
08 Nov De salvadores y guías
Sin ánimo auto-flagelante, a veces uno se pregunta cómo llegamos hasta aquí, cuando la palabra de desquiciados se valida en medios de comunicación que convierten dislates en agenda pública.
Un humorista cordobés, con una cloaca por boca. Un diputado del Mercosur de campera amarilla, ideas sepias y 50 millones de dólares anuales en la cuenta, por vender la soja que cultivan sus peones arruinando la tierra con glifosato. Señoras mayores postulantes a conducir el país trabando refranes, presentando sus desprecios y amenazando con exterminar enemigos.
El desfile de “atrasadores” seriales, difícilmente puedan mostrar el resultado de una carrera de trabajo, estudio y dedicación mesurada por lo público. Sin mencionar al señor que se autopercibe león, subido a la cuenta bancaria de su patrón, como mero felino faldero.
Otro más (y van…) que alza armas frente a los débiles y se muestra sumiso ante los poderosos.
¿Merece confianza pública alguien que postula hacer estallar herramientas de gobierno? ¿O entregarse abiertamente al sistema monetario de otro país? ¿O desandar 40 años de derechos humanos, 80 de derechos sociales, 3 siglos de derechos políticos… con una motosierra en la mano?
Por supuesto que esto no sería posible si otros comunicadores no convirtieran estas curiosidades de feria en voces autorizadas para opinar sobre lo que desconocen y postularse como salvadores, pero de los dólares de sus patrocinantes.
Por otra parte, todos los días, si se tiene la voluntad de hacerlo, es posible saber cómo un/a científicx argento descubre un nuevo procedimiento o principio que hace avanzar el conocimiento para todo el mundo. O un equipo de profesionales opera con éxito, utilizando técnicas asombrosas desde hospitales públicos. Un/a estudiante gana un premio en un concurso internacional por resolver problemas, mostrar sapiencias o ser un/a adelantadx en deportes o ciencias a nivel planetario.
Cuando escucho sobre los vicios publicitados de nuestros ricos y famosos, más amo a nuestros estudiosxs y artistas de todo tipo y pelaje.
Es difícil hallar en la sopa de las redes, ecosistema de necedades y lucesitas brillantes, algo de esta tarea incesante de salvar lo mejor de la humanidad y mostrar los alcances de nuestro pueblo.
Y es que, a veces la edad, la experiencia o la responsabilidad social, sirven para verificar que hay tanto talento y valor merecedor de reconocimiento, de realzar arte o sabiduría, fruto del trabajo o el estudio dedicado, que dan ganas de apagar los aparatos del odio y la chiquitez planificada.
Los vendedores de tónicos para el cabello han hallado en las pantallitas la droga indolora que conduce a la catástrofe. Pero aún tenemos artistas, maestrxs y científicos, seres humanos capaces de dar su vida por la felicidad del pueblo y otrxs referentes de lo realmente necesario y útil.
Personas que dedican su vida a prepararse para ser cada vez más capaces que ventajeras, inteligentes y más que astutas, seguras y no violentas… de llevar una existencia sin utilizar ni el esfuerzo ni el cuerpo ajeno para satisfacer su propia ambición o placer. Y sobre todo, la inmensa sabiduría de reconocer los mejores valores de cada ser humano, sin importar origen, género ni clase.
Será clave darle poder a esa parte que nos justifica como especie, y que se sostienen desde la base de la compasión, empatía, piedad y autonocimiento de las limitaciones y dolores mutuos.
Estos días en que hay que elegir a nuestros líderes para que conduzcan por los 4 años siguientes: dimensionemos esas características para distinguir entre los que prometen provocar dolor, y los que demuestran que vendrán a mitigarlos.