De aquí a la eternidad: lo que el feminismo nos dejó en lo audiovisual

Donde hay poder, hay resistencia”

Michael Foucault.

Historia de la sexualidad Vol.  I. La voluntad de Saber.

Como es habitual en esta humilde columna, un revisionismo de lo logrado en la visibilidad de las minorías en la representación audiovisual, es menester de ser explicitado. De hace unos años para acá, la mostración de las desigualdades de género ha tomado una importancia en la temática de las producciones cinematográficas, digna de mencionar.

Hace unos diez años, las producciones que mostraran las problemáticas vividas por el colectivo de mujeres o la comunidad LGBTIQ era una excepción a la regla de las historias contadas en las pantalla grande y chica, tanto nacional como internacional. Es digno de mencionar el papel vanguardista que ha tenido el género documental en esta rama ya que, en Argentina, ha aumentado significativamente la mostración de dichos temas. En este punto es digno de mencionar el trabajo de Daiana Rosenfeld, quien ha tocado siempre en sus producciones audiovisuales, la problemática del rol o la invisibilización de las mujeres en tanto agente político y social, en producciones tales como Los ojos de América (2014), Rosenfeld nos retrata la vida de América Scarfó quien junto a Severino Di Giovanni , una de las figura más importante del anarquismo y el hombre más buscado del país durante la década de 1920 y 1930, protagonizó una historia amorosa plagada de política y de oposición a las normas del momento, encumbrando todo en  un proyecto político con bases libertarias, hasta que se interrumpió con el fusilamiento de Di Giovanni a manos de la dictadura militar de 1930. También nos encontramos con Salvadora (2017) película que nos trae a la memoria la figura velada de Salvadora Medina Onrubia, una de las primeras anarco-feministas de nuestro país.

Siguiendo cronológicamente el aumento de la representación de problemáticas de genero en nuestro país, nos encontramos en 2016 con la producción de Lucas Santa Ana El puto inolvidable. Vida de Carlos Jauregui, quien nos recuerda la impronta, la importancia y el legado de Carlos Jauregui, uno de los primeros activistas gays de nuestro país. En esta misma línea, de visibilización de figuras que han sido omitidas de la historia oficial que nos proveen las ciencias sociales tradicionales y los medios masivos de comunicación, nos encontramos en 2017 con el documental de Francisco Rizzi y Hernán Martín La cena blanca de Romina quienes nos presentan un retrato detallado del caso de Romina Tejerina, quien fue sentenciada a los 14 años a prisión tras haber asesinado al hijo que parió fruto de una violación. Con relatos y testimonios de la propia Tejerina, familiares, abogadxs y personajes que intervinieron en el juicio, el documental nos permite ver con otros ojos, aquella situación 2005.

Siguiendo la revisión de lo ya catapultado por la sociedad, en lo poco que va del 2019, este estilo de producciones nos trajo a nuestro acervo cinematográfico varias producciones que nos venían faltando. Comenzando por Mocha, documental hecho por Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi, quienes nos relatan la historia del primer bachillerato popular trans, fundado en marzo de 2012 en Buenos Aires, esta institución única en el mundo el Bachillerato Trans Mocha Celis, es  la primera escuela del mundo crítica de las desigualdades de género, que está orientado, aunque no de forma excluyente, a personas trans, travestis y transexuales. En esta misma temática, el documental de Guillermo Bergandi Reina de Corazones, realizado en 2016 y estrenado en febrero del 2019, nos trae a la pantalla grande la historia de la Cooperativa Ar/tv Trans, colectivo fundado en 2010 que agrupa a chicas trans que buscan a través del arte, visibilizar las problemáticas del colectivo y al mismo tiempo constituirse como una fuente de trabajo legitima y redituable.

Por último, pero no menos importante, nos encontramos con el documental hecho por Mara Ávila, Femicidios. Un caso, múltiples luchas. En este caso, Ávila nos trae el relato del femicidio de su madre, María Elena Gómez, asesinada a manos de su pareja, Ernesto Jorge Narcisi. Pero Ávila no solo nos relata en primera persona, y con ayuda de familiares y allegados como se desencadenó este hecho, sino que también, pone en juego su formación profesional, analizando como los medios de comunicación trataron el caso, evidenciando de esta forma las formulas con las cuales la violencia de género hacia las mujeres es avalada e invisibilizada por los medios masivos de comunicación.

Tarda en llegar y al final hay recompensa, dice Soda Stereo en una canción. Lástima que esta visibilizacion y toma de conciencia de una gran parte de lxs realizadorxes audiovisuales haya tardado tanto tiempo, y con eso, tantas víctimas.

Rocío Rivera
rocio@huellas-suburbanas.info