“De la virtualidad se dicen muchas cosas…”

         Por: Prof.  Sandra M. González y Edmundo M. Zanini    

De Konrad Lorenz se pueden decir muchas cosas, incluso algunas “muy feas” –porque en su momento parece haber adherido a concepciones cuasi fascistas- pero es el fundador de la ETOLOGÍA. Una ciencia relativamente nueva, tal vez menos de sesenta años, que estudia, analiza el comportamiento de “los otros organismos”.

En principio, de los otros mamíferos, luego de todos los vertebrados, finalmente de “todos los bichos” aunque muy recientemente se incluye a todos los seres   . . .

Veámoslo más cuidadosamente. Lo que Lorentz inaugura es una mirada terrible, que reconoce que todo aquél que “hace” (o sea, que “vive”), tiene comportamientos determinados. Y que si por simplismo, por antropocentrismo, por tener la vista fija en el propio ombligo, no somos capaces de reconocerlo, sacamos conclusiones erróneas que nos pueden llevar, justamente, a conductas muy equivocadas.

En una de sus obras, el médico austríaco, Premio Nobel de Fisiología en 1973, reconoce la “agresión”. El título pone en claro cómo ve las cosas: “Sobre la agresión, el pretendido mal”. Como no sólo fue un teórico (yo diría que para nada lo fue), vivió “en carne propia” su concepción. Y en los fundamentos de la premiación, el tribunal sueco, señaló la contribución de los estudios de Konrad “al desarrollo de la psiquiatría”.

Pero ¿en qué nos puede ayudar estas ideas en la pandemia?. En particular a la hora de tomar ciertas decisiones.

Lorentz en resumen parece afirmar que cuando cualquier ser agrede a otro (lo que a veces es un acto individual, pero en otras lo es en grupo), está lanzando una advertencia. Lo que le permite ahorrar energía vital, pero también permite a su víctima “tomar noción” de lo que está sucediendo. Y proceder en consecuencia. Con la misma “ganancia”.

Los seres humanos hemos desarrollado “la cultura” y en ese marco, muchas de nuestras conductas de agresión toman otro cariz. Tenemos infinidad de ejemplos, Muchos de ellos dolorosamente recientes. En los que la agresión no es un aviso. Es, lisa y llanamente, el preludio de la masacre. Del asesinato “por placer”. Seguramente un tema de la psiquiatría.

Ahora, ¿qué nos pasa a los educadores formales?. Maestr@s y profesor@s (vamos con los nombres habituales, aunque hoy en día la titulación habilitante para ocupar un cargo formal es la de “profesor/a”). Cuando enseñamos y evaluamos. Cuando evaluamos y calificamos. Cuando calificamos, “aprobamos” y  promovemos . . .

¿Están en juego estas categorías que en su momento analizó Lorentz?

¿Son una advertencia? ¿Son una señal para anticipar otras acciones más “severas”?

¿Cuánto se analiza “el daño”? ¿Es consciente “la víctima”?

En estos días, en muchas de nuestras instituciones educativas, y en particular en las de nivel terciario, que expidenun título que permite acceder a trabajos remunerados (mal o bien, pero pagos), se debate un tema “fuerte”: ¿Se pueden (se deben) tomar los exámenes virtualmente?

Sin lugar a dudas, la virtualidad ha llegado para quedarse como forma de la comunicación y del encuentro en estos tiempos de pandemia, de distanciamiento social obligatorio. Muchas de nuestras acciones cotidianas ya no son ni remotamente parecidas a lo que eran, y son habituales otras, impensadas hasta el mes de marzo pasado. Sin pedir permiso, ingresan a nuestras casas por medio de pantallas: escuelas, trabajos, familias que conviven 24 horas, maestros y estudiantes; sumados los sentires, emociones, angustias y miedos, especialmente, no saber qué va a suceder con el virus y cómo enfrentaremos lo que vendrá.

Como dice Lorenz, la agresión es una “advertencia” y muchas violencias desnudan daños, víctimas, victimarios, situaciones desiguales e injustas. El COVID 19 nos agrede y, al mismo tiempo, nos muestra claramente que es necesario poner atención al cuidado de todos: no puedo sobrevivir sola ni solo, debemos mirar, escuchar, ayudar, respetar, ofrecer oportunidades, ser solidarios.

La virtualidad en la enseñanza no nos es sencilla. Viejos o más jóvenes, las profesoras y profesores estamos aprendiendo más que nunca. Con aciertos, errores, avances y retrocesos permanentes. Entendemos que el proceso es con los otros y necesitamos poner más atención, respeto y cuidados mutuos, junto con los estudiantes.

La evaluación forma parte de la enseñanza y es continua. La toma de exámenes no presenciales constituye un verdadero desafío. No son las mismas condiciones, los espacios y los tiempos, no se produce el encuentro compartido.También dependemos del acceso a la conectividad, a los dispositivos y allí no nos encontramos en igualdad de condiciones… Una advertencia de nuestra parte es observar y percibir una situación “nueva” y desconocida, inédita, de la cual tomaremos una dimensión real una vez que haya sucedido, lo hayamos transitado, lo hayamos analizado y debatido entre colegas y con los estudiantes.

No podemos dejar de pensar acerca de las libertades, los derechos, los posicionamientos y queremos hacerlo con otras y con otros, “en colectivo”. Posicionamientos, derechos y libertades construidas con dedicación y deseadas durante siglos, a lo largo de la vida, de la historia, “desde que el mundo es mundo”, dirían nuestras madres y abuelas.

¿Cómo se hacen las mujeres y los hombres libres? ¿Cómo se hacen pensantes, críticos y protagonistas? Respetándolos tal como son, sus procesos, ayudándolos a entender sus mundos para transformarlos. Entre otras cuestiones, además, yen la medida de lo posible, se trata de promover condiciones y oportunidades de igualdad para todas y todos los ciudadanos.

Mientras estemos transitando estas nuevas experiencias trataremos de mirar con atención, de escuchar y “advertir” desde el acompañamiento, con insistencia, con esfuerzo y con el respeto, desde la amorosidad. Sin agresividades ni en función de resultados predeterminados o definidos de antemano. Tomando la magnitud de una travesía que guarda experiencias, acontecimientos, singularidades, impredecibles, vínculos.

Edmundo Mario Zanini
eduardo.zanini@huellas-suburbanas.info