El conflicto del transporte en Córdoba: Perspectivas de una tormenta que recién comienza

El objetivo concreto de ésta reflexión es intentar poner en contexto el conflicto de los trabajadores del transporte de Córdoba en relación a la imposición del escaso acuerdo paritario nacional y los ya más de cien despidos.

Mientras termino de corregir éstas líneas, cientos de trabajadores desahuciados por una de las multinacionales alimenticias más grandes del mundo, exponen su humanidad ante una formación impecable de uniformados sin más ley que aquella que legitima en simultáneo, el imperio indeseable de las castas dominantes en el mismo acto que concede vía libre a un sentido del orden (o del status) y la autoridad policial extremadamente represivo y exacerbado.

Horas antes fue intervenido so pretexto de una vieja causa judicial instrumentada políticamente, el gremio de los Canillitas y con ellos, cada día, en cada casa, en cada escuela y en cada barrio son intervenidos los derechos del pueblo en su conjunto.

Son noticias de ayer incluso las de hace un rato. Se encadenan dramáticamente las desgracias y se exhiben en las pantallas en una sucesión frenética de mercaderes obscenos.

En ese contexto, el conflicto de los trabajadores del transporte en la ciudad de Córdoba parece lejano, olvidado por todos menos por sus sufrientes. Allá en la lontananza, semejanzas de una realidad cuyo plano fue aplastado en la vorágine.

Y aún así, mirado de soslayo por los amantes de la inmediatez, el problema subsiste, se agrava en el contexto represivo ya expuesto y se lo sigue tratando de simplificar, mentiras mediante, hasta licuarlo del todo cuando en realidad se está ante el estallido de una bomba cuyo reloj comenzó su cuenta regresiva hace muchos años.

En primer lugar la puesta en cuestión de la representatividad de la Unión Tranviarios Automotor no sólo está atada a la traición permanente de sus dirigentes, verificada en la entrega sistemática de un sinfín de derechos adquiridos por las bases de un tiempo a esta parte, sino que también está íntimamente ligada a la multiplicidad de convenios colectivos vigentes a nivel nacional y a cómo se adecúan en cada provincia de acuerdo a las libertades que se da la burocracia sindical a la hora de suscribir “acuerdos internos” con las patronales de las distintas regionales. Siempre a la baja. Donde las horas nocturnas no se liquidan, se pagan los viáticos a discreción; donde la falta de descanso no se resigna, se confeccionan “listas negras” con los trabajadores que no aceptan trabajar en negro.

Asimismo la multiplicidad de convenios y la connivencia de la dirigencia gremial le permite al empresariado aplicar siempre y según le convenga, el CCT más flexible. La amenaza permanente de imponer al conjunto de las ramas del transporte automotor el CCT 610, homologado en función de los servicios turísticos y eventuales y que por ende a su vez contempla ciclos horarios, viáticos y jornadas también eventuales, es un péndulo filoso oscilando cada vez más cerca del cuello de todos los trabajadores.

Todas estas cuestiones, hijas de la desunión y la despolitización de los trabajadores, hijas del terrorismo ideológico impuesto por la burocracia, también jugaban en el conflicto mediterráneo. Flotaban en el aire y dolían en cada trabajador.

Mientras dos actores aparentemente silenciosos también jugaban su partido, el brillo poderoso y cada vez más influyente a nivel local en Córdoba de la Asociación Obrera de la Industria del Transporte Automotor (AOITA), obteniendo para sus afiliados, aún en los últimos dieciocho meses, acuerdos siempre superando la inflación y ganando prestigio gremial. Y desde Buenos Aires el influjo combativo de los Metrodelegados. Ambos ejemplos de conducción gremial y democratismo interno, configuran un horizonte inalcanzable desde la interna actual de UTA y son modelos de organización con cada vez más adeptos dentro del sindicato.

Si se suma a estos factores la acefalia de una UTA Córdoba intervenida, la ola de despidos sin mengua que afecta al sector y el acuerdo nacional de UTA de un 21% de aumento salarial del cual sólo se cobraría durante este año un 8%, percibiendo recién en febrero de 2018 el 13% restante, se entiende el surgimiento de figuras como el delegado de AuCor, Marcelo Marín, o las delegadas del Trolebús, cuya ascendencia sobre los trabajadores del transporte se proyecta aún más allá de los rumores que lo sindican cómo el principal candidato a secretario general de UTA Córdoba y lo proyectan a nivel nacional.  Habrá que seguir los acontecimientos con especial atención y observar la fortaleza que vaya adquiriendo el entramado político de los diferentes sectores opositores a la conducción actual de UTA nacional.

No hay que olvidar incluso que el acuerdo paritario que estableció el 21% de aumento salarial, afecta sólo a los servicios de corta distancia. La larga y media distancia todavía (y estamos ya en el mes de Julio) no pasaron de charlas informales, cuestión sobre la cual no considero extenderme, pero que no quería dejar de señalar.

Naturalmente, la necesidad de reestructurar el sistema de transporte público automotor en función de las necesidades de los usuarios y los trabajadores no encuentra en la actual coyuntura política de ajuste y represión, un escenario propicio para desarrollarse en igualdad de condiciones. Mucho menos si pensamos que varios de los actores centrales del conflicto actual, fueron quienes forjaron los acuerdos espurios que nos llevaron al presente estadio. Mario Calegari, vocero de la UTA, apoyando públicamente la normativa reciente sancionada en Córdoba que prevé penas de tres años para el chófer que se atreva a hacer efectiva una huelga; el mismo Secretario General Fernández se puso de la vereda de enfrente de los trabajadores y declaró en un reciente acto en Mar del Plata que para él “es prioritario definir la cuestión del costo empresario antes que los sueldos de los trabajadores”. La posición de los monopolios del transporte no se escucha de boca de ningún hábil declarante sino que, lamentablemente, se expresa en los despidos periódicos que vemos sucederse; en la corta distancia DOTA despide, la Nueva Metropol reduce servicios y despide, en la larga distancia Empresa Argentina redujo sus servicios a un 30% de su capacidad, Chevallier envío 70 telegramas de despido sólo en el mes de Junio, Pullman y el Rápido Tata están en paro.

En definitiva, más allá de la puntualidad y lo impresionante de la medida de fuerza en Córdoba, lo más interesante fueron sus consecuencias inmediatas: la unidad en la acción muchísimos espacios gremiales hasta allí divididos, las dos CGT y las dos CTA, docentes, y estudiantes. Es necesario plantearse, aún en medio de tanta niebla, desde las bases, una estrategia para afrontar con la mayor entereza posible momentos que no asoman para nada cómodos, que requieren cambios radicales y profundos en un sistema que, más temprano que tarde, verá aparecer su colapso como un desenlace inevitable.