso capitalista gracias a esta prosperidad virtual.  El Estado no se entrometería más en la vida de nadie y el Dios Libre Mercado facilitaría enormes oportunidades individuales.  Los ciudadanos se transformaban en consumidores.

Los países desarrollados, más las instituciones como el Banco Mundial y el FMI cantaban loas al desarrollo chileno.

No siempre los experimentos de laboratorio culminan en el resultado esperado. Una situación dada comenzaría a modificar esa realidad virtual. Ese hecho de quiebre fue el aumento del boleto del Metro. Quienes debían concurrir a sus trabajos se encontraron con que el costo de realizar sus 50 viajes mensuales pasaba a costar $41,500 en hora pico, es decir, el 13,78 % de un sueldo mínimo ($301).

El 19 de octubre pasado los estudiantes secundarios, preocupados por lo que este aumento iba a generar en la vida de sus familias tomaron por asalto varias estaciones del Metro como forma de protesta. Se les había prometido el paraíso del capitalismo y se lo habían creído, pero ahora algo estaba mal. Como una mecha encendida, todo comenzó a estallar por los aires desde el alma de ese edén neoliberal.

Décadas de noctambulismo habían adormecido sus reflejos elementales, y el duro despertar les hizo ver de golpe el contexto de su existencia.  Comprendieron que el manto fingidamente democrático, con que los habían cubiertoera tan solo un disfraz con el que el establishment los había despojado de todo. Habían perdido su ser de ciudadanos convencidos de ser meramente consumidores.

Los habían desposeído hasta de la salud y la educación públicas. Habían sido estafados por las Administradoras de Fondos de Pensión y estaban endeudados sin poder pagar sus deudas.  Mientras empezaban a comprender lo que les sucedía a ellos mismos, percibían que, a la par de eso, el uno por ciento más opulento del país se apropiaba del 26,5 por ciento del ingreso nacional, y el 50 por ciento más pobre sólo capturaba el 2,1 por ciento. Y para completar ese escenario vieron que ese mismo 1% concentra al menos 10 puntos porcentuales más que el resto de las elites. El único país que alcanza un nivel similar es Estados Unidos pero solo desde mediados del 2000.

La vida social no puede estar restringida a una serie de intercambios económicos manipulados meramente por la ecuación costo/beneficio porque se transforma en una aberración social. El estallido fue producido por adolescentes, conmovidos por aquel aumento que primariamente perjudicaba a sus padres. El volcarse en las calles fue la continuidad del inicio audaz signado por la solidaridad filial de aquellos adolescentes que marcarían un camino a la sociedad.

En ese vehemente despertar,  advirtieron rápidamente la magnitud de la ficción en la que habían vivido. La supuesta democracia que los había cobijado durante más de una generación tan solo había sido un artificio engañoso compartido por una plutocracia sectaria, violenta e insaciable que se amparaba bajo una red de partidos políticos corruptos.  Ellos eran solamente las víctimas, los no-ciudadanos que habían dejado de ser alegres consumidores para transformarse en los vándalos que denunciaba Sebastián Piñera o en la turba de alienígenas como los había caracterizado la esposa del presidente.

Supieron que esa plutocracia se había fortalecido saqueando a su propio pueblo y apropiándose de los recursos naturales del país. El mundo entero había mentido narrando las “ventajas” del modelo chileno. Ventajas que por cierto no eran para ellos. La realidad señalaba que, lejos en el tiempo, la que para el  Banco Mundial había sido una de las sociedades más igualitarias, ahora, al caer el velo neoliberal, pasó a ser una de las más desiguales del planeta junto a Ruanda.

Un estudio reciente de la OCDE indica que el 75,2 % de la población es pobre o vulnerable y que un 22,19% de la población es pobre por ingresos y activos, lo que significa que sus ingresos están por debajo del 50% del ingreso medio.

Seguramente Sebastián Piñera continuará en La Moneda con promesas de mejoras en las pensiones y de una reforma constitucional, actos que son más bien una artimaña para bajar la intensidad de las protestas y tratar de salvar la credibilidad de la partidocracia. La O.E.A. y gobiernos de la región continuarán siendo sus silenciosos cómplices. Pero lo más seguro es que continuará con la violenta represión. Luego de esta insurrección popular nada será como antes, el neoliberalismo no volverá a ser el camino hacia el paraíso capitalista que prometían. No solo sucederá en Chile. Acá se encendió la luz de un faro que iluminará el mundo.

En el otro integrante de Transandinia, Argentina, se fue hace casi dos meses un gobierno de similares características. El presidente Macri siempre expresó que Chile era el modelo a seguir y que Piñera era su amigo (y socio en algunos negocios).  Es de esperar que lo sucedido en Chile sirva de ejemplo para que muchos de sus seguidores comprendan cual es el futuro real que les espera a quienes decidan seguir  a un gobierno neoliberal.

  1. de A.:Según datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile al 18 de enero, la represión por parte de la militarizada policía de Carabinerosdeja un saldo de 27 muertos. Además, se registra un total de 405 personas con heridas en los ojos, 253 heridos por gases lacrimógenos, 191 delitos de violencia sexual, 412 por tratos crueles y 842 casos de uso excesivo de la fuerza,sobre un total de 3649 heridos.
Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info